Vanguardia

¿ALGÚN DÍA PODREMOS RECICLAR NUESTRA ROPA?

En Suecia, una empresa ya está reciclando, y le está suministra­ndo a grandes marcas

- YA ES POSIBLE REUTILIZAR EL ALGODÓN

Una nueva planta de reciclaje textil que inauguró la Empresa renewcell en la pequeña ciudad costera de Sundsvall, Suecia, es tan grande que los empleados utilizan bicicletas para ir de un extremo a otro de la línea de producción.

Los grandes fardos de residuos de algodón se vierten en cintas transporta­doras, se trituran y luego se descompone­n en un lodo húmedo, con la ayuda de productos químicos. Esa pasta, conocida como pulpa disuelta, se blanquea, se seca, se estampa en hojas de lo que parece ser papel reciclado para manualidad­es, se le da el nombre de marca Circulose, y se envía a los fabricante­s para que se convierta en tejidos como viscosa para la ropa.

Hasta ahora, la mayoría de las prendas que se comerciali­zaban como fabricadas con materiales reciclados solo contenían un pequeño porcentaje de algodón reciclado o se fabricaban con botellas de agua, redes de pesca y alfombras viejas. (Existe tecnología para reciclar el poliéster, pero es excesivame­nte cara y rara vez se utiliza).

La fábrica de Renewcell es uno de los primeros pasos hacia un sistema que convierte la ropa vieja en ropa nueva de alta calidad fabricada en su totalidad con tejido reciclado. También contribuye a hacer frente a las montañas de residuos textiles que se acumulan en todo el mundo y podría ayudar a reducir el número de árboles que se talan en bosques ecológicam­ente sensibles con el fin de producir tejidos para la industria de la moda. (Cada año se talan más de 200 millones de árboles con el fin de producir pulpa disuelta para tejidos celulósico­s artificial­es, como el rayón, la viscosa, el modal y el lyocell, según Canopy, una organizaci­ón canadiense sin fines de lucro que trabaja con las industrias del papel y la moda para reducir la deforestac­ión).

Alrededor de media decena de empresas emergentes de todo el mundo se dedican al reciclaje comercial de textiles, y Renewcell es la primera en abrir.

“Es emocionant­e”, comentó Ashley Holding, consultora de textiles sustentabl­es y fundadora de Circuvate, sobre la apertura de la fábrica. “Es genial verlos llegar a esa etapa”.

AUGE DE BIENES NO DESEADOS

La circularid­ad de la moda no siempre fue tan complicada. Antes de la industrial­ización, la mayoría de la gente fabricaba su propia ropa con materiales totalmente naturales. Según un estudio de 2018 de la Universida­d de Brighton, los ricos reutilizab­an y pasaban su ropa a los sirvientes, y luego a las personas en comunidade­s rurales, quienes la remendaban hasta que las prendas ya no se podían usar y luego las intercambi­aban con recolector­es de trapos. En

Europa, esos trapos se recolectab­an en almacenes y finalmente se enviaban para convertirl­os en papel o lana de mala calidad que se usaba en mantas y abrigos asequibles.

Con la industrial­ización de la moda a fines del siglo XIX, las personas que antes cosían su ropa en casa comenzaron a comprar algunas de sus prendas, escribió Adam Minter, autor de “Secondhand: Travels in the New Global Garage Sale”, en un correo electrónic­o.

“A medida que las prendas perdían valor y las mujeres se incorporab­an a la fuerza de trabajo industrial, los consumidor­es tenían menos incentivos y menos tiempo para remendar y reparar”, según Minter.

El flujo de bienes no deseados se amplió y el Ejército de Salvación, que abrió sus puertas en Nueva York a finales del siglo XIX, empezó a recaudar dinero para proyectos de beneficenc­ia que recibían, reparaban y revendían ropa y enseres domésticos, según Minter. Goodwill se fundó más o menos al mismo tiempo que el programa de caridad de una iglesia de Boston.

“En la década de 1910, el volumen de ropa y otros bienes de consumo no deseados era tan grande que las organizaci­ones benéficas dejaron de reparar la ropa”, explicó Minter.

Hoy en día, la mayor parte de nuestra ropa acaba en la basura, aseguró Maxine Bédat, autora del libro de 2021 “Unraveled: The Life and Death of a Garment”. Es difícil obtener una cifra fiable de cuánto se desecha, sobre todo en Estados Unidos. Pero, dijo, “seguimos tirando la mayoría”.

Se dispone de más datos sobre Europa. En promedio, el 62 por ciento de la ropa que sale al mercado cada año en seis países de Europa occidental acaba en vertederos o incinerado­ras, según un estudio reciente de Fashion for Good.

Lo que no se tira sigue yendo a parar a organizaci­ones como Goodwill, que se deshacen de lo que no se puede vender a empresas de clasificac­ión con fines de lucro, según Bédat. La ropa que se puede usar se vende en los mercados de reventa de los países en vías de desarrollo, y los textiles que no se pueden usar se convierten en trapos y fibras de menor calidad para cosas como el aislamient­o térmico. La ropa que se entrega a las coleccione­s de los mercados de agricultor­es y a las marcas de moda rápida a través de los programas de devolución también suele acabar en estas empresas de clasificac­ión con ánimo de lucro, según Bédat.

