Entre generaciones
Existen múltiples estudios acerca del comportamiento social y cultural de las generaciones de homo sapiens a lo largo del tiempo. Por lo general se han parcelado las generaciones en tramos de 20 a 25 años. Ningún parámetro es estricto, pero puede resultar útil para comprender algunos cambios generacionales.
No me detendré en adelantar una explicación sobre quiénes y cómo están conformadas las generaciones, porque me propongo, únicamente, plantear una hipótesis. Para los efectos de plantear mi hipótesis, veo tres grandes grupos de edad: a) los adultos mayores y futuros adultos mayores, b) los adultos más jóvenes y c) los jóvenes y adolescentes.
Es preciso señalar que cuanto diré en los siguientes párrafos está atravesado por las diferencias socioeconómicas. Valen para los sectores urbanos, medios y altos. Nada o poco tienen que ver con las clases populares urbanas o rurales. En esos medios el asunto es completamente distinto.
Por adultos mayores me refiero a los baby boomers, nacidos entre 1945 y 1965 o poco menos. Rondan hoy entre los 55 y los 80 años de edad.
Por adultos, mejor conocidos como generación X, me refiero a los nacidos entre 1965 y 1980. Rondamos entre los 40 y los 55 años.
Por jóvenes, mejor conocidos como millennials, generaciones Y y Z, me refiero a los nacidos después de 1980, quizá 1985, año del terremoto que devastó la Ciudad de México y tiempo de grandes cambios geopolíticos, económicos, sociales y culturales, como la caída del Muro de Berlín. Este tramo puede extenderse hasta el año 2000. Fue necesario hacer un corte de caja o si se quiere una desagregación para visualizar mejor el variado comportamiento observado entre los millennials y los jóvenes de la generación Z, menores de 20 años, algunos ya adultos, pero una mayoría, adolescentes.
Quienes formamos parte de la generación X ampliada, nos encontramos en el ojo del huracán, justo en medio, teóricamente nos corresponde capitanear el barco durante otros 20 años, en caso de que Bartlett nos preste tantito el balón y siempre y cuando la pujante juventud no nos mande al retiro antes de tiempo. Somos una generación que valora a sus padres, entre otras razones porque nos constan las adversidades que tuvieron que sortear. Vivimos una ola de cambios en México y en el mundo, que nos permitieron vivir la Historia mientras se escribía. El cambio, la globalización y la tecnología nos acercaron al mundo y acercaron éste a nosotros. Aunque por la rapidez de los cambios, ahora estamos viendo una crisis del capitalismo que, llegamos a creer había triunfado definitivamente en 1989. Sin duda un cambio inesperado que nos llega cuando seguimos lejos del retiro.
Después de muchos esfuerzos y sacrificios, nuestros padres lograron poner el balón frente a la portería. Metimos gol y creímos que hacia delante todo sería progreso y felicidad. Es el “fin de la Historia” decían algunos. No más contradicciones entre modelos económicos y sociales. Nos pintaron el mundo de una manera que, por lo visto, ya no será, nosotros nos la creímos.
Ahora despertamos, tenemos hijos y suficiente energía para trabajar, pero esta pandemia evidenció la falsedad de las premisas que asumió el capitalismo. Entre dos generaciones muy diferentes en edad, pero muy iguales en su manera de ver al mundo, nos corresponde encabezar la reconstrucción.
En un extremo están los adultos mayores que empiezan a considerar más la trascendencia que las nimiedades cotidianas que tanto preocupan al falso “yo”. En el otro, cientos de millones de jóvenes con esa energía de cambio que nos mueve en esa edad. Para ellos las pugnas ideológicas y económicas dicen muy poco. Son enteramente digitales de nacimiento y suelen tener una conciencia ecológica profunda. Nacieron en plena crisis ambiental y ellos pagarán las consecuencias, se atempere o no. Es “su” tema social y en torno a él va mucho de su comportamiento cotidiano.
Entre estos dos extremos tendremos que navegar durante la próxima década, me parece