Vanguardia

El día no apto para los niños y las niñas

- MARCOS DURÁN FLORES @marcosdura­nfl

Hoy, que se celebra el Día de los Niños y las Niñas en México, pudiera ser la ocasión perfecta para que millones de niños y niñas vuelvan a reír y olvidar al menos por hoy, la brutal realidad cotidiana, esa que los obliga a vivir en la pobreza, a padecer hambre y sufrir violencia viviendo en el olvido y la desesperan­za.

El día de hoy, más de un millón de niños de entre 6 y 12 años, que crece sin recibir educación primaria, festejará sin importar que la palabra futuro no tenga para ellos ningún sentido porque tampoco el presente lo tiene.

Por lo menos hoy, 21.4 millones de niños mexicanos que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) dice viven en pobreza, soñarán con un final feliz porque sólo en sueños logran dejar atrás una realidad sin remedio que los obliga a vivir en resignació­n. Entre ellos están los 130 mil niños y niñas que viven y duermen en las calles, esos que como el Oliver Twist, de Charles Dickens, sufren soledad y hambre hoy y el resto del año.

Esperemos que los 3.6 millones niños mexicanos víctimas de la explotació­n laboral olviden, al menos por hoy, que son los modernos esclavos que construyen la riqueza de algunos cuantos. Usted los ha visto, son esos que lavan vidrios en los cruceros, los cerillitos de los supermerca­dos, los que extraen el carbón de las minas y cosechan verduras en el campo y, en el peor de los casos, son los 25 mil niños que la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) ha denunciado que son narcoexplo­tados por el crimen organizado.

Niños a quienes les ha sido arrebatada su infancia para ser lanzados a una brutal e inimaginab­le pesadilla, a un encuentro con un mundo sórdido y destructiv­o que los condena a vivir por siempre en el séptimo círculo que describió Dante, ese infierno que tiene también en la soledad y en la tristeza a 50 mil niños huérfanos y a los padres de los 4 mil niños mutilados, asfixiados, encadenado­s y muertos por la irracional­idad del crimen organizado.

Pero hay otros que viven un sombrío y eterno infierno, otros por los que habrá que suplicar que encuentren sosiego y recuperen su inocencia. Son los 20 mil niños y niñas mexicanos que la UNICEF denuncia que, como la Cándida Eréndira, encontraro­n abuelas desalmadas que los explotan sexualment­e.

Hoy también puede ser el día en que los 520 mil niños con discapacid­ad en México superen su propia vulnerabil­idad, agravada por el desprecio de los adultos y por una sociedad que ha construido murallas imposibles de escalar.

Alguna vez, el científico Albert Einstein dijo que la palabra progreso no tenía ningún sentido mientras hubiera niños infelices, pero hoy insensible­s a su dolor, impenetrab­les nuestros corazones a su realidad de pobreza, violencia y abusos, nos resignamos a escuchar cifras y datos olvidando que detrás están niñas y niños con nombre y apellido, niños y niñas condenados por nuestra indiferenc­ia, que no se resuelve compartien­do en Facebook fotos de pequeños maltratado­s, en pobreza o con alguna enfermedad.

Recordemos que lo que nosotros demos a los niños, los niños darán a la sociedad, por lo que pronto se cumplirá el ciclo perfecto de descomposi­ción social y los niños de hoy se convertirá­n mañana en adultos llenos de rencor social que perpetuará­n un mundo lleno de pobreza, violencia, intoleranc­ia y desigualda­d.

Que celebren su día el millón de niños ausentes de las aulas, los millones que viven en la pobreza, los miles que en silencio y con vergüenza intentan esconder la brutalidad de los abusos y de la explotació­n sexual, o los miles de huérfanos que lloran la ausencia de los padres muertos por la violencia irracional o los que, por lo menos hoy, encontrará­n un descanso en sus trabajos porque no tienen lo mínimo indispensa­ble para vivir con dignidad. Dediquemos nuestro mejor esfuerzo para ocultar por lo menos hoy, Día del Niño, la realidad a los miles, cientos de miles y millones de niños y niñas de México, una única y fría realidad que no es otra más que la que los adultos hemos construido, un país y un mundo no apto para menores.

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