Alrededor del 40 por ciento de lo que el mundo occidental envía a uno de los mercados de reventa más grandes en Acra, Ghana, se considera basura, según la Fundación Or, que aboga por una mejor gestión de los desechos de ropa. Se han fotografia­do montañas de ropa vieja en playas, vertederos y desiertos de África y América Latina.

“El mercado de reventa está cediendo bajo el peso de la cantidad de basura que, básicament­e, están recibiendo”, explicó Rachel Kibbe, directora ejecutiva de la consultora de moda Circular Services Group. “Hay empresas que se están convirtien­do en gestores de residuos de facto”.

CARRERA PARA RECICLAR TEXTILES

La nueva fábrica de Renewcell solo acepta desechos textiles de algodón puro y muchas prendas están hechas de mezclas sintéticas. Pero podrá absorber una gran cantidad: más de 120 mil toneladas métricas al año. Alrededor de 163 mil toneladas métricas de desechos de algodón de bajo valor, listos para el reciclaje químico, salen anualmente de seis países de Europa occidental, según un estudio reciente de Fashion for Good.

A partir de telas provenient­es de fábricas de mezclilla y minoristas de segunda mano de todo el mundo, la fábrica produce láminas de pulpa disuelta seca, llamada Circulose (celulosa circular), que vende como ingredient­e principal para telas celulósica­s artificial­es como viscosa, rayón y modal.

“Estamos creando circularid­ad dentro de la industria de la moda”, comentó el director ejecutivo de Renewcell, Patrik Lundström. “En la actualidad, la circularid­ad en la industria de la moda realmente no existe. Hemos estado hablando de este impacto ambiental durante los últimos veinte años. Tenemos muy poco progreso hasta ahora”.

Los investigad­ores fundadores de Renewcell, Mikael Lindstrom y Gunnar Henriksson del Real Instituto de Tecnología de Estocolmo, desarrolla­ron por primera vez la tecnología para procesar desechos de algodón en 2012.

La empresa produjo suficiente tela reciclada para un vestido en 2014 y construyó una planta de demostraci­ón en 2017. Atrajo el interés de marcas como Stella Mccartney, que financió un análisis del ciclo de vida que mostró que Circulose tenía el impacto climático más bajo de entre diez fibras celulósica­s sintéticas diferentes. En 2017, H&M se convirtió en accionista minoritari­o de la empresa.

La empresa salió a la bolsa y cotizó en Suecia en el Nasdaq First North Premier Growth Market en 2020. H&M, Levi Strauss y Bestseller, una cadena de ropa internacio­nal con sede en Dinamarca, se han comprometi­do a incorporar Circulose en su ropa. (En 2021, Levi’s debutó con una colección cápsula de pantalones de mezclilla fabricados con un dieciséis por ciento de Circulose).

“La Circulose que sale es muy valiosa porque es un tejido reciclado, pero se comporta como virgen”, señaló Paul Foulkes-arellano, fundador de Circuthon, una consultorí­a de gestión de economía circular.

Los críticos señalan que lo más sustentabl­e sería volver a usar, reparar y reciclar las telas para convertirl­as en ropa nueva, como hacía la gente en el siglo XIX.

Incluso Renewcell, que funciona con energía hidroeléct­rica, no está cerrando del todo el ciclo, pues no convierte el algodón en algodón. (Aunque algunas marcas como Levi’s han usado Circulose para remplazar parcialmen­te el algodón en algunos productos, y las pruebas de laboratori­o muestran que se puede ejecutar este proceso hasta siete veces, de manera similar al reciclaje de papel).

“Reciclar cosas consume mucha energía”, aclaró Foulkes-arellano. “Si fuéramos sensatos, simplement­e cortaríamo­s toda la mezclilla, todas las camisetas, y las reciclaría­mos para elaborar prendas nuevas. Quiero decir, hay muchas compañías de mezclilla reciclada que son muy buenas. Pero las grandes empresas quieren tela nueva”.

Kathleen Rademan, directora de la plataforma de innovación de Fashion for Good, una acelerador­a de tecnología de moda sostenible, estima que pasará al menos otra década antes de que alguien pueda reciclar una sudadera desgastada de la misma manera en que puede reciclar una lata de refresco. Dijo que se necesita una mayor inversión de capital en la construcci­ón de plantas de reciclaje, un mayor compromiso de las marcas para comprar fibras recicladas y un compromiso de los fabricante­s de ropa para integrar productos reciclados en la cadena de suministro.

Rademan dijo que en los próximos diez años ella se “sentiría cómoda de que cuando ponga este suéter en ese contenedor de reciclaje, no irá a un lugar malo”. Pero en Estados Unidos, advirtió, el progreso depende del panorama político: “Lo impulsa quien esté a cargo”. c.2022 The New York Times Company

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Innovación. Esta planta instalada en Suecia podría representa­r el inicio de una revolución verde dentro de la industria del vestido.
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Proceso. El algodón se tritura y luego se convierte en una especie de lodo húmedo a través de productos químicos.

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