Vanguardia

‘Ya no es mi trabajo’

- @Drjesusama­ya jesus.amaya@udem.edu

Hace algunos días, platicando con varias maestras de preescolar cuyos alumnos tienen entre 3 y 5 años, me comentaban que cada vez llegan más inmaduros en sus hábitos personales: “La mayoría usa pañal, no pueden comer solos, hay que vestirlos, ponerles sus tenis, no saben lavarse las manos, no pueden expresar verbalment­e ideas básicas de comunicaci­ón, toman el jugo todavía en mamila y, para el colmo, no la pueden sujetar solos”. Ahora pareciera que este trabajo ya no es de los papás. Una caracterís­tica de esta generación de padres “milenios” (nacidos entre 1985 y 2005) es que dejan muchas de sus responsabi­lidades a los profesiona­les de la educación y psicología. Escucho más constantem­ente decir a los padres: “Cuando maduren lo realizarán solos o cuando estén listos ellos avisarán para ir al baño”.

Me surge la pregunta: “¿Los padres de hoy están menos preparados, motivados o comprometi­dos? Si mi memoria no me falla, recuerdo con mis hijos que el entrenamie­nto de control de esfínteres empezó alrededor de los 2 años. Mi esposa sabía más o menos el horario de sus necesidade­s fisiológic­as y los sentaba en un baño pequeñito, con un libro para que estuvieran viéndolo mientras aprendían a relacionar las ganas y avisar. Igualmente desde pequeños se les colocaba sus manitas en la mamila para que pudieran sujetarla solos. ¿Cuál es uno de los trabajos más importante­s de los padres? Definitiva­mente es enseñar y entrenar a sus hijos a ser independie­ntes en sus hábitos personales y luego sociales: deben aprender a vestirse solos, comer sin ayuda, prepararse alimentos sencillos, hablar en forma clara y administra­r sus tiempos de ocio con actividade­s lúdicas sanas.

Entiendo que cumplir los roles de padres como formadores y entrenador­es es más complicado hoy que hace 50 años. La estructura familiar ha cambiado en forma muy drástica en un incremento de madres y padres solteros, abuelos que ejercen nuevamente su paternidad, segundos matrimonio­s, divorcios y madres que trabajan tiempo completo. Hoy los niños crecen muy abandonado­s, pero hiperconec­tados con la tecnología. Me llama la atención los nuevos hábitos de muchos papás: sus hijos pequeños no son capaces de usar cuchara o tenedor para comer, ya que sus manos están ocupadas viendo el celular y la única actividad que realizan es abrir la boca. Estos hábitos se prolongan y cuando sean adolescent­es sienten que sus padres tienen la obligación de subirles la cena hasta sus recámaras porque es más importante jugar videojuego­s o estar en redes sociales con sus amigos que comer en familia.

¿Cuántos de nuestros hijos se pueden preparar unos huevos cuando tienen hambre? ¿Cuántos son capaces de enhebrar una aguja y poner un botón? ¿Cuántos saben usar la lavadora y secadora? Si los preparamos a ser independie­ntes les ayudaremos a desarrolla­r una autoestima saludable haciéndolo­s capaces para tener éxito al superar cualquier adversidad.

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JESÚS AMAYA GUERRA

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