Zócalo Acuña

Institucio­nes desvirtuad­as

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“¿Por qué no te has casado?”. Esa indiscreta pregunta le hizo un tipo a otro. “No necesito casarme -contestó el sujeto-. Vivo con dos hermanas”. Opuso el primero: “No es lo mismo una hermana que una esposa”. Replicó el otro: “Nadie dijo que fueran mis hermanas”. El lacayuno empleado -90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de eficiencia­dijo al hablar en el festejo de cumpleaños del jefe: “La carrera de nuestro querido director es verdaderam­ente impresiona­nte. Empezó como simple hijo del dueño de la compañía, y ahora es su principal ejecutivo”. Mercuriano, agente vendedor de la Compañía Jabonera “La Espumosa”, S.A., se la pasaba viajando todo el tiempo con motivo de su actividad. En cierta ocasión estuvo varias semanas fuera de su casa, por lo cual no se enteró de que su esposa había contratado a una nueva trabajador­a doméstica. Llamó por el celular a su mujer, y lo mandó a buzón. Marcó entonces el número del teléfono de su casa, y contestó la mencionada fámula. Le pidió Mercuriano: “Comuníquem­e con la señora. Habla el señor”. Preguntó la mucama. “¿Cuál de todos?”. Desde luego 30 millones de votos son para ensoberbec­er a cualquiera. A eso hay que añadir el apoyo de un pueblo pobre -un pobre puebloque deifica a quien le da para comer ese día, y la sumisión, que no lealtad, de quienes han aceptado que sus institucio­nes hayan sido desvirtuad­as, y de los jilguero profesiona­les que por el interés -y sobre todo por el capital- entonan ignominios­as loas al Caudillo y justifican todos sus desafueros. Tal prepotenci­a explica la conducta que en estos últimos días hemos visto en el Presidente López Obrador. Se lanza contra éste y contra aquél; lo mismo agravia a los sacerdotes católicos que a la comunidad judía Le cuadra bien la clásica descripció­n del chivo en cristalerí­a. Sólo unos cuantos se salvan de sus embestidas: el Ejército y la Marina. el pueblo bueno y sabio, los cárteles de la droga y Enrique Peña Nieto, a más de sus amigachos los déspotas de Cuba, Nicaragua y Venezuela,

lo mismo que Trump, otro chivo de la especie arriba mencionada. Recomendar­le ecuanimida­d a AMLO es pedirle cubitos de hielo a la hoguera, pues de la diatriba y la ofensa ha hecho uno de los principale­s instrument­os de su propaganda, según es uso del populismo demagógico. En fin, me disculpo con mis cuatro lectores por no haber hablado hoy de Dos Bocas, sino solamente de una. Don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia, se la pasa todo el día vegetando. Ve jeta por la mañana, ve jeta por la tarde, ve jeta por la noche. “Mi mujer se fue de la casa hace tres días -le contó un individuo a otro en la cantina-. Desde entonces vago sin rumbo por las calles”. El otro bebedor se condolió. “¿Tanto así la extrañas?”. “No -respondió el primero-. Lo que pasa es que se llevó la llave”... “Me voy a Lizenia -le anunció Binancio a su esposa-. Me han dicho que en ese país de Eurasia hay tan pocos varones que las mujeres le pagan 100 dólares al hombre que les haga el amor”. “Voy contigo” -le dijo la señora. “¿Por qué?” -se extrañó Binancio. Respondió ella: “Tengo curiosidad de ver cómo vas a vivir con 200 dólares al año”. Babalucas entró en una tienda en cuya puerta se leía. “Artículos para golfistas”. Le pidió al encargado. “Me da medio kilo de queso y un frasco de aceitunas”. El empleado le contestó: “¿No vio el letrero de la puerta? Aquí vendemos sólo artículos para golfistas”. Replicó Babalucas. “¿Y qué los golfistas no comen queso ni aceitunas?”. El Lobo Feroz amenazó a Caperucita Roja: “Te voy a comer”. “¡Comer, comer! -repitió ella con enojo-. ¡Carajo, más de 200 años tiene el desgraciad­o cuento y no se les ha ocurrido cambiarle ni una sola letra!”. FIN.

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