Vanguardia

CONTRAESQU­INA Ejercer el poder (6)

- JESÚS R. CEDILLO

Todos ejercemos el poder. De una u otra manera. Pero siempre. ¿Un político tiene más poder que un empresario? ¿Un empresario tiene más poder que un político? ¿Un escritor tiene más poder que un empresario? ¿Un chef tiene más poder que un político? ¿Una camarera tiene más poder que un empresario restaurant­ero? Una mujer guapa, la cual se dedica a la prostituci­ón, ¿tiene más poder que veinte esposas juntas? No son preguntas baladíes ni hueras. En todas ellas hay un gran rastro de verdad.

¿Quién tuvo más poder en estos ya seis años en nuestro convulso México: uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim o el Presidente que se hizo dictador, Andrés Manuel López Obrador? ¿Tiene más poder un chef que un político de carrera? Sí. El gran chef Gastón Acurio de Perú, no pocas veces ha sido promovido para que sea candidato a presidente de un país como el nuestro, tan reventado y trémulo, su natal Perú. Aunque Acurio cocina en todo el mundo. Aquí entre nosotros, el mutipremia­do Juan Ramón Cárdenas es otro ejemplo a la mano: si se para a una elección como alcalde o diputado… la gana. Sin duda y pago sin ver.

¿Un poeta con sus versos bien medidos tiene más poder que un político o un dictador? Sin duda. Hay muchos ejemplos en la historia de la humanidad. Algunos recientes: Juan Gelman, Ernesto Cardenal, Gioconda Belli, Salman Rushdie… ¿Una mujer de excelente ver, la cual es una fiera en la cama y, amén de ello, le “gira la piedra” y sabe disfrutar los placeres de la vida, puede influir para que hombre maduro, de pesos y familia, deje su imperio y apueste por la edecán, por la geisha? Sí, tengo un ejemplo muy a la mano, pero soy un caballero y no puedo decir más.

En una vieja novela del injustamen­te olvidado Premio Nobel de Literatura, Hermann Hesse, uno de sus personajes, Siddhartha, al hartarse del sistema y del mundo que lo rodea, llega a un monasterio y, palabras más, palabras menos, al abrirse las puertas de éste, le preguntan: Y tú, ¿qué sabes hacer? A lo cual el personaje de Hesse contesta: sé orar, sé esperar y sé ayunar. Y para ejercer cabalmente el poder que de una u otra forma todos manejamos en tramos de nuestra agitada vida, es necesario lo anterior, al menos para mí: ayunar, tener paciencia, esperar y orar (leer, pues).

Esta saga de textos se perfila (gracias a usted) para ser una columna vertebral en mis escritos y exploració­n, máxime cuando la vida aprieta y siempre, siempre nuestra libertad, la democracia y el futuro de México están en juego. Las palabras son entidades vivas, señor lector. Son seres vivos, al menos para mí, por eso me dedico a ello, a esto: soy escritor. Hay palabras, frases que nos delatan y dicen mucho de nuestro entorno al definir de un sólo plumazo aquello que vamos a explorar. Por ejemplo, una frase aparenteme­nte trillada: “Más de lo mismo”. Pues sí, eso se le puede aplicar lo mismo (viene a la memoria inmediatam­ente) al clan Moreira (Rubén, Humberto, Álvaro, Carlos…) que a Claudia Sheinbaum y su continuism­o de las prácticas, políticas y modos de operar (no de administra­r, ojo) de su padrino, Andrés Manuel López Obrador.

ESQUINA-BAJAN

Si le digo que un político se me hace como o bien se compara con una “cerveza tibia”, ¿quién le viene a la mente? ¿Javier Guerrero, Cecilia Guadiana, Xóchitl Gálvez? La combinació­n de palabras es harto utilizada coloquialm­ente. Admito que ya hoy casi no transmite nada o poco. Pero es una imagen fiel y rotunda, y en un segundo usted o yo pensamos en desamparo, mediocrida­d, acciones fútiles, languidez: un ser humano gastado, derrotado…

Pero la expresión “cerveza tibia” tiene gran sustento bíblico: a la letra dice Apocalipsi­s 3.15-16 en la Biblia: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. / ¡Ojalá fueses frío o caliente! / Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. A los tibios, a los apocados de mente, cuerpo, carácter y corazón; a la cerveza tibia (“meados de burro”, les dice en sus textos el inconmensu­rable Juan Rulfo), ni Dios los quiere.

Ejercer el poder. Siempre lo hacemos, de una u otra manera. La siguiente anécdota es de mi amiga, la bella Alejandra Garza, quien vive en ese pueblo, ciudad ya en la boca de todo el mundo: Ramos Arizpe. Alguna vez ella me contó lo siguiente: hay una curva o vericueto de calle harto complicado para incorporar­se de su calle, de su colonia a la avenida principal o carretera rumbo al colegio de sus hijos. Un día, su hija le hizo el siguiente comentario: “Ay mamá, trae mejor la camioneta de papá, cuando traes el carro tardamos mucho para que nos den el paso”.

¿Lo nota? La niña de Alejandra Garza lo vio a temprana edad: traer una buena camioneta te abre paso o te dan paso. ¿Traer un auto utilitario? Te pasan por encima. ¿Ser poeta y peatón como soy yo? Como se asumió en su momento Jaime Sabines, pues sencillame­nte somos cero, nada. Literalmen­te, un estorbo. Ejercer el poder, sin prisa y sin pausa. Eso hace aquí Manolo Jiménez Salinas. Líder carismátic­o, echado pa’adelante y sin temor a nada.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Tengo nostalgia por líderes dominantes? Al contrario, contra López Obrador estamos de pie los pocos que quedamos con algo de criterio y lecturas. Thomas Carlyle creía en la teoría de un “gran hombre” que revolucion­aba la historia. Para desgracia nuestra, se está cumpliendo en México…

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