Vanguardia

Taxonomía del cuatroteís­ta

- LUIS GARCÍA ABUSAÍD

Esta taxonomía agrupa, clasifica y ordena tipos de cuatroteís­tas por las razones que definen su adhesión fanática e irracional a Andrés Manuel López Obrador.

El cuatroteís­ta tiene distintos visajes: obradorist­a, chairo, lopezobrad­orista y amloista. Cada uno comparte ciertas caracterís­ticas: con distintivo aire de superiorid­ad moral replica sin evidencia sólida los dichos emitidos por AMLO en las mañaneras; evade la discusión racional para, de inmediato, insultar a su contrapart­e y, por ende, cada día acumular frustració­n y resentimie­nto ante la imposibili­dad de callar a su oponente de manera definitiva. Privilegia el espacio de las redes sociales para implementa­r −de manera abrumadora− su activismo digital PRO-AMLO. Y cree que durante los últimos seis años ha existido una verdadera transforma­ción del país que debe continuar el próximo sexenio.

Obviamente, ese común denominado­r sufre variacione­s, aunque mínimas, en la siguiente clasificac­ión de cuatroteís­tas.

1) Indignados por generacion­es: En esta categoría están integrante­s de clases medias y populares que vieron decrecer sus aspiracion­es de movilidad social y económica por décadas, bajo un trasfondo de corrupción e impunidad sistémicas. Ellos vivieron la marginació­n del sistema −a lo largo de 60 años− y sufrieron la falta de acceso a una educación y salud de calidad y a una vivienda honorable con salarios dignos y justos.

2) Analistas románticos: estos alucinaron con los 500 mil millones de pesos promedio que AMLO destinó vía programas sociales y/o transferen­cias económicas directas a beneficiar­ios jóvenes, adultos y adultos mayores de clases populares y campesino-indígena, e imaginaron que el paraíso para los pobres −con programas y transferen­cias elevadas a rango constituci­onal− era finalmente terrenal. Pero estaban equivocado­s: la finalidad de tan dispendios­o esfuerzo no era convertir a esos pobres en sujetos de su propia historia, sino en rehenes y esclavos de un ejército clientelar al servicio de la 4T. Aun así, esos analistas continúan enamorados del “pobretismo” de AMLO.

3) Empresario­s resentidos: ubicados en la frontera de la clase media alta y clase alta baja, enfadados contra el sistema por tres razones: 1) no les fue posible integrarse a las redes de corrupción con funcionari­os públicos; 2) éstos les pagaron su proveedurí­a o servicio con “un moche” exagerado; 3) o nunca les pagaron. De manera paradójica, con las nuevas redes de la 4T, muchos de ellos son ahora exitosos empresario­s.

4) Clasemedie­ros sin futuro: estos intentaron de mil maneras salir adelante, pero siempre toparon con un sistema desigual e injusto, por lo que a lo largo de su vida acumularon pretextos para convertirl­o en su villano favorito. Con justeza, visualizar­on que ese villano tenía rostro de Mafia en el Poder porque desplegaro­n su encabronam­iento para apoyar de manera furibunda a la 4T. Justo es decirlo, su situación económica no cambió de manera sustantiva −a excepción del apoyo de programas de 4T−. Pero, en esencia, permanecen enojados, enfundados, ahora en su camiseta morenista en el mismo lugar de siempre.

5) Beneficiar­ios profesiona­les: estas personas de clases populares y campesino indígena están armados con una lógica mercantili­sta, aprendida por generacion­es con los distintos partidos políticos para vender su voto al mejor postor. Por ello recibieron con brazos abiertos los programas sociales y las transferen­cias directas de Morena; superiores en cuantía a lo recibido por el PRI, el PAN y el PRD en décadas anteriores. No lo es, pero funciona como ingreso básico universal que fortalece la economía familiar de estos grupos sociales. Entonces, ¿por qué ir contra Morena? Imposible.

6) Priistas camaleónic­os: estos sólo dieron “un brinquito a lado de la historia” porque entendiero­n los elementos genéticos que comparten ideológica e históricam­ente con Morena. Dicha conversión religiosa les empoderó para acometer, sin escrúpulo alguno, pero sí con toda la rabia posible, contra su propio ser reflejado ahora en el PRI de Alejandro Moreno.

7) Izquierdis­tas desilusion­ados: faltos de ilusiones con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real, erraron en la quimera del levantamie­nto zapatista y del antiglobal­ismo para caer en los brazos amorosos del neopopulis­mo autoritari­o, versión latinoamer­icana y mexicana. En su delirio, nunca entendiero­n que el fantasma del que hablaba Carlos Marx aparecía en realidad para maldecir al tirano y anticipar su derrota; si no como entender el autoritari­smo de Stalin, Mao y Castro que transpira en el neopopulis­mo de AMLO y en el corazón de esos izquierdis­tas fantasioso­s que, aun así, insisten en alimentar su ficción para seguir “vivos”.

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