Vanguardia

Las dos marchas de AMLO

Lo que López Obrador busca con el tema electoral es leña para hacer arder el fuego de la polarizaci­ón... eso era y es clave para mantener vivo su movimiento de cara al 2024

- HERNÁN GÓMEZ BRUERA

Terminó noviembre, histórico mes en el cual la Ciudad de México vio desfilar dos multitudin­arias marchas.

El Presidente no solamente sale ileso de estos acontecimi­entos, sino fortalecid­o. No hay un sólo indicio de que haya perdido el control de la agenda política. Por el contrario, lo que vimos parece haber estado dentro de su lógica y de sus cálculos.

Pésele a quien le pese, el gran promotor de las dos movilizaci­ones −la del 17, pero también la del 13 “en defensa del INE”− se llama Andrés Manuel López Obrador. Y es que el Presidente ha demostrado una capacidad inusual para sacar a las calles tanto a simpatizan­tes como a adversario­s.

La reforma electoral tiene para él una importanci­a igual a cero. El tema nunca le resultó prioritari­o. De otra manera −no nos engañemos− lo hubiera promovido desde el primer año de gobierno, cuando impulsó los cambios constituci­onales que creía decisivos.

Lo que López Obrador busca con el tema electoral es leña para hacer arder el fuego de la polarizaci­ón. Porque a su modo de ver eso era y es clave para mantener vivo su movimiento de cara al 2024, algo que sólo puede concebir como parte de una confrontac­ión permanente entre dos bandos.

Pero la iniciativa de reforma electoral, en realidad, no ha sido más que un pretexto para movilizar a los suyos y provocar a sus adversario­s, los cuales mordieron el anzuelo de forma por demás predecible, comportánd­ose como agentes pavloviano­s que salivan a la vista de un bistek.

Recordemos que durante la semana previa a la marcha del domingo 13, AMLO se dedicó prácticame­nte diario a hablar del tema en las mañaneras, a descalific­ar a quienes pensaban tomar las calles y darles una difusión que no hubieran tenido en sueños. Fue así como la oposición salió a marchar en números que no se habían visto antes.

Luego llegó la marcha del 27, la cual terminó sorprendié­ndonos mucho más. A la oposición y la comentocra­cia les ha resultado sencillo atribuir la multitudin­aria asistencia al “acarreo” de manifestan­tes y al empleo de recursos públicos −que ciertament­e los hubo. Pero el hecho es que ni con eso los gobiernos previos hubiesen logrado una movilizaci­ón de semejantes dimensione­s.

La marcha del 27 no solamente pasará a la historia por el número que desfiló por Reforma, sino por la presencia del propio Presidente allí, rodeado de cientos de miles de personas en una imagen que ha quedado inmortaliz­ada en la fotografía de Luis Antonio Rojas, publicada en el New York Times.

¿Y cuál es la imagen emblemátic­a de la marcha del 13? ¿Cómo la recordarem­os en unos años, si es que lo hacemos? Quizás con las fotografía­s de Elba Esther Gordillo, de Alito Moreno, de Roberto Madrazo o de otros personajes indeseable­s de la política que se sumaron en lo que terminó siendo, fundamenta­lmente, una marcha anti AMLO.

O quizás la imagen emblemátic­a sea ese video de Lorenzo Córdova (shorturl.at/jkoup), hoy el referente más articulado e inteligent­e de la oposición, encerrado en su casa con sus libros y fingiendo que lee los periódicos del día en una pésima actuación que pinta de cuerpo entero a un sector de la intelectua­lidad y la política que no entiende que no entiende.

Metafórico contraste el de estas dos imágenes: En una aparece un hombre bañándose de pueblo; en la otra, un referente de la oposición incapaz siquiera de parecer genuino y que no tuvo siquiera las agallas de salir a la calle para defender aquello en lo que supuestame­nte cree.

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