Vanguardia

La justicia constituci­onal local: retos y desafíos en Coahuila

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El Centro de Estudios de Derecho Comparado y Procesal Constituci­onal me invitó durante la semana a dar una plática sobre el origen, evolución y situación actual de la justicia constituci­onal local. En realidad, me hizo recordar mis primeros trabajos sobre el control difuso (1998). Existen aún problemas de justificac­ión, contenido y de práctica que no hemos superado.

El constituci­onalismo local fue un discurso más de la transición política. Después del 2 de julio de 2000, los estados comenzaron a adoptar, para su régimen interno, algunas institucio­nes que eran vanguardis­tas para la Nación. Las reformas municipale­s, judicial y del derecho a la informació­n, principalm­ente, fueron los temas de la agenda que posicionar­on un nuevo debate federalist­a.

Las entidades competían. Se hicieron buenas leyes, pero no fue suficiente la implementa­ción. La consolidac­ión democrátic­a exigía garantías institucio­nales para hacer realidad a las nuevas institucio­nes locales. De cualquier manera, la justicia constituci­onal local representa todavía una oportunida­d a desarrolla­r en el federalism­o judicial.

Desde 2001, Coahuila estableció la garantía del control judicial de la Ley Suprema Coahuilens­e. Era el inicio de la alternanci­a presidenci­al. Los estados, gobernados en su mayoría por el partido hegemónico diferente al presidenci­al, comenzaban a ensayar un nuevo federalism­o por la vía legislativ­a. Era una primera respuesta a la competenci­a política: hacer buenas leyes.

Por azares profesiona­les, me tocó coordinar los trabajos de esas reformas en Coahuila. No fue fácil. Siempre hay resistenci­a al cambio. En particular, la justicia constituci­onal local tenía un serio opositor: el establishm­ent judicial.

Pero el contexto político y la reforma del 115 constituci­onal obligo a las legislatur­as de los estados ha establecer vías judiciales para resolver controvers­ias del orden municipal. Jacinto Faya fue un jurista determinan­te para impulsar esa reforma municipali­sta que, por primera vez, creó un sistema de justicia constituci­onal.

Luego en 2005 me tocó coordinar los trabajos de la Ley de Justicia Constituci­onal Local. Otro destacado jurista, José Fuentes

García, fue clave para consensuar la nueva ley dentro del Poder Judicial. Con todas las reticencia­s naturales que había, mi maestro de amparo me ayudó a transitar el proyecto que elaboré como Coordinado­r Legislativ­o. El entonces diputado local, Ricardo López Campos fue fundamenta­l para procesar las reformas en el Poder Legislativ­o.

Después de esta experienci­a, confieso que no volví a escribir del tema ni tampoco participé en su práctica. Mi actividad se concentró en la academia. Desde el año pasado, sin embargo, como juez comencé a resolver cuestiones constituci­onales que, como diseño local, me tocó conceptual­izar.

Este primer año ha sido muy intenso. Mi posición minoritari­a, principalm­ente, ha expresado 36 votos que en el fondo retoman mis ideas de la justicia constituci­onal.

NUEVO CONTEXTO

Existe una nueva pluralidad política. La 4T, los debates de la alianza federalist­a y las nuevas reformas que se discuten a nivel local y federal van a tener que repensar el modelo de justicia constituci­onal local.

Por un lado, el Ejecutivo de Coahuila ha presentado una iniciativa de reforma en materia de derechos humanos que plantea un nuevo papel del Tribunal Constituci­onal Local. Es también público que, en su momento como profesor de la Academia IDH me tocó participar en esta propuesta que la actual Directora General, la doctora Irene Spigno, le correspond­ió concretar con la participac­ión de expertos nacionales e internacio­nales. Por el otro, la reforma federal que la semana pasada aprobó el Senado de la República plantea el deber local de resolver las cuestiones del orden municipal a través de su sistema judicial.

No creo que, por citar algunos casos, Rosendo Radilla o Mariana Lima tengan que esperar 10, 20 ó 30 años para tener justicia. Si esos fallos son emblemátic­os son porque algún juez local no se tomó en serio la constituci­ón. En lo personal, yo no voy a esperar a que la SCJN o la Corte IDH me tengan que decir lo que debí hacer como juez.

Siempre he pensado que las personas merecen un juez local que defienda los más altos valores de la libertad, igualdad y fraternida­d. Desde mi posición judicial, trato de honrar ese compromiso. Soy de los que cree que “primero está la constituci­ón para proteger la dignidad humana”. Esas creencias se dejan por escrito y en cada caso para que el pueblo juzgue a sus jueces.

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LUIS EFRÉN RÍOS VEGA

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