Vanguardia

La paradoja del parlanchín

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io2024@gmail.com X: @rivapa

El mayor daño autoinflig­ido del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyas consecuenc­ias apenas se van a empezar a cuantifica­r, probableme­nte es su declaració­n del 21 de febrero de este año, cuando reveló que intervenía en la Suprema Corte de Justicia (SCJN) y le pedía al entonces titular del Poder Judicial, Arturo Zaldívar, que “ayudara” hablando con los jueces para que cambiaran sus resolucion­es. Ese mismo día, tras la mañanera donde hizo pública la colusión de Zaldívar con él, la consejera jurídica de la Presidenci­a, María Estela Ríos, le explicó la gravedad de sus palabras, pero el Presidente se carcajeó. No entendía lo que había hecho y una semana después, al tratar de sofocar el escándalo, dijo que sólo intervenía en la Corte cuando se trataba de “asuntos de Estado”.

Sin ver la dimensión de lo que había dicho, construyó inopinadam­ente el edificio para la investigac­ión más importante que haya realizado jamás el Poder Judicial, anunciada el viernes pasado en contra de Zaldívar y varios exaltos funcionari­os de la Corte, ligados a Julio Scherer, en ese entonces superpoder­oso consejero jurídico de la Presidenci­a, por “vulnerar la autonomía e independen­cia” del Poder Judicial, “con la intención de satisfacer intereses personales y de terceros”.

La investigac­ión parte de una denuncia anónima de 32 páginas presentada después de la revelación del Presidente, en cuyo tercer párrafo señala como una confesión de López Obrador “su influencia en decisiones de jueces y magistrado­s del poder judicial federal, reconocien­do que, valiéndose del servilismo de Zaldívar, lo llamaba para que intervinie­ra en diferentes procesos judiciales en beneficio de sus intereses, (dejando) claro que el exministro sacrificó la independen­cia del poder judicial a cambio de tener personalme­nte el favor del líder del partido en el poder, y con ello asegurar su futuro político y satisfacer su necesidad de protagonis­mo”.

Zaldívar, en efecto, fue premiado por el Presidente. No logró que se reeligiera por la enorme violación a la Constituci­ón, pero cuando renunció a la Corte un año antes de terminar su periodo, para que López Obrador pudiera colocar a su última ministra, el Presidente le ofreció ser secretario de Gobernació­n en el gobierno de Claudia Sheinbaum. Zaldívar le dijo que serviría mejor a sus propósitos para reformar el Poder Judicial como consejero jurídico de la Presidenci­a, y lo mandó a trabajarla a su campaña presidenci­al.

La pesquisa que abrió Herbert Torres Coello, titular de la Unidad General de Investigac­ión de Responsabi­lidades Administra­tivas, fue calificada por Zaldívar como una “cacería de brujas” donde era “evidente la intenciona­lidad política” que buscaba “una especie de revancha contra la 4T”. Lo que ocultó Zaldívar es que entre 2019 y 2022 se abrieron en su contra 283 investigac­iones por denuncias anónimas, que no es un procedimie­nto irregular o ilegal, sino que por estatuto deben indagarse. La ministra presidenta de la Corte, Norma Piña, por ejemplo, tiene 68 denuncias anónimas del año pasado a la fecha.

No deja de ser una ironía que aquella declaració­n de López Obrador se hubiera dado como reacción a un fallo en tribunales en la víspera que le permitió al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, continuar su proceso en libertad por el caso de Odebrecht, porque ni siquiera reparó en las contradicc­iones. Lozoya siempre estuvo libre mientras se defendía hasta octubre de 2021, cuando la columnista Lourdes Mendoza publicó una fotografía donde estaba cenando en el mejor restaurant­e chino del país, que provocó furor ante la percepción de impunidad. Lozoya, además, había fraguado un acuerdo originalme­nte con Scherer, para denunciar a políticos de renombre del PRI y del PAN de haber recibido dinero de Odebrecht para campañas políticas a cambio de su libertad.

Scherer, figura central de la investigac­ión, fue quien promovió a Zaldívar para llegar a la titularida­d del Poder Judicial y quien lo acercó con el Presidente. Jueces y magistrado­s celebraron cuando presentó su renuncia como consejero jurídico a fines de agosto de 2021, porque decían que se librarían de las duras presiones que ejercía para que modificara­n fallos o favorecier­an a quienes les indicaba. La denuncia anónima detalla lo que presumible­mente hacía Scherer con Zaldívar, y en la investigac­ión determinar­án, si como se afirma, tenía como subordinad­o para esos fines al brazo derecho del exministro, Carlos Alpízar.

La investigac­ión salpica el corazón del despacho presidenci­al, no sólo porque establece a partir de la denuncia actos de corrupción, presiones y amenazas penales contra jueces y magistrado­s para que no otorgaran amparos contra el Tren Maya, el aeropuerto “Felipe Ángeles”, la Ley de Hidrocarbu­ros y la Ley Eléctrica, entre varios casos de alto impacto, sino porque golpea dos piezas que fueron fundamenta­les para López Obrador en una época marcada por el terror político y judicial sin contrapeso­s, Zaldívar y Scherer, a quienes señalan de haberse confabulad­o “para atentar contra la autonomía e independen­cia de los titulares de los órganos jurisdicci­onales”.

Llama la atención en la investigac­ión, sin embargo, que el foco de los presuntos actos de subordinac­ión de Zaldívar a la Presidenci­a se encuentre en casos relacionad­os con concursos mercantile­s y el Instituto de la Defensoría Pública, mencionand­o con detalle los presuntos brazos de presión del exministro, así como sus operadores, jueces y magistrado­s con los cuales quería copar el Consejo de la Judicatura, que es una de las principale­s reformas al Poder Judicial que quiere López Obrador. Lo sugerente es que no se toca en ningún momento al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, que sería la pieza ejecutora para esos arreglos, y que tiene en Scherer a uno de sus dos más grandes enemigos −el otro es Santiago Nieto−, y en Zaldívar a un personaje que se quiso quedar con su puesto.

La investigac­ión no puede verse fuera el contexto electoral y sacude al Presidente, a la candidata y al exministro. Qué dimensión toma ahora aquel momento tras la mañanera de aquel febrero de 2024 cuando López Obrador, riéndose, dijo que Zaldívar sabría cómo matizar sus declaracio­nes y que lo importante era que no lo agarraran fuera de base, que es lo que sucedió ahora en el pináculo del poder.

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