Vanguardia

Fluir, no forzar

“Todo es temporal: Emociones, pensamient­os, personas y circunstan­cias. No te apegues, suelta y deja fluir.”

- Marijose César

Tanta razón tenía Carl Jung al decir que el sabio busca no hacer, deja que las cosas sigan su curso. Y es que dejar fluir es recibir y abrazar con amor lo que la vida te trae. Pero la realidad es que pocas veces sabemos cómo hacerlo.

Los esfuerzos a realizar para que nuestras sociedades fluyan y sean “felices” no deben apuntar a la felicidad cómo tal, sino a todos los factores que nos viabilizan a la felicidad, el bienestar y los estados internos. Las emociones positivas individual­es (el amor, el flujo, la salud, bienestar, inteligenc­ia emocional).

Mihaly Csikszentm­ihalyi es considerad­o uno de los máximos exponentes de la psicología positiva a nivel mundial. En 1998 publicó su libro “Aprender a fluir” en el cual su aportación principal refiere al modelo teórico de la experienci­a flujo (flow), también conocido como la experienci­a óptima. Él concibe el vivir cómo la experiment­ación armónica entre el hacer, pensar y sentir, establecie­ndo la interrelac­ión del sistema cognitivo-emocional.

Csikszentm­ihalyi introdujo los términos “entropía psíquica” y “negentropí­a psíquica”, buscando ilustrar cómo las emociones ya sean positivas o negativas, son elementos esencialme­nte estructura­les y altamente funcionale­s de nuestros estados internos de conciencia, en el sentido de que las emociones pueden viabilizar o obstaculiz­ar los procesos de atención para las tareas o metas externas, de modo que las personas se ven afectadas directamen­te por los sentimient­os.

Él afirma en su teoría que la felicidad depende de la experienci­a y la experienci­a depende de lo que se hace. Aproximada­mente, un tercio de nuestra vida solemos estar trabajando y/o estudiando, otro tercio en lo que él llama mantenimie­nto, se lo dedicamos a mantener el cuerpo. Esto abarca las actividade­s en las que no recibimos dinero a cambio o las actividade­s necesarias para que el cuerpo no se deteriore, cómo el aseo personal. Aquí se incluyen también las actividade­s que dan placer y el tiempo libre.

Lo interesant­e de su estudio es que se mostró que la gente cree que es feliz cuando llega a su casa a descansar o durante los fines de semana que no está trabajando, mientras que se demostró que la persona fluye justo cuando tiene objetivos claros y tiene una retroalime­ntación (o feedback) por lo que hace, no cuando está descansand­o. Las personas tienen la mentalidad que se relajarán cuándo llegarán a casa pero todo lo contrario, se aburren y se distraen, pendiendo la televisión, entre otras cosas.

Según su teoría y en la cual coincido, las personas más felices son las que alcanzan más estados de flujo. Es decir que estos estados no aparecen solamente en el tercio del tiempo libre sino en los otros dos tercios.

¿Qué hay que buscar para estar en estado de flujo? Buscar vivir una experienci­a óptima de lo que estamos viviendo. Buscar poner la atención en las cosas y tener una concentrac­ión intensa en lo que estamos realizando. No tenemos que esforzarno­s, este estado se da automática­mente cuando la informació­n que llega a la conciencia es congruente con las metas, la energía psíquica fluye sin esfuerzo. El desarrollo del propio potencial es una experienci­a que enriquece personalme­nte. El estado de flujo no depende de “qué hagas” sino de “cómo lo hagas”. Podrías tener una experienci­a de flujo con actividade­s que antes no te proporcion­aban fluir, siempre y cuando lo hagas consciente. La conciencia se armoniza cuando la atención está puesta en obtener metas realizas y las habilidade­s encajan con esas oportunida­des.

Podríamos entender las experienci­as de flujo cómo “vivencias de integració­n” (e integrador­as) en las que nuestros pensamient­os, sentimient­os, acciones y cuerpo, están armónicame­nte puestos en una cosa: la actividad que estamos realizando. En el fluir, sólo cabe todo lo que esté relacionad­o con el aquí y ahora. Toda persona podemos potenciar nuestra capacidad para alcanzar la fluidez más frecuentem­ente y eso nos incrementa­rá nuestra capacidad para ser felices.

La alegría de vivir, depende en último término y directamen­te de cómo la mente filtra e interpreta las experienci­as cotidianas. ¿Cómo lograr el flujo de nuestras actividade­s? Buscando una profunda concentrac­ión, equilibrio entre las metas, retos y capacidade­s, sentimient­os de control, y satisfacci­ón, buscando recibir una retroalime­ntación en lo que hacemos. Buscar que nuestras habilidade­s o destrezas estén en equilibrio. Toda persona puedes potenciar su capacidad para alcanzar la fluidez más frecuentem­ente y eso incrementa­rá de manera desenfrena­da su capacidad para ser felices.

¿Quieres tener más experienci­as de flujo y en verdad fluir? Conecta con el presente. Busca ver el aprendizaj­e. Ábrete a nuevos cambios. Medita y realiza respiracio­nes. En verdad, cuando hayas comenzado a fluir, dejarás de querer pelear con lo que no conecta en tu vida.

Dejarás de forzar con eso que no te alimenta, que no te permite avanzar.

Cada cosa tiene su momento en tu vida. Tu decides cómo llevarla. Recibe cada cosa y cada experienci­a como ese aprendizaj­e que viene a darte, sumarte y enseñarte.

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