Zócalo Acuña

Vende tacos y gorditas desde hace 37 años

La mayoría de su producto ya está vendido por pedido y sale todos los días a realizar las entregas

- SANDRA CISNEROS

Sin importar las condicione­s climáticas, el trabajo no se detiene para la señora Yolanda González Mireles, vendedora de tacos y gorditas, quien sale de su casa a las 8:30 de la mañana, aunque esté lloviendo, haga calor o el termómetro marque menos cuatro grados centígrado­s.

Sale de su casa empujando su carrito abastecida con dos hieleras, una donde están los tacos de harina y en la otra, donde empaca las gorditas de maíz, un paquetito es suficiente para almorzar. Y la mayoría de sus productos ya están vendidos, pues tiene clientes que por más de 20 años almuerzan gracias a su trabajo.

Inicia su recorrido saliendo del fraccionam­iento Alamedas, y enfila por el libramient­o José de las Fuentes Rodríguez lado oriente, para acudir a varias oficinas y dependenci­as, donde ya tiene clientes que esperan su almuerzo, y es que la mayoría le pide por teléfono y asegura su almuerzo.

A paso corto, empuja su manera de vivir, y fielmente sale a trabajar de lunes a sábado. Su trabajo empieza en casa a las 3:00 de la mañana, hora en que se levanta y comienza con la preparació­n de los guisados, las gorditas, las tortillas, y el proceder a empacarlas, para que a las 8:30 ya todo esté listo y salir a la venta diaria, siempre encomendán­dose a Jehová para que le vaya bien y termine su mercancía.

La señora Yolanda, con 67 años a cuestas y con problemas de salud, como dolor en rodillas y una úlcera varicosa en una de sus piernas, no deja de trabajar en su venta, que inició hace 37 años, a pesar de que sus nietos le dicen que ya no trabaje… “pero pues estoy acostumbra­da, y necesidad siempre hay. No me puedo estar sin trabajar”, afirma.

Inició la venta de gorditas y tacos en la ya extinguida Indiana, donde trabajaba y tenía su hielera a disposició­n de sus compañeros de trabajo, para sacar un poco más de dinero y a la vez, satisfacer una necesidad de la fábrica, pues en ese entonces no tenía comedor.

Posteriorm­ente en la fábrica instalaron un comedor y le ofrecieron a ella y a otra compañera que también vendía comida, a vender ya debidament­e instaladas, pero no les convino, y siguió ofertando sus gorditas pero afuera de la maquilador­a, donde sus compañeros no dejaron de comprarle.

Con el paso de los años la situación cambió, y empezó a vender en su casa en el fraccionam­iento Alamedas, pero su vida se vio fuertement­e sacudida con el fallecimie­nto de su hijo que hace 12 años murió, y dejó a sus dos hijas en la orfandad, de quienes se encargaron Yolanda y su esposo Felipe A. Ramírez Ramírez, ya que la mamá las abandonó.

Las cuidaron con mucho

Me veo mayor, pero es que la vida me ha pegado duro”.

amor, y satisfacie­ndo todas sus necesidade­s, quienes ahora ya son unas jovencitas. Posteriorm­ente también ayudó a criar a dos nietos, para que su mamá trabajara. Todos ellos, son como sus hijos.

Lamentable­mente, su esposo Felipe que era contador, perdió su trabajo al cerrar la empresa cuando tenía 47 años, y no encontró otro en su profesión, pues la edad fue el impediment­o principal, por lo que se dio a la tarea de hacer

Yolanda González Mireles vendedora de gorditas y tacos desde hace 37 años.

uso de su oficio de sastre, y en su misma casa, a la vez que contribuía al cuidado de sus nietos obtenía dinero con trabajos que le encargaban.

Don Felipe falleció hace tres años, a causa de un tumor que aunque le ocasionaba grandes malestares, en su peregrinar con doctores no fue detectado, incluso ya en el Seguro Social le diagnostic­aron hipocondrí­a, por lo que fue turnado al siquiatra de Monclova, que después de evaluarlo, le dijo que él no tenía esa enfermedad.

Posteriorm­ente le detectan el tumor cuando ya había crecido demasiado en un costado y le había comprometi­do órganos vitales. A dos semanas de la cirugía programada, murió.

Doña Yolanda también vende tamales, y es en diciembre cuando tiene muchísimo trabajo. También ha atendido grandes pedidos de gorditas y tacos, para eventos especiales, como el día de elecciones. Sin embargo, este año piensa que ya no hará tamales, ni atenderá grandes pedidos, -ya estoy muy cansada.

“Tengo 67 años, yo sé que me veo mayor, la muerte de mi hijo y después la de mi marido, fueron golpes muy fuertes. Pero, pues así es la vida y hay que vivirla a como nos toque”.

 ?? ?? ▮ Con paso lento, y pese a tener dolencia en las rodillas y una úlcera varicosa, doña Yolanda trabaja de lunes a sábado.
▮ Con paso lento, y pese a tener dolencia en las rodillas y una úlcera varicosa, doña Yolanda trabaja de lunes a sábado.
 ?? ?? ▮ Sin importar si está lloviendo, ella cumple con su trabajo, que le da para mantenerse y mantener a su familia.
▮ Sin importar si está lloviendo, ella cumple con su trabajo, que le da para mantenerse y mantener a su familia.
 ?? ?? ▮ Muchas calles recorre en su diario trabajo.
▮ Muchas calles recorre en su diario trabajo.
 ?? ?? ▮ Con temperatur­a de -4º C, doña Yolanda realiza la entrega de sus pedidos.
▮ Con temperatur­a de -4º C, doña Yolanda realiza la entrega de sus pedidos.
 ?? ?? ▮ Doña Yolanda platica sobre su vida, luego de terminar su recorrido en la venta de gorditas y taquitos.
▮ Doña Yolanda platica sobre su vida, luego de terminar su recorrido en la venta de gorditas y taquitos.

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