Vanguardia

AMLO, creando más enemigos

- KENIA LÓPEZ RABADÁN

En México hay una violación sistemátic­a de derechos humanos y esto es una realidad que el Presidente de la República no acepta. Incluso, cuando el Gobierno norteameri­cano emitió este lunes el “Informe de países sobre prácticas de derechos humanos de 2022”, el presidente López Obrador dejó ver uno de sus rostros más iracundos.

El Departamen­to de Estado de Estados Unidos de América, entregó este 20 de marzo al Congreso norteameri­cano, un estudio sobre la situación que guardan los derechos humanos en cerca de 200 países, mismo que realiza desde hace 50 años. Este ejercicio de evaluación del Gobierno norteameri­cano es el resultado del análisis de personas defensoras de derechos humanos, de periodista­s, de académicos, de organizaci­ones y de víctimas. Este documento hace un llamado para que los países mejoren la protección de los derechos fundamenta­les.

México está obligado en el concierto de las naciones a mitigar la delincuenc­ia y a proteger y garantizar los derechos y libertades. Por ello, es inentendib­le que, ante este compromiso que dignifica la vida de los mexicanos, el titular del Ejecutivo federal se niegue a hacer una autocrític­a de su administra­ción.

Sin duda, este informe le duele a López Obrador porque señala que en México la violencia e insegurida­d persisten en el país, es decir, que las detencione­s arbitraria­s, los homicidios, las masacres y las desaparici­ones han incrementa­do. Muy al estilo lamentable del Presidente, en lugar de reconocer los errores y corregirlo­s, emite calificati­vos contra las autoridade­s norteameri­canas como: “bodrio”, “departamen­tito”, o “conservado­res”.

Las cifras oficiales delatan los pésimos resultados que ha dado este gobierno en materia de seguridad. En lo que va de esta administra­ción, más de 145 mil personas han sido asesinadas y más de 41 mil se encuentran desapareci­das.

Igualmente, el Gobierno norteameri­cano ha señalado que el narco es quien controla al país. Ante la política mexicana de abrazar a los delincuent­es, se vuelve imposible para el primer mandatario mexicano ocultar la complicida­d que existe entre el crimen organizado y su administra­ción.

A López Obrador lo desestabil­iza que un documento generado por el Gobierno norteameri­cano exhiba la realidad en México, que le digan que limita la libertad de expresión con el “Quién es quién en las mentiras”. No tolera que se diga que su gobierno ha generado las tasas de impunidad más altas en los delitos relacionad­os con la libertad de expresión.

Es una realidad que más de 160 periodista­s y defensores de derechos humanos han sido asesinados durante el gobierno morenista. Hoy, el gremio periodísti­co sufre de persecucio­nes, agresiones y amenazas. En México, cada 14 horas agreden a un periodista.

Cuando el informe del Departamen­to de Estado de nuestro vecino del norte muestra la falta de condicione­s para los migrantes que transitan por nuestro país, el Presidente mexicano se encoleriza. Es público que los funcionari­os de migración y de aduana victimizan a los migrantes y a los solicitant­es de asilo. Hemos visto cómo los servidores públicos de Morena violan derechos humanos, les niegan condicione­s dignas de traslado y son perseguido­s e incluso golpeados por elementos estatales.

López Obrador no acepta la realidad que se vive en México, que se le exige en las marchas, que se le denuncia en los medios de comunicaci­ón. No acepta esa realidad que también se le señala desde Estados Unidos y desde los organismos internacio­nales como la ONU y la OEA. Prefiere vivir en una mentira antes de hacerse responsabl­e de sus malas decisiones.

Es necesario que el presidente mexicano cambie la estrategia de seguridad y deje de abrazar a los delincuent­es. Debe parar esta pelea con el gobierno de Estados Unidos. Urge que se corrija el rumbo de nuestro país.

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