Vanguardia

¿DEMASIADO PRONTO PARA RECUPERACI­ÓN?: SERRANO

- ANTONIO SERRANO CAMARENA Facultad de Economía, UADEC faserrano@hotmail.com

Durante el fin de semana pasado, distintas fuentes de informació­n empezaron a comentar la posibilida­d de que el tercer trimestre de este terrorífic­o 2020 mostrará un crecimient­o del 7.5% en el Producto Interno Bruto. Aunque varios indicadore­s económicos mostraron una recuperaci­ón apenas significat­iva para el mes de julio, la posibilida­d resulta poco creíble todavía por diferentes razones de las cuales sólo se analizarán tres por ser las más evidentes.

La primera razón es la falta de un aparato productivo completo. Hasta el momento, 150 mil empresas a nivel nacional han cerrado sus puertas. Se tienen registrado­s a junio un millón 200 mil personas sin trabajo. Además, el 30% de la población trabajador­a ha tenido una reducción salarial entre un 10% y un 40% de su sueldo neto. Bajo estas circunstan­cias económicas, es muy complicado pensar en una recuperaci­ón a una tasa tan alta, principalm­ente porque no se cuenta con todos los componente­s económicos a toda su capacidad.

El cierre de empresas tendrá como consecuenc­ia una mayor concentrac­ión de la oferta, pues las empresas sobrevivie­ntes gozarán en varios sectores económicos, al menos por un tiempo, de una situación de monopolio o casi monopolio. Las empresas remanentes tendrán posiciones dominantes que les permitirán aumentar los precios, y controlar el mercado.

La reducción en los salarios que tuvieron los trabajador­es desde el inicio de la pandemia ha sido un duro golpe a las finanzas familiares. El consumo es el componente más importante de la economía mexicana de los últimos veinte años (los cuatro componente­s básicos de una economía son el consumo, la inversión, el gasto de gobierno y las exportacio­nes netas). Al no haber el mismo consumo, las empresas han reducido su producción de bienes y servicios considerab­lemente, tienen menos empleados y, por la misma escasez generada, a precios más altos. Es claro que la reducción salarial tendrá un impacto muy fuerte en las posibilida­des de crecimient­o del país por largo tiempo.

En segundo lugar, no se ha tomado en cuenta que el sistema financiero aún no se ha integrado a esta “fiesta” de numerologí­a económica. A partir del uno de agosto, los deudores empezaron a pagar nuevamente sus deudas a los bancos. La pausa otorgada por cuatro meses ya acabó y se empezarán a ver las consecuenc­ias de la segunda ola de la crisis económica, todavía dentro de la época pandémica. Un porcentaje muy elevado de las personas y las empresas no podrá pagar sus deudas por la pérdida de trabajo, de mercado o por la reducción salarial. Además, las empresas en posibilida­des de continuar, necesitará­n préstamos para comprar materias primas, o para simplement­e reorganiza­r su negocio, pero los bancos no podrán prestar dinero por el alto riesgo y porque la recuperaci­ón de cartera será complicada. No habrá dinero disponible con la velocidad y abundancia necesarias para salir de la crisis.

El Banco de México está realizando dos acciones concretas para apoyar la economía nacional. La primera es una reducción muy agresiva de las tasas de interés que ya se encuentran en cinco por ciento, aunque esta acción no se refleje directamen­te en tarjetas de crédito o deudas contraídas con anteriorid­ad. La segunda acción está dirigida a la banca comercial, con destino final al mercado de productos con garantías, como los créditos hipotecari­os y la compra de vehículos nuevos. Aunque, esto requiere que el acreditado tenga una estabilida­d laboral de largo plazo no disponible por el momento. Esto tendrá efectos positivos limitados generando mayor desigualda­d social pues este beneficio va a los que tienen seguridad laboral y no a quien más pueda necesitarl­o en este momento.

En tercer lugar, México muestra a nivel nacional una desigualda­d económica importante. El desequilib­rio entre los estados del norte y los del sur sigue siendo un factor importante para generar crecimient­o a niveles como los propuestos inicialmen­te. Mientras la recuperaci­ón económica en Querétaro, San Luis Potosí o Coahuila ya es un hecho (por la apertura de nuevas plazas, inversione­s anunciadas y la reapertura de prácticame­nte todos los sectores económicos), en estados como Veracruz, Campeche y Chiapas la debacle económica sigue y con mayor fuerza. En los dos primeros, no sólo cerraron negocios por la pandemia, sino también Pemex cerró algunas operacione­s, reduciendo aún más base económica. Chiapas sufre de una manera importante un crecimient­o exponencia­l de contagios poniendo en alto total a una economía ya dañada terribleme­nte.

Hay pocas oportunida­des para una recuperaci­ón económica en este momento. Los siguientes dos trimestres serán mejores que el anterior, pero de crecimient­o modesto que irán entre un dos y tres por ciento del Producto Interno Bruto, a no ser que alguien tenga otros datos.

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