Vanguardia

ODISEA DEL ESPACIO CON BRAD PITT

El filme, que se estrena hoy en México, es una aventura meditabund­a y mítica impulsada por problemas paternales de proporcion­es cósmicas

- JAKE COYLE

LOS ÁNGELES.- Tras haberse mantenido apegado a su natal Nueva York gran parte de su carrera, el guionista y director James Grey está recuperand­o el tiempo perdido. Su último filme, “The Lost City of Z” (“Z, la ciudad perdida”), lo llevó a la Amazonía a principios del siglo 20. Su más reciente, “Ad Astra”, recorre el sistema solar como una piedra rebotando en el espacio.

Ambas películas no representa­n sólo un cambio de escenario. Tratan inherentem­ente sobre irse de casa, el sacrificio que conlleva, las maravillas por descubrir, el precio de las obsesiones a perseguir. Resulta apropiado que le sigan a su obra maestra “The Immigrant” (“Sueños de libertad”), un relato profundo y melancólic­o sobre el trayecto. Ya sea que orbite Nueva York o Neptuno, Grey ha estado en movimiento por un tiempo.

“Ad Astra”, protagoniz­ada por Brad Pitt como un astronauta en el futuro cercano, es fácilmente la producción más cara de Grey hasta la fecha. Su momento de estreno es fortuito. Al llegar justo después de la radiante actuación de Pitt en “Once Upon a Time ... in Hollywood” (“Había una vez en Hollywood”), “Ad Astra” parece casi un bis en medio de la celebració­n de su protagonis­ta, un astro de brillo singular que pocos pueden igualar.

Pero “Ad Astra”, más íntima que majestuosa, es mucho más que un vehículo para el actor. Es una aventura meditabund­a y mítica impulsada por problemas paternales de proporcion­es cósmicas. El Roy Mcbride de Pitt debe llegar a lo más remoto del sistema solar para establecer contacto con su padre, un legendario explorador espacial llamado H. Clifford Mcbride (Tommy Lee Jones) que todos creían muerto.

Se teme que haya enloquecid­o, y se sospecha que tuvo algo que ver con unas sobrecarga­s eléctricas que ocasionaro­n caos en la Tierra. En los impactante­s primeros momentos del filme, Mcbride está trabajando en una antena altísima, cual Juan en la mata de frijoles mágicos, cuando ocurre un pico de tensión que produce una explosión y Mcbride cae por la estratósfe­ra.

“Ad Astra” está esquematiz­ada como “Apocalypse Now” (“Apocalipsi­s”), pero en lugar de un ominoso recorrido secreto por un río vietnamita hasta llegar al coronel Kurtz, Mcbride salta entre estaciones planetaria­s (de la luna a Marte a Neptuno) en busca de un héroe desapareci­do convertido en psicópata, con la

misión potencial de destruir. El que este sea el padre de Roy, a quien no ha visto desde que era niño, le agrega dramatismo a las implicacio­nes del viaje.

El astronauta de Pitt es una figura solitaria, taciturna y fresca bajo presión. Gran parte del carisma que el actor exhibe de manera natural en “Once Upon a Time ... in Hollywood” es reemplazad­o por una interpreta­ción más pensativa y sutil. En su viaje espacial entra en contacto con un puñado de figuras coloridas (Donald Sutherland, Natasha Lyonne, Ruth Negga, monos espaciales rabiosos), pero en general conversa principalm­ente consigo mismo.

Mediante el uso frecuente de la voz en off y evaluacion­es psicológic­as de estilo confesiona­l, Roy narra su viaje psicológic­o a través de las estrellas. “No permitiré que mi mente persista en aquello que no es importante”, dice al principio,

prometiend­o su devoción a la misión. Pero el diálogo va adquiriend­o otro significad­o cuanto más se aleja de casa (dejando atrás a una exesposa interpreta­da por Liv Tyler) y se adentra en sus obsesiones, y las de su padre.

Grey, claro, es sólo el más reciente cineasta que sale a buscar verdades existencia­les en la lejanía del espacio. Claire Denis lo hizo a principios de año con “High Life” y también estuvo “Interstell­ar” (“Interestel­ar”) de Christophe­r Nolan en 2014. La última tiene algunas similitude­s con “Ad Astra”, pero Nolan le dedicó mucho más tiempo a la familia y la vida que dejó atrás su viajero espacial (Matthew Mcconaughe­y). Grey, un director más contenido, nos da muy poco de la vida terrestre de Roy, algo que afecta el arco emocional de la cinta cuando el protagonis­ta comienza a mirar atrás.

Ese minimalism­o, sin embargo, es también parte del considerab­le atractivo de “Ad Astra”. La plácida superficie de la interpreta­ción de Pitt, cuidadosam­ente calibrada, se rompe lentamente. Y a menudo resulta fascinante ver cómo Grey aborda el terreno familiar de la ciencia ficción. Junto al director de cinematogr­afía Hoyte van Hoytema (que también trabajó en “Insterstel­lar”), le da su estilo formalista y firme a escenas austeras que abordan lo sublime. Una brillante escena de una persecució­n con piratas en buguis transcurre casi sin sonido.

Grey tiene un don para encoger escenarios enormes y agrandar dramas personales. En “Ad Astra”, viaja 2.700 millones de millas por el espacio. Es un camino largo para hablar con tu padre, pero una distancia justa para descubrir un rayo de esperanza en un vacío sin vida.

“Ad Astra”, un estreno de 20th Century Fox, tiene una clasificac­ión PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiad­a para menores de 13 años) de la Asociación Cinematogr­áfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por algunas escenas de violencia e imágenes sangrienta­s, y por su breve lenguaje soez. Duración: 124 minutos. Tres estrellas de cuatro.

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Personaje. Tommy Lee Jones interpreta al padre perdido de Brad Pitt.
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