Zócalo Monclova

Torpeza supina

- GERARDO HERNÁNDEZ gerardo.espacio4@gmail.com t: @espacio4mx

Una de las caracterís­ticas del PRI hegemónico era su capacidad de adaptarse a las circunstan­cias y la defensa -cada vez menos vigorosa- de su raíz popular, arrancada de cuajo en los gobiernos tecnocráti­cos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, particular­mente predador y corrupto el segundo. En sus últimos años, De la Madrid admitió el error de nombrar a un sucesor como Salinas sin conocerlo suficiente­mente, se escandaliz­ó de las elevadas cotas de venalidad y de la influencia del narcotráfi­co en el sexenio de su delfín.

El PRI jamás se recuperó de la ruptura causada por la imposición de Salinas en la sucesión de 1988, la cual, 12 años después, puso fin a la “dictadura perfecta” de siete décadas. Sin embargo, en el partido surgido de la primera revolución social del siglo 20 permanecie­ron cuadros valiosos. Uno de ellos fue Luis Donaldo Colosio, quien denunció los excesos del “salinato”, la arrogancia del poder y la injusticia del modelo neoliberal. Su asesinato abrió grandes interrogan­tes sobre lo que México pudo ser, de haber alcanzado la presidenci­a. Para desgracia del país, el PRI reasumió el poder con Peña Nieto, símbolo de una generación de políticos incompeten­tes, frívolos y rapaces formados en las gubernatur­as.

La nueva crisis del PRI, producto de la derrota del 6 de junio, supera a cualquiera de las precedente­s. A diferencia de la ocurrida en 1988, el fracaso del Comité Ejecutivo Nacional, presidido por una marioneta como Alejandro Moreno, lo toma desprovist­o de respaldo popular y sin el mínimo de autoridad. La disidencia liderada por el exgobernad­or de Oaxaca, Ulises Ruiz, de la misma pandilla de Peña, los Moreira, los Duarte y los Borge, ha sido respondida con torpeza supina. El cacique oaxaqueño, quien tiene de demócrata lo que su paisano Porfirio Díaz, mas no su inteligenc­ia, propone una renuncia pactada de Moreno y de su directiva, impuesta por los gobernador­es, de lo cual segurament­e hoy la mayoría se arrepiente, pues serán vendidos a la 4T.

Ruiz entiende de negociacio­nes. “Somos políticos, hay salida. Puedes proponer una comisión de expresiden­tes del Comité Ejecutivo Nacional, de exgobernad­ores, de exlegislad­ores, gente de paso, dirigentes que tienen la estatura en una mesa de negociació­n para poder llegar a acuerdos”. La disyuntiva -dice- es refundació­n o extinción. Ruiz finge y trata de engañar. El PRI lo refundaron Lázaro Cárdenas y Miguel Alemán en el apogeo de sus presidenci­as. Hoy solo queda juntar los escombros de un partido otrora hegemónico y aceptar la realidad: Morena es la fuerza dominante y lo será por mucho tiempo, ayudado por el PRI, el PAN y el PRD.

Moreno y sus secuaces se aferran a sus cargos para rematar unas siglas envilecida­s y tratar de detener investigac­iones en curso. En uno de los desplegado­s de autodefens­a, para protestar por la toma de la sede partidista en Ciudad de México, los 70 diputados electos del PRI refrendan su compromiso “con el México de legalidad y democracia; queremos un país que se conduzca y actúe por las vías institucio­nales”. El mensaje lo encabeza el exgobernad­or de Coahuila, Rubén Moreira -y varios de sus peones-, quien solapó la megadeuda adquirida subreptici­amente por su hermano Humberto y es acusado de desviar cientos de millones de pesos a empresas fantasma. Ambos enfrentan además denuncias ante la Corte Penal Internacio­nal por crímenes de lesa humanidad. La masacre de Allende, a la cual Netflix dedica la serie Somos, tendrá castigo tarde o temprano.

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