VOGUE (México)

EL ARTE DE ESCAPAR

- Fotógrafa Samantha Beatty

Lynn Wyatt es el ideal texano que todos admiran. Ella es la socialité que se volvió una sobrevivie­nte en el cambiante teatro de la vida

Wyatt es un apellido que en Texas solo puede ser precedido por un nombre: Lynn, un sinónimo de la elegancia de la mujer texana. Originaria de un lugar que dejó de ser el escenario con estereotip­os al lado salvaje de Estados Unidos, y que ha sido sustituido por referentes llenos de arte, innovación, moda —de Brandon Maxwell a Tom Ford— pasando por y una lista de celebridad­es —Erykah Badu o Beyoncé— que han puesto en alto el nombre de Texas, sería una lista imposible de acabar en unas cuantas páginas, pero ¿cómo es que Lynn se distingue entre todas ellas? La octogenari­a ha estado en el mapa de la sociedad y los círculos más exquisitos desde hace cinco décadas. Ha sobrevivid­o al escándalo, lidiado con batallas familiares y buscado aportar algo al mundo a través de la filantropí­a. En lo que respecta al teatro de la vida, no importa lo oscuro del escenario, ella lo recorre con absoluta gracia, porque ella es de las que sabe perfectame­nte que “todo podría ser peor”, como lo dice en una conversaci­ón con Vogue, pero no para esta indomable mujer texana. La experienci­a de conocerla es similar a la de estar en un juego de cartas: nunca sabes cómo va a acabar. Ella es tan magnífica como las personas que la rodean y las historias que la siguen, entre las que se encuentran tener un cuadro de ella pintado por el mismo Andy Warhol, conversar hasta tarde con figuras como Óscar de la Renta o Carolina Herrera, tomarse fotos con Valentino y haber tenido el privilegio de convivir con presidente­s de Estados Unidos, así como reyes y princesas del mundo. Para ella, “los amigos son los amigos, sin importar si son famosos o no. Ellos son uno de los tesoros más preciados que tengo”, nos admite sin titubear. Sin embargo, ¿cuál es la lección que más atesora después de tantas décadas de recorrer la vida y el mundo con los ojos y el corazón? “He aprendido que si alguien me pregunta algo, especialme­nte de una naturaleza dudable, trato de contestar con la mejor respuesta posible, y si es algo delicado, procuro que lo que sea que diga sirva como guía para la situación”, reconoce con sinceridad y humildad una mujer que ha sido alabada incluso por el propio Karl Lagerfeld, quien se refirió a ella como la perfecta mujer texana, capaz de encarnar el allure de Chanel, algo que causó gran emoción en ella: “Cuando supe lo que Karl había dicho sobre mí ¡sentí que volaba hacia la luna! Algo así, que venga de uno de los hombre más talentosos, encantador­es y brillantes que he conocido, ¡es un total halago! Creo que él lee más libros en una semana de lo que yo leo en un año. En lo que refiere a definir a la mujer texana, creo que una de las cosas que nos distingue, es que logramos todo lo que nos proponemos, si realmente ponemos nuestra mente e intención en ello”, admite como un certero manifiesto del que no dudamos.

Definitiva­mente, no hay nadie mejor que ella para que nos hable sobre todo lo que tiene el estado de la estrella solitaria para ofrecer: “Lo mejor de Texas es la diversidad que posee, nunca abandona su espíritu”, y claro, uno de esos ámbitos en los que sobresale indudablem­ente es el diseño: “En lo que se refiere a los diseñadore­s de este lugar, creo que Tom Ford es un verdadero hombre del renacimien­to, capaz de hacerlo todo. Es un productor de cine, director y talentoso escritor... ¡Ah! Y obviamente, también diseña ropa fabulosa y chic —sin mencionar que es muy apuesto—. “Creo que también mencionarí­a a Brandon Maxwell, que hace prendas perfectame­nte estilizada­s y especiales”, nos dice Lynn Wyatt, aunque reconocemo­s que no importa lo que ella decida vestir, siempre logra verse de una forma muy especial, algo que no podemos evitar reconocer cuando le preguntamo­s de dónde viene su impecable estilo: “Primero que nada, ¡gracias por decirme que tengo un impecable estilo! Podría decirse que es porque mis padres fueron una gran influencia y... No sé, tal vez algo tenga que ver con cierta osmosis: yo aprendí de la moda. Además, siempre digo que un espejo de tres caras nunca va a mentirte. Alguna vez me pidieron describir mi estilo, me quedé pensando por un momento y dije: clásica con un toque de descaro... Pero jamás vulgar”, asevera.

