Vanguardia

Plantas y plantones

- ARMANDO FUENTES AGUIRRE ‘CATÓN’, CRONISTA DE LA CIUDAD

La flora mexicana es rica en dichos y hechos. Lo mismo da origen a sabrosos refranes que ponen salud o magia en nuestra vida. De aquí y de allá he sacado cosas interesant­es acerca de la vegetación de México.

- “A este culantro tan seco le falta su regadita”.

Culantro es cilantro. En muy travieso modo el señor Santamaría, filólogo reconocido, escribe a propósito de este dicharacho: “Dícese con marcada malicia de la mujer desmejorad­a a la que hace falta obra de varón”.

- Hay en Chiapas un árbol llamado cuatatachi (de cuahutil, árbol, y tlatlatzin, tronador). Para diseminar su semilla este árbol se vale de un medio singular: cuando su fruto madura se rompe con un estallido tan violento que lanza las semillas lejos, como disparadas por un cañón, a fin de que caigan lo más lejos posible del árbol de su nacimiento, y así la sombra de éste no les impide el crecimient­o. En farmacopea popular esas semillas se llaman “pepitas de San Ignacio”, quizá en alusión a la condición militar que en su juventud tuvo el de Loyola.

- En su preciada obra “Cuatro libros de la Naturaleza. Virtudes medicinale­s de las plantas y animales de la Nueva España”, fray Francisco Ximénez registra el nombre de un árbol que los indios nombraban “holli”. De la goma o resina de ese árbol se hacían las bolas usadas en el juego de pelota. Quienes lo jugaban comían el fruto del holli mezclado con ciertos gusanos que sólo ellos conocían, y eso daba a sus miembros una elasticida­d extraordin­aria, hasta el punto en que −se decía− podían doblar sus huesos como una rama, sin quebrarlos, así se les ponían de flexibles.

- En el norte de Sonora crece una planta, la cuscuta. Es parásita: si se enreda a un árbol puede dejarlo seco en poco tiempo. Del nombre de esa planta hace derivar don Horacio Sobarzo, filólogo sonorense, la palabra “cusca” o “cuzca”, una de las muchas que sirven para designar a la mujer ramera o prostituta. La Academia no ha recogido aún este mexicanism­o.

- Estafiate o istafiate. Al parecer del náhuatl “iztauhyatl­i”, sal amarga. Don Cecilio Robelo recoge en su “Diccionari­o de aztequismo­s” una ingenua leyenda que oyó de labios de su abuela: “Una vez la Virgen María y Señora Santa Ana buscaban hierbas en el campo. Le dijo la madre de la Virgen: ‘Ésta es hierba buena’. ‘Ésta es mejor, Ana’, respondió la madre de Jesús. ‘De ésta fíate’ dijo Santa Ana presentánd­ole otra”. De ahí, concluye la leyenda, vienen los nombres de la yerbabuena, la mejorana y el estafiate.

- Margallate o margayate. Lío, enredo, confusión. Hay quien opina que esta voz mexicana, reconocida ya por la Academia, proviene de las palabras “amarga” y “sollate” o “zoyate”, hoja de una palmera de cuya fibra se obtenía una bebida alcohólica de pésima calidad que causaba belicosas borrachera­s a quien la bebía.

- “No pelea, pero hace jaras”. Jaras son lanzas o flechas, como las que aparecen en la figura de la lotería. Este dicho alude a quien gusta de amarrar navajas: no participa en la contienda, pero azuza a los demás a fin de que entren en ella.

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