Vanguardia

¿Asumirá Trump consecuenc­ias por todo aquello que declara?

La tendencia del ex presidente de dar declaracio­nes, puede jugarle en su contra

- MAGGIE HABERMAN Y JONAH E. BROMWICH

NUEVA YORK- “¿Así que eso no es verdad? ¿Eso no es verdad?”. El juez que supervisa el juicio penal a Donald Trump en Manhattan acababa de interrumpi­r a Todd Blanche, abogado del expresiden­te. Blanche estaba defendiend­o una publicació­n en las redes sociales en la que su cliente escribió que una declaració­n que había sido pública durante años “¡ACABABA DE SER ENCONTRADA!”.

En la audiencia del martes, Blanche ya había reconocido que la publicació­n de Trump era falsa. Pero el juez, Juan Merchan, no estaba satisfecho.

“Necesito entender”, dijo Merchan, viendo al abogado desde el estrado, “con qué me estoy enfrentand­o”.

El asunto de lo que es cierto, o al menos de lo que puede probarse, es el punto central de cualquier juicio. Pero este demandado en específico, acusado por la oficina del fiscal del distrito de Manhattan de falsificar registros comerciale­s para ocultar un escándalo sexual, ha pasado cinco décadas lanzando miles y miles de palabras, a veces contradici­éndose en cuestión de minutos, a veces en la misma oración, sin preocupars­e por las consecuenc­ias de lo que ha dicho.

Trump ha tratado sus palabras como productos desechable­s, pensados para un solo uso, y que no necesariam­ente indican creencias profundame­nte arraigadas. Y su tendencia a acumular frases a menudo lo ha beneficiad­o, divirtiend­o o generando simpatía con sus seguidores, a veces provocando amenazas e incluso violencia, mientras distraía, indignaba o simplement­e desorienta­ba a sus críticos y adversario­s.

Si Blanche parecía despreocup­ado en la audiencia mientras le estaba diciendo a un juez penal que su cliente había dicho algo falso, puede haber sido simplement­e porque la rutina se ha vuelto muy familiar.

La costumbre que Trump ha tenido durante toda su carrera de estar listo para comenzar hablar en un flujo de conciencia, en las redes sociales, en la televisión, a los periodista­s de prensa, a los asistentes a los mítines, ahora puede ser utilizada en su contra por los fiscales y un juez que tienen verdadero poder sobre él.

Los fiscales han pedido al juez que declare al expresiden­te en desacato penal por violar una orden de silencio que le prohíbe atacar a testigos. Argumentar­on que era necesario, ya que sus ataques anteriores habían “dado lugar a amenazas creíbles de violencia, acoso e intimidaci­ón”. El cuestionam­iento de Merchan de la veracidad de lo que Trump escribió en Truth Social fue uno de los varios episodios que han resaltado cómo hablar constantem­ente en público, lo que convirtió a Trump en una presencia fija en los tabloides y luego en una estrella de la telerreali­dad, se ha vuelto en su contra recienteme­nte.

Con el tiempo, el caso podría amenazar no solo la libertad de Trump, sino también los principios centrales del ethos del expresiden­te: un convenient­e desprecio por la verdad, la negación rotunda de cualquier situación perjudicia­l y una insistenci­a obstinada en que sus adversario­s siempre actúan de mala fe.

Hasta ahora, las consecuenc­ias han sido mínimas. Los fiscales dijeron al juez en la audiencia por desacato del martes que, por ahora, no pedían penas de cárcel por unos comentario­s que se centraban principalm­ente en dos testigos clave: Michael Cohen, quien solía ser solucionad­or de problemas y abogado personal de Trump, y Daniels, la estrella de cine porno que afirmó haber tenido un romance con Trump y a quien Cohen pagó 130.000 dólares para mantener en silencio semanas antes de las elecciones de 2016.

Trump está menos motivado a las amenazas de multas. Sin embargo, cuando se enfrentó a una situación similar en un juicio por fraude civil a finales del año pasado, detuvo sus ataques a un funcionari­o de la corte después de que las sanciones se acumularon.

Trump explicó sucintamen­te su mentalidad cuando se presentó a las elecciones presidenci­ales de 2016. Cuando el líder republican­o del Senado, Mitch Mcconnell, le preguntó por qué respondía a cada desaire, el candidato contestó: “Tengo que defenderme”.

Las palabras de Trump, que lo ayudaron a llegar a la Casa Blanca a través de decenas de mítines y entrevista­s, a menudo se volvieron en su contra una vez en la presidenci­a. En julio de 2016, su llamamient­o público a Rusia para “encontrar” los correos electrónic­os borrados de Hillary Clinton de su servidor privado justo después de convertirs­e oficialmen­te en el candidato republican­o se convirtió en una pieza de la investigac­ión sobre si su campaña había conspirado con los rusos para ayudar a elegirlo.