No cabe duda que las mujeres que marcan la historia y la tierra, son aquellas que tienen el espíritu fuerte, aquellas que tienen problemas, pero que se elevan sobre ellos con gracia absoluta, como le ocurrió a ella después de pasar por ciertos dramas familiares que en su momento estuvieron sobre los tabloides más reconocido­s, porque es un hecho que si hay algo peor que hablar de Lynn Wyatt, es no hablar de ella. En su momento, fue la encargada de recibir a Truman Capote o a John Travolta en su casa en Houston. Cuando viajó a Saint Tropez y adquirió una casa cualquiera de sus visitantes podía encontrar a cierta hora del día al príncipe Rainiero y a Johnny Carson o jugar un double match con el príncipe Alberto y Douglas Wyatt. No importa a donde va, la bella y honesta Lynn es una mujer que deja su huella. Vive por y para sus pasiones; cuando en su momento, su esposo Oscar viajaba constantem­ente, ella se dedicó a hacer labores filantrópi­cas de diferentes tipos, siempre apoyando a la región que la vio nacer. Esto se extiende a una de sus grandes pasiones: la moda. Ella tiene un número infinito de vestidos de gala que ha usado para ocasiones emblemátic­as y exquisitas, y aunque guarda esos grandes clásicos, ella reconoce que existen prendas que simplement­e ya no son apropiadas para su edad, por lo que vendió muchas de ellas para después donar las ganancias a la Rothko Chapel, un lugar que es tan único como su embajadora cultural, que no es otra que madame Lynn Wyatt, quien fue nombrada así en 2013 por John y Domique de Menil —los nombres que salvaguard­an este histórico lugar—.

Esta dama pertenece a la generación en la que “las cosas no se tiran, se reparan”; así le ocurrió con amistades que creía fragmentad­as y relaciones que a ojos del mundo simulaban rotas, no para esta texana que siempre ha luchado por lo que quiere y salvar lo que valora. Sabe que ningún mal dura para siempre y que no hay tragedia o error que no aporte algo en tu vida si lo sabes tomar con entereza. No se hunde con sus errores, aprende y congracia con ellos, una cualidad que las nuevas generacion­es parecen tener en escasez: mientras los millennial­s lo hacen todo a gran velocidad, bajo la idea de que poseen un panorama sombrío para su futuro, Lynn Wyatt espera con paciencia ver la tormenta para sentir la calma, que las experienci­as vengan a su tiempo, que lleguen de sorpresa las cosas malas y que se vayan de igual forma. Mientras la mayoría vive demasiado rápido, ella goza de ver como el tiempo se detiene, un encanto que solo ocurre en algunos lugares del mundo... Como en Texas.

Lo mejor de este lugar es la diversidad que posee porque jamás abandona su espíritu

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Desde la izda.: Wyatt posa en exclusiva para Vogue; en la Vanity Fair Oscar Party en ; con su amiga la creadora Carolina Herrera.
ENTRE LA ÉLITE DE LA MODA Desde la izda.: Wyatt posa en exclusiva para Vogue; en la Vanity Fair Oscar Party en ; con su amiga la creadora Carolina Herrera.
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Derecha: La texana Lynn Wyatt siempre presente en los más destacados eventos; abajo: La estadounid­ense siempre mantuvo una gran amistad con el diseñador dominicano Óscar de la Renta.
NOBLE EMBAJADORA Derecha: La texana Lynn Wyatt siempre presente en los más destacados eventos; abajo: La estadounid­ense siempre mantuvo una gran amistad con el diseñador dominicano Óscar de la Renta.

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