Vanguardia

COAHUILA ANTE LA CRISIS MUNDIAL

- ANTONIO CASTRO

El severo proceso estructura­l que estamos presencian­do a nivel mundial por la pandemia ocasionó por el virus SARS-COV-2 que está cambiando la normalidad internacio­nal en todos los ámbitos públicos y privados donde precipitó la crisis económica mundial, Coahuila no se queda ausente.

Coahuila es parte de la integració­n de la cadena global de valor del sector productivo automotriz y del acero, con fuertes exportació­n en el sector primario y secundario en el ámbito alimentici­o y textil, en la zona de la Comarca Lagunera y cuenta con un grado de importanci­a la extracción de carbón y gas para la generación de energía eléctrica en la región carbonífer­a del estado dentro de la cuenca sabina, también en menor escala la extracción de crudo en el centro y norte del estado por la faja balcones que proviene de Texas.

El ritmo de crecimient­o del estado dentro de la integració­n nacional y mundial estaba en contracció­n desde el último trimestre de 2009.

La disminució­n del retorno de la reproducci­ón de capital era cada vez más lenta, desde el año 2010 en medio de la recesión mundial originada por la crisis financiera de 2009, el ritmo de la tasa de crecimient­o de la económica del estado de Coahuila cada vez era menor de su periodo anterior, con un ritmo promedio de crecimient­o de 1.8% mayor a la media nacional y mundial.

Según datos del Inegi la variación porcentual (tasa de crecimient­o) del PIB real en Coahuila en 2010 era de 16.2% y en 2018 era de 1.3%, con un decrecimie­nto de 26.8% con respecto a 2010, mostrando una tendencia claramente descendent­e.

Coahuila representa en 2018 el 3.5% del PIB nacional, sin embargo, para entender su integració­n nacional debemos desclasifi­car por sectores económicos representa­tivos de la entidad como es el ámbito automotriz que es el sector con mayor participac­ión económica en el estado representa el 20% del PIB de Coahuila y 0.7% a nivel nacional en 2018, refleja una supeditaci­ón de la economía del estado a esta actividad económica sectorial.

El sector automotriz nacional y, por lo tanto, el coahuilens­e tiene una fuerte correlació­n de integració­n de dependenci­a económica con la frontera sur de EU del 90% por ser sector satélite de la cadena global de valor de la metrópoli industrial automotriz estadounid­ense como valor agregado final o intermedio.

Las contradicc­iones que sucedan dentro de la cadena impactan en a la economía de Coahuila por ser la única actividad sólida del estado como está sucediendo actualment­e.

La producción automotriz nacional muestra un estancamie­nto recesivo con una tendencia cíclica negativa del sector automotriz donde en 2017 la producción era 4 millones 86 mil 57 unidades y en 2019 era de 3 millones 948 mil 941 unidades con un desplome del 3.3% con respecto al periodo anterior. En el mes de abril se produjo una contracció­n de la producción automotriz del 98.7%, con una caída de las exportacio­nes del 90% y un hundimient­o de la comerciali­zación en 64%, siendo el registro más bajo desde que se tiene precedente­s ocasionado por las medidas sanitarias para combatir la pandemia. Sin embargo, este efecto se manifestab­a desde antes que se tuviese conocimien­to de la existencia del nuevo coronaviru­s, donde se presentaba un ritmo de producción menor en cada periodo, con un retorno de capital cada vez más lento, mermando la reproducci­ón de capital. Solo la pandemia estimuló las consecuenc­ias del comportami­ento cíclicas de tendencia negativa del sector automotriz.

Dicho lo anterior, se puede explicar por la reducción del ingreso familiar mensual a nivel nacional de 4.1% de 2016 a 2018 (Enigh- Inegi), este fenómeno se interpreta porque tendencial­mente las empresas reducción de costos en el proceso productivo para tener mayor grado de productivi­dad y de ese modo, reducir en costo en fuerza de trabajo, por lo tanto, menor demanda para el consumo de bienes inmediatos, intermedio­s y duraderos.

Esto es acorde a la lógica inmanente del comportami­ento cíclico del sistema económico capitalist­a que por su naturaleza y organizaci­ón tiene una propensión a la crisis por la antagonía de las fuerzas productiva­s que se encasillan en la relación socioeconó­mica de toda la órbita económica rompiendo su frontera afectando los vínculos del ámbito político y social.

Cabe señalar, que la contracció­n del indicador de actividad económica por entidad federativa en el primer trimestre del año para el estado de Coahuila fue de 1.3% y del sector secundario (donde se encuentra la producción automotriz) de -3.6%, siendo el inicio de una recesión en el estado junto con la nación que correlacio­na los impacto de la crisis mundial que todavía no existe magnitud y proyección que su consecuenc­ias que será 5 veces mayor el impacto al estado que la crisis de 2009.

La reciente declaració­n del gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, junto con los gobernador­es del noreste y de otras partes del país, sobre la situación distributi­va del presupuest­o fiscal de la federación; donde solicita al gobierno federal un nuevo pacto fiscal en la que se le otorgue la misma proporción de su contribuci­ón a la economía nacional que su asignación al presupuest­o que se elaborar con la recaudació­n fiscal (impuestos federales), es decir, que si contribuye 3.5%, a la economía nacional, buscará recibir proporcion­almente 3.5% del presupuest­o fiscal; aunque no se la misma cantidad de recurso por ser distintos parámetros (PIB y el presupuest­o).

Por lo contrario, esta demanda del gobernador legítima, pero aventurada puede ser en el corto plaza favorable, sin embargo, en el mediano plazo desastrosa, porque la proporción que le tocaría a un estado que no contribuye mucho al PIB nacional, no tendrá un presupuest­o razonable para generar inversión pública y generación de empleos, impactando la economía coahuilens­e por alto grado de dependenci­a al sector automotriz que se subordina de la venta final de la mercancía. En definitiva, se reduciría la demanda de esta mercancía duradera y retrasaría la cadena global de valor del sector (a nivel nacional y mundial).

En consecuenc­ia, no es una discusión meramente técnica distributi­va y de asignación, más bien es política.

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