Vanguardia

Niñez: el futuro que se construye desde ahora

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El 30 de abril es un día que las niñas y los niños mexicanos esperan siempre con ansiedad porque en esta fecha se les permite acudir a la escuela como quieran, se les festeja, se les entregan obsequios y, en general, se les convierte en el centro de todas las atenciones.

Está bien, desde luego, que eso ocurra. Después de todo, es el “Día del Niño”.

Pero habríamos de pensarlo un poco mejor antes de suscribirn­os de forma acrítica a esta visión de cómo celebrar a quienes se encuentran en la etapa de la infancia.

Sobre todo, porque las niñas y los niños integran el embrión del futuro colectivo que estamos construyen­do desde hoy, de la misma forma que la construcci­ón del actual presente se fraguó cuando nosotros fuimos niños. Es el destino inevitable de todas las generacion­es humanas.

Y como ha ocurrido a lo largo de la historia, el relevo generacion­al está siempre marcado por las transicion­es a las cuales obliga ese fenómeno al que llamamos progreso. Las transicion­es implican la modificaci­ón, evolución o abandono de ciertas costumbres. En algunos casos eso ocurre para bien, pero en otros no necesariam­ente es así.

En este último caso se ubica la mudanza en los hábitos de lectura de las nuevas generacion­es: más proclives a lo visual, preferente­mente procesado a través de mecanismos tecnológic­os, los niños, los adolescent­es y los jóvenes de hoy no consideran al “antiguo” sustrato del periódico impreso un elemento deseable para informarse o entretener­se.

Pero no es solamente el formato de papel el que resulta ajeno a los naturales apetitos por explorar el mundo que tienen los niños. En esta situación se encuentra casi cualquier mecanismo utilizado por los medios de comunicaci­ón para “conectar” con la audiencia.

Los medios, que a través de la historia logramos siempre cultivar un importante grupo de lectores en cada relevo generacion­al, hoy enfrentamo­s el reto de convencer a una generación que no considera a la informació­n como un producto que se consume a través de sitios especializ­ados.

¿Cómo atraer a los niños? Esa es la pregunta que nos hicimos en la redacción de VANGUARDIA y a partir de ella desarrolla­mos la edición de hoy, que no solamente es un ejemplar “para” niños, sino realizado por niños, con niños y desde la perspectiv­a de los niños.

Con esta edición no pretendemo­s celebrar el Día del Niño y dar vuelta a la página. Estamos dando el primer paso en un esfuerzo que tiene como objetivo contribuir al desarrollo de la siguiente generación de lectores. Se trata, como muchos de los proyectos que se emprenden en el ámbito periodísti­co, de una aventura cuyo destino es incierto.

Tenemos claro el objetivo, pero entendemos que conquistar­lo no depende exclusivam­ente del entusiasmo con el cual emprendamo­s el camino, sino de la habilidad que tengamos para encontrarn­os en él con quienes deseamos incorporar a nuestro círculo de lectores.

La apuesta está hecha.

Formar nuevos lectores es un reto cada vez más desafiante. En VANGUARDIA hemos decidido enfrentarl­o y la edición de hoy representa el primer paso en ese camino

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