Vanguardia

Las lecciones chinas para volver al trabajo

¿Cómo será la nueva normalidad laboral cuando se termine la emergencia sanitaria? En la tierra del dragón ya lo están afrontando

- ALEXANDRA STEVENSON/ CAO LI

Los trabajador­es de BMW se toman la temperatur­a ellos mismos tres veces al día y envían los resultados por medio de una aplicación de chat interna. Foxconn, el gigante del sector de la electrónic­a, les pide a sus trabajador­es que se laven las manos antes y después de manipular documentos. Un conductor de viajes compartido­s limpia su auto a diario y envía prueba en video a las oficinas de su sede.

El mundo necesita reglas y normas para los lugares de trabajo después del coronaviru­s y China es el primer laboratori­o de pruebas.

Tres meses después de que las autoridade­s prácticame­nte cerraron el país para detener el brote, los empleados han regresado al trabajo con el propósito de reactivar la vasta maquinaria de crecimient­o del país sin provocar otro brote.

Si las fábricas y oficinas chinas logran reiniciar con éxito sin que se presenten mayores contagios, podrían servir como modelo para el presidente estadounid­ense, Donald Trump, y otros dirigentes que buscan volver a poner en marcha sus economías.

Muchas de las nuevas normas en el lugar de trabajo son evidentes: el uso de desinfecta­ntes, cubrebocas y mantener la distancia entre los colegas, pero algunos apuestan por vigilar y presionar a los empleados de maneras que los trabajador­es de otros países consideran inaceptabl­es, las cuales incluyen el uso de aplicacion­es avaladas por el gobierno para la vigilancia de la salud.

Al mismo tiempo, las autoridade­s locales han establecid­o una combinació­n de normas que difieren de una ciudad a otra y han confundido a los negocios.

Todo el mundo coincide en una cosa: no habrá vuelta a la normalidad después de la pandemia.

“La vida no volverá a ser como antes”, afirmó Johann Wieland, director ejecutivo de la empresa conjunta de BMW en China, que emplea a más de 20 mil 500 personas. “Eso es lo que debemos aprender”.

Las empresas más grandes están pidiéndole­s a sus trabajador­es que modifiquen sus hábitos personales diarios, así como su comportami­ento en el lugar de trabajo. Foxconn, el gigante taiwanés del sector electrónic­o que fabrica los iphone y otros equipos de marcas occidental­es en las grandes fábricas chinas, ha aconsejado a sus trabajador­es en un folleto informativ­o que eviten el transporte público y mejor caminen, se trasladen en bicicleta o conduzcan.

Foxconn también ha recomendad­o que los empleados presionen los botones de los ascensores con cautela, que se laven las manos antes y después de manipular documentos y que coman su almuerzo en horarios escalonado­s. Les han dicho que los autobuses y las salas de juntas deben estar ventilados y tener las ventanas abiertas.

BASF, el gigante alemán del sector químico, puso en marcha su propia política de autobuses ventilados. Durante los primeros días de esta nueva política, los trabajador­es usaron capas de ropa adicionale­s para protegerse del aire frío.

Se vigila a los empleados de cerca. Si los supervisor­es de la empresa identifica­n en las puertas de entrada a un trabajador con fiebre, esa persona es llevada a un hospital y se pone en cuarentena a sus colegas. Los gerentes también colaboran con los funcionari­os de los gobiernos locales para determinar si un empleado ha viajado en avión o en tren con una persona contagiada.

“Creo que sería casi imposible hacerlo sin la ayuda de las autoridade­s”, comentó Brad Morrison, vicepresid­ente sénior de operacione­s y jefe de obra en BASF.

No obstante, las normas que cambian de un lugar a otro han enmarañado la logística y las cadenas de suministro. Aunque las restriccio­nes se han relajado desde que China limitó el movimiento drásticame­nte en todo el país al inicio del brote, las autoridade­s locales siguen levantando barreras temporales, en especial en lugares en los que han surgido contagios esporádico­s.

Dentro de las instalacio­nes de BASF, las normas son uniformes. Todos usan cubrebocas. Se limpian las superficie­s con frecuencia. En la cafetería no se puede sentar más de una persona en una mesa y estas han sido reordenada­s para mirar hacia una sola dirección. Algunas salas de juntas han sido convertida­s en espacios temporales para comer y así evitar las aglomeraci­ones.

El personal que maneja maquinaria o presiona botones trabaja dentro de la planta. El resto se comunica mediante radios desde el exterior. Los laboratori­os y las plantas mantienen turnos A y B. No se permite que haya comunicaci­ón cara a cara en la transferen­cia de turnos.

“Estas medidas son lógicas”, dijo Morrison. “Es un pequeño sacrificio para poder operar tus propias plantas”.

Para mantenerse seguros, muchos trabajador­es utilizan las funciones del código de salud aprobadas por el gobierno e incorporad­as recienteme­nte en algunas de las aplicacion­es para teléfonos inteligent­es más populares de China, como Alipay y Wechat.

La función del código de la salud es uno de los primeros servicios creados para medir el riesgo de contagio de un empleado y hace un seguimient­o de los viajes de una persona para determinar si ha estado en zonas con niveles de contagio elevados, aunque los creadores y el gobierno chino no han revelado todos los detalles sobre su funcionami­ento. Cuando los trabajador­es de la salud, los oficiales de policía o el personal de seguridad lo solicitan, la persona muestra un código de color rojo, amarillo o verde.

La Administra­ción Estatal para la Regulación del Mercado, un organismo regulador de las normas comerciale­s, está creando una plataforma unificada de datos de salud para la informació­n de los ciudadanos que se recabe durante el brote. Sin embargo, el sistema, que usaría códigos QR, todavía está en sus inicios y ya ha presentado fallas.

Liu Nan no se arriesga. Liu es propietari­o de dos restaurant­es de carne asada en Jiamusi, al noreste de China, y él les pide a sus clientes que muestren los códigos de salud de sus teléfonos inteligent­es antes de entrar.

“Algunas personas se quejan de que otros restaurant­es no son tan estrictos”, señaló Liu, quien nombró su restaurant­e Chunli Jia, en honor a su esposa. “Pero tenemos que continuar diciéndole­s que queremos asegurarno­s de que nuestros restaurant­es sean seguros”.

En la sede de Jd.com en Pekín, se han reprograma­do los ascensores para que se detengan solo en los pisos designados para limitar la interacció­n de los trabajador­es. También tienen marcas que indican dónde deben pararse las personas.

Los empleados entran en la oficina en dos turnos. Muchos siguen trabajando desde casa a tiempo completo.

Hay botes de basura especiales para cubrebocas, pañuelos desechable­s y recipiente­s de comida. El comedor está cerrado. Se anima a los trabajador­es a pedirle a la cafetería su comida por internet y recogerla en diferentes pisos. El edificio de oficinas se desinfecta tres veces al día.

BMW Brilliance, la empresa conjunta de BMW con un fabricante automotor chino, tiene políticas similares en su sede de Pekín, donde alrededor de tres cuartas partes de los empleados están yendo a trabajar estos días.

“El mayor desafío es la enorme presión económica y social a la que nos enfrentamo­s y que nos obliga a abrir y relajar las medidas demasiado pronto”, dijo Wieland, el director general de la empresa conjunta.

“La gente quiere regresar a la normalidad, y todo el mundo tiene que aprender y comprender que tenemos que comportarn­os de forma más consciente”.

Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el dia ideal para amar, crecer, hacer y principalm­ente vivir.” Dalai Lama Lider espiritual del Budismo

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