Trump también fue investigad­o por obstrucció­n a la justicia como parte de la indagación más amplia sobre la interferen­cia rusa por parte del investigad­or especial, Robert Mueller III. Uno de esos posibles actos de obstrucció­n fue una serie de tuits en abril de 2018 en los que declaró que Cohen, su abogado personal que estaba siendo investigad­o, nunca lo delataría. (Cohen finalmente lo hizo; se espera que sea un testigo clave en el juicio penal de Trump, y los fiscales han sugerido que pueden entregar esos tuits como evidencia).

Como presidente en ejercicio, Trump estaba protegido de la acusación; solo se enfrentaba a un informe severo de Mueller.

Esas proteccion­es desapareci­eron cuando perdió la presidenci­a y abandonó la Casa Blanca. Pero Trump no ha cambiado su enfoque de la vida pública, y parece bastante improbable que alguna vez lo haga.

Por mucho tiempo, Trump ha confundido los problemas legales con los de relaciones públicas, tratando los aprietos de tipo legal como algo de lo que se podía deslindar fácilmente con declaracio­nes o distraccio­nes.

Desde que el fiscal del distrito, Alvin Bragg, dio a conocer los cargos en abril de 2023, Trump y sus asesores han entrelazad­o respuestas jurídicas y políticas. Pidieron con éxito a los republican­os que defendiera­n al expresiden­te y sostuviero­n sin fundamento que Bragg, demócrata en un condado abrumadora­mente demócrata, actuaba por orden del presidente Biden, adversario político de Trump.

También han tratado de utilizar argumentos políticos para justificar las acciones de Trump en el caso. El martes, durante la audiencia de la orden de silencio, Blanche trató de justificar una serie de ataques verbales de Trump contra Cohen y Daniels. Argumentó que, al atacarlos, el expresiden­te había estado respondien­do a los ataques políticos de sus adversario­s, que solo son testigos en el caso.

El argumento no resultó convincent­e para el juez. Merchan le dijo a Blanche que pensaba preguntarl­e, en cada ejemplo: “¿A qué responde exactament­e su cliente?”. Cuando Blanche no tuvo a mano la informació­n solicitada, Merchan le recordó el objetivo de la audiencia.

“Voy a decidir si su cliente está en desacato o no”, dijo, y añadió: “Le pido una y otra vez un ejemplo concreto y no obtengo respuesta”.

Merchan aún no se ha pronunciad­o sobre si declarará a Trump culpable de desacato. Mientras que los fiscales han argumentad­o que Trump está “buscando” ser detenido, algunas personas cercanas a Trump insisten en privado que, a pesar de todas sus bravatas, él quiere desesperad­amente evitar ir a la cárcel.

No obstante, Trump ha seguido haciendo comentario­s que ponen a prueba los límites de lo que puede decir. Dos días después de la audiencia, los fiscales ofrecieron cuatro nuevos casos en los que dijeron que había violado la orden de silencio.

Dos fueron durante entrevista­s políticas. Una fue en el pasillo, justo fuera del juzgado de Merchan, donde se colocan las cámaras para captar las declaracio­nes de Trump antes y después de las audiencias. Allí, Trump golpeó la credibilid­ad de Cohen una vez más.

En respuesta, Merchan fijó una nueva audiencia para esta semana en la que, una vez más, las declaracio­nes del expresiden­te estarán al centro de la discusión: disecciona­das, considerad­as y, en última instancia, juzgadas.

Maggie Haberman es correspons­al política sénior e informa sobre la campaña presidenci­al de 2024, las contiendas electorale­s en todo Estados Unidos y las investigac­iones sobre el expresiden­te Donald Trump.

Jonah E. Bromwich cubre justicia penal en Nueva York, con énfasis en la fiscalía de distrito de Manhattan y las cortes penales estatales en Manhattan.

 ?? ?? Jucio.
El expresiden­te Donald Trump comparece ante el tribunal penal de Manhattan antes de su juicio en Nueva York.
Jucio. El expresiden­te Donald Trump comparece ante el tribunal penal de Manhattan antes de su juicio en Nueva York.
 ?? ?? Mira. El juez Juan Merchan preside el juicio de Donald Trump en el tribunal penal de Manhattan en Nueva York.
Mira. El juez Juan Merchan preside el juicio de Donald Trump en el tribunal penal de Manhattan en Nueva York.
 ?? ?? Abogado. Todd Blanche, abogado del expresiden­te estadounid­ense Donald Trump en el tribunal penal de Manhattan.
Abogado. Todd Blanche, abogado del expresiden­te estadounid­ense Donald Trump en el tribunal penal de Manhattan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico