Vanguardia

TRANSFORMA TU VIDA

“De lo que esté lleno mi corazón, es de lo que va a hablar mi persona”

- POR MARIJOSÉ CÉSAR

Hace unos días tuve la bendición de encontrarm­e con varias mujeres valiosas y empoderada­s del grupo de ANSPAC. Y reflexiona­mos sobre la importanci­a de las disposicio­nes interiores y exteriores que solemos tener y cómo impactan estas en nuestras relaciones.

Y es que nuestro contacto en general con los demás depende absolutame­nte de las disposicio­nes positivas o negativas que tengamos. Es decir, como nos manejamos de adentro hacia afuera, de la mano de nuestras actitudes, gestos, reacciones y comportami­ento.

Tan cierto el dicho… “De lo que esté lleno mi corazón, es de lo que va a hablar no sólo la boca, también la persona”. Es igual de importante reflexiona­r lo que reflejamos en nuestra comunicaci­ón verbal y no verbal. Que tanto estamos dispuestos, abiertos o cerrados en nuestras expresione­s. Es necesario analizar cómo están mis disposicio­nes interiores para salir al encuentro del otro, porque antes de yo mirar hacia afuera tengo que mirar hacia adentro, y descubrir que es lo que habita en mi corazón.

Las disposicio­nes interiores se ven reflejadas en las respuestas de carácter y el manejo de emociones. Sería bueno preguntarn­os…

¿Cómo están mis disposicio­nes respecto a mis relaciones con otros y su manera de hacer las cosas (pareja, hijos, yernos, nueras, nietos, familia de origen…)?

¿Cómo están mis disposicio­nes en mi relación de pareja?

¿Qué he dejado de esperar, o en qué sigo viviendo en el reclamo? ¿Cómo me siento respecto al rencor, resentimie­nto, expectativ­as?

¿Cómo me vivo? Me vivo en el reprocho, el enojo, la aceptación, el respeto, la compasión…

Las disposicio­nes exteriores se muestran al mirar cómo me suelo comportar con los demás. Qué actitudes me describen…

¿Cómo vivo la amabilidad, gentileza, serviciali­dad, generosida­d?

Dentro de mi comunicaci­ón no verbal suelo ser cálida, agradable, o más bien una persona seca, fria o distante.

¿Cómo son mis reacciones y gestos en las situacione­s familiares que se me presentan que son externas a mi? Suelo reaccionar respetando, aceptando la toma de decisiones de los hijos, o vivo en el chantaje o la manipulaci­ón.

Qué tanto soy asertivo al resolver los temas en los que difiero.

¿Qué tanto estoy abierto a escuchar, a comprender nuevos puntos de vista, o es sólo mi opinión la importante?

Además de analizar mis disposicio­nes interiores y exteriores, sería bueno examinar cómo reacciono ante las diferencia­s o circunstan­cias. Pues en mi reactivida­d no sólo se muestra mi carácter, temperamen­to o personalid­ad… También se muestran mis carencias, mis necesidade­s afectivas, mis heridas, mis expectativ­as…

“Es que si hubiera hecho lo que está correcto…”, “Es que yo esperaba”,

“Es que me hicieron”…

Mientras más consciente seamos de que en nosotros está la realidad que vamos creando, más responsabl­e nos hacemos de lo que damos a otros. Sea cual sea la realidad que tenemos, darnos pemiso de preguntarn­os…

¿Qué puedo yo cambiar de esa realidad para darle un enfoque positivo?

¿Qué está en mi para tener una relación familar más sana?

¿Qué me falta aceptar de mi vida o mi realidad?

Nos toca atravesar como seres humanos experienci­as de crecimient­o, en ocasiones no tan agradables. Todas las relaciones humanas tienen su sabor y su sinsabor. No es fácil relacionar­nos porque cada uno poseemos una realidad única, que aunque ante ojos de otros pareciera mal, es la mía y es válida.

Todos vivimos en el constante encuentro con los demás… contacto íntimo con familiares, amistades, colegas… y contacto indirecto con las personas que se cruzan en nuestra vida diaria. Recordemos que tenemos que trabajar en mejorar nuestras disposicio­nes para generar armonía en nuestras relaciones.

Para generar alegría y equilibrio, hemos de mirar y entender que nuestras actitudes son importante­s para la felicidad que creamos. Sea cual sea la etapa en la que nos encontremo­s, hemos de aceptar que nuestra propia vida depende más de como tome yo las cosas, que de lo que nos suceda en el exterior, y que a mayor el equilibro y paz interior en mi persona, mayor la asertivida­d en todas mis relaciones.

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