Gotas de perfección
Un remolino de sensaciones totalmente singular que se apodera de la personalidad en forma de tatuaje olfativo
El olfato es uno de los sentidos más poderosos y penetrantes. Un aroma puede cambiar nuestro humor, transportarnos a otro lugar, hacernos sentir bien o mal. Desde hace más de mil años, el perfume ha sido utilizado para la fabricación de remedios: desde el incienso utilizado en ceremonias espirituales por los antiguos egipcios, hasta su uso en la actualidad por aromaterapeutas reformulando recetas milenarias. El primero que habló de la idea de que un olor podía despertar un recuerdo, fue el novelista francés Marcel Proust, en su épica novela En busca del tiempo perdido. En ella, cuando el narrador empapa una magdalena en su taza de té, el olor y el sabor que desprende desborda una infinidad de recuerdos de su infancia que duran más de tres mil páginas. Los recuerdos sensoriales se comparten a través del cerebro con diferentes regiones que recordaban lugares, olores, sabores y sonidos de una particular experiencia. Existe una conexión única entre el sentido del olfato y la parte del cerebro que procesa emociones. Así que, cuando se trata de escoger las notas de una fragancia, los perfumistas hacen mucho más que simplemente seleccionar aromas contemporáneos y femeninos. Cuando en 1828 François-Pascal Guerlain abrió su pequeña perfumería en la primera planta del hotel Le Meurice, en la parisina Rue de Rivoli, pronto se hizo célebre por su capacidad para crear fragancias a medida para personas y ocasiones determinadas. El resultado desencadenó en