VOGUE (México)

ASUNTOS de FAMILIA

LOS ÍCONOS SE TRANSMITEN DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN COMO TESOROS HERÁLDICOS. ES EL CASO DE LA BOLSA PEEKABOO, DE FENDI, DISEÑADA HACE DIEZ AÑOS POR LA DIRECTORA CREATIVA, DE LA MARCA, SILVIA VENTURINI FENDI, QUIEN CONVERSA EN EXCLUSIVA CON VOGUE MÉXICO S

- QUESADA

De niña, Silvia Venturini Fendi no jugaba a las muñecas. Era una niña privilegia­da, porque podía jugar con maniquís o, en temporada de desfiles, con modelos de carne y hueso. Creció en el seno de una de las grandes dinastías de la industria, una leyenda escrita con una sola letra F estampada en un doble logo, diseñado por Karl Lagerfeld en 1965, que se ha convertido en parte de la historia de la moda. “Recuerdo que, cuando era pequeña, siempre encontraba excusas para visitar el taller donde mi madre (Anna Fendi, una de las cinco hijas del fundador de la casa) trabajaba con sus hermanas, para ver qué estaba pasando. Siempre quise estar donde estaba la acción. Esa ha sido mi mejor escuela, la mejor; sigue siendo algo fantástico”, recuerda en el mismo taller que dirige desde 1992. Para ella, la decisión de formar parte del negocio familiar “no fue consciente, fue una idea que, simplement­e, me vino de manera natural. La familia y Fendi siempre han sido lo mismo para mí”, admite.

Desde sus inicios, en 1925, la piel acompaña a esta casa italiana fundada por el patriarca, Edoardo Fendi, y su esposa, Adele Casagrande, que un año después abrieron su primera boutique en la Via del Plebiscito de Roma, con un laboratori­o de pieles en la trastienda. A finales de los años 40, sus cinco hijas —Fendi fue una pionera del empoderami­ento femenino en una industria habitualme­nte dominada por hombres—, Paola, Franca, Carla, Anna y Alda, tomaron el relevo y, en los primeros años 60, tuvieron una idea que resultó profética: contratar los servicios de un diseñador emergente con fama de irreverent­e, no muy conocido en la época. “Karl Lagerfeld comenzó a trabajar con mi madre y sus hermanas y creo que las vio no como a sus jefas, sino como sus aliadas. Nunca rechazaron ninguna de sus ideas, ni siquiera cuando propuso cortar las pieles más exquisitas en pequeños fragmentos (una decisión revolucion­aria en la época, que se ha convertido en uno de los signos más distintivo­s de la casa). Así es como comenzó a revolucion­ar Fendi”, asegura.

La asociación entre el creador alemán y las sorelle Fendi fue tan orgánica que, desde entonces, las siguientes generacion­es le conocen con el apodo de tío Karl. “Karl siempre ha tenido las referencia­s e inspiracio­nes más increíbles y todos trabajan para perfeccion­arlas hasta el último momento”, añade. El proceso creativo dentro de la casa sigue siendo tan apasionant­e y apasionado como en aquella década absolutame­nte rompedora. “Creo que debes trabajar con libertad y no mirar lo que otros están haciendo. El éxito no viene cuando te sientas alrededor de una mesa para seguir las estrategia­s de marketing o diseñar una plani cación estratégic­a, esa no es la manera de trabajar que tenemos en Fendi. Somos muy libres y creativos, cambiamos de opinión a menudo y evoluciona­mos constantem­ente, tomando riesgos”, a rma rotunda.

En el año 2000, la casa italiana pasó a formar parte del portafolio del conglomera­do de lujo francés LVMH, pero nunca ha querido renunciar a su identidad romana: “Fendi es Roma y Roma es Fendi”, señalan desde la casa. Silvia Venturini Fendi se identi ca plenamente con este ideario. “Creemos rmemente en proteger y mejorar las tradicione­s de la mejor artesanía italiana. Nuestro enfoque es mantener vivos los códigos de calidad y creativida­d, pero al mismo tiempo siempre estamos mirando hacia el futuro, apostando por la innovación y la experiment­ación continua, invirtiend­o en investigac­ión y tecnología”.

Esta apuesta por el futuro, sin olvidar su ADN, es lo que ha permitido a la casa italiana crear íconos que desa ían al tiempo y las tendencias, como la célebre Baguette, diseñada por Silvia Venturini Fendi en 1997, o el modelo Peekaboo, que cumple este año su primera década como uno de los mayores best-sellers de la marca. “Que la Peekaboo cumpla diez años signi ca que tuve una buena idea con un gran valor, porque es una bolsa que aún adoro y que diseñé de manera bastante espontánea”, señala. “Nunca me canso de crear y eso resulta esencial cuando trabajas en la moda, debes sentir la necesidad real de hacer cosas nuevas, de innovar. Sin embargo, en el caso de la Peekaboo considero que no tengo que actualizar o cambiar nada: es la bolsa perfecta. Es el mejor ejemplo de que, cuando una idea es buena, dura para siempre”.

En una industria obsesionad­a con las tendencias y donde los cambios son cada vez más vertiginos­os, apostar por un modelo atemporal que puede pasar de generación en generación es tan revolucion­ario como la decisión de Lagerfeld de renovar la alta peletería con aquella especie de patchwork deluxe. “La Peekaboo nació de mi deseo de volver a crear bolsas de manera tradiciona­l, con excelentes pieles, siguiendo el legado de los mejores artesanos que saben cómo fabricar artículos de cuero perfectos”, agrega. Es una de esas leyes no escritas que diferencia­n a una maison de una marca: aportar un elemento añadido, una mística, un alma que trasciende la etiqueta de it bag. “Las bolsas icónicas son atemporale­s, clásicas y eternament­e demandadas. Es di ícil encontrar una receta infalible, ya que no hay ningún secreto o una regla determinad­a; se trata de asumir riesgos y hacer lo correcto en el momento preciso”, a rma Silvia.

Hace ahora diez años, la Peekaboo conectó con una nueva generación que buscaba algo diferente en el mercado: una vuelta a la exclusivid­ad, más allá de la etiqueta (letal, en el caso de los auténticos íconos) de trendie. “Para hablar con los jóvenes, no siempre tienes que ofrecerle una novedad. El mañana puede ser muy hermoso cuando lo construyes sobre algo que se relaciona con el pasado y no cambia constantem­ente. Da una sensación de fortaleza a las nuevas generacion­es que tienen que construir su futuro y, a veces, no están seguros de lo que sucederá”. No es el caso de

Silvia Venturini Fendi. Crecer en el seno de una leyenda le ha proporcion­ado una visión muy clara del futuro de la casa creada por su abuelo. “Veo que Fendi evoluciona llevando su herencia del pasado y proyectánd­olo hacia nuevas investigac­iones. Saber de dónde vienes es vital para

pasión.·JAVIER la evolución de una marca, porque lo que hagas siempre tendrá el sabor de algo logrado con pasión”. Esa es la clave: mantener viva la

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