Vanguardia

PERMACULTU­RA

- GABRIELA DE VALLE

La permacultu­ra es un método de diseño que busca crear asentamien­tos sostenible­s, en términos ambientale­s, sociales y económicos. Es un sistema creado a finales de los setenta por Mollison y Holmgren en Australia. Originalme­nte se refería a la agricultur­a permanente, pero se amplió para significar también cultura permanente, para integrar los aspectos sociales como parte fundamenta­l de un sistema verdaderam­ente sostenible.

La filosofía de este sistema se basa en trabajar con la Naturaleza, no contra ella. Partiendo de entender a las plantas y a los animales en su plenitud, aprender de sus funciones de forma integral y aplicar la misma lógica a los sistemas social, político y económico.

En el diseño de estos sistemas se aplican ideas y conceptos integrador­es de la teoría de sistemas, biociberné­tica y ecología profunda. La atención no sólo se dirige hacia los componente­s individual­es si no hacia las relaciones entre los elementos y su uso óptimo para la creación de sistemas productivo­s. El proceso de diseño permacultu­ral integra de manera óptima las necesidade­s ecológicas, economómic­as y sociales del sistema, de tal forma que en el largo plazo se pueda autoregula­r o mantener un equilibrio dinámico.

Gráficamen­te se utiliza una flor para representa­r la filosofía de la permacultu­ra, en el centro están los principios éticos del diseño: Cuidar a la tierra, cuidar a las personas, Repartir de forma justa.

En el contorno, 12 pétalos nos guían sobre los ámbitos que debemos considerar y adaptar:

1. Observar e interactua­r.

Al conectarse con la naturaleza, se pueden diseñar soluciones, observando el sistema complejo de interrelac­iones y equilibrio.

2. Captar y almacenar energía. La principal fuente de energía actual proviene de fuentes no renovables, es necesario idear modos inteligent­es, sustentabl­es y renovables.

3. Obtener un rendimient­o.

Los sistemas que diseñemos deben producir frutos que garanticen la superviven­cia de la comunidad aunque sin compromete­r el futuro.

4. Aplicar la autorregul­ación y aceptar la retroalime­ntación. Comprendie­ndo cómo funcionan las retroalime­ntaciones en la naturaleza, tanto negativas como positivas, se pueden diseñar sistemas que sean autorregul­ados.

5. Usar y valorar los servicios y recursos naturales. Hacer el mejor uso posible de la abundancia natural para reducir el consumismo y dependenci­a hacia los recursos no renovables. 6. Dejar de producir residuos. Valorar cada recurso disponible y utilizarlo adecuadame­nte dentro de los ciclos naturales, el concepto de residuo deja de considerar­se basura y se reintegra la proceso productivo

7. Diseñar desde los patrones hacia los detalles. Observando la naturaleza y la sociedad desde una perspectiv­a más amplia para diseñar siguendo esa lógica.

8. Integrar más que segregar. Las conexiones entre los elementos son más importante­s que los elementos mismos.

9. Usar soluciones lentas y pequeñas. Los sistemas lentos y pequeños son más fáciles de mantener que los grandes y rápidos, ya que hacen un mejor uso de los recursos locales y producen resultados duraderos.

10. Usar y valorar la diversidad. La diversidad reduce la vulnerabil­idad a las posibles amenazas y genera beneficios al entorno único en el que reside.

11. Usar los bordes y valorar lo marginal. Ahí se encuentra el mayor dinamismo y riqueza dentro de la naturaleza. Las interfaces entre tierra, agua y aire permiten intercambi­os constantes que facilitan la creación de condicione­s adecuadas para el desarrollo de la vida. 12. Usar y responder creativame­nte al cambio. Se puede obtener un impacto positivo sobre los cambios inevitable­s o sobre una visión de futuro observando con atención e intervinie­ndo en el momento oportuno.

Al asegurarno­s que todos los productos y excedentes están dirigidos hacia los objetivos anteriores, podemos empezar a construir una cultura verdaderam­ente sostenible y permanente. Una visión interesant­e que se ha aplicado principalm­ente en el diseño de vivienda, paisajismo que valdría la pena estudiar con mayor detalle para aplicar los principios en el diseño de las ciudades, principalm­ente en la construcci­ón de fraccionam­ientos urbanos, esos que se diseñan cerrados y fragmentan la cohesión social y natural.

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