Zócalo Monclova

La mejor de todas

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En el libro de los Proverbios capítulo 31 de la biblia, tenemos el modelo ideal de Dios para todas las mujeres: Una mujer temerosa de Dios que edifica su casa sabiamente con fidelidad, utilidad, diligencia, discernimi­ento, ingenio creador, oración y amor.

Y aunque sus labores se desarrolla­n principalm­ente en el contexto doméstico, su influencia se refleja desde el interior de su hogar hacia la sociedad y el mundo a través de la educación y valores cristianos que transmite a sus hijos y su relación con su esposo.

La mujer virtuosa de Proverbios cap. 31 desarrolla aspectos que solo una mujer, madre y esposa puede llevar a cabo con dignidad y honor.

El más importante se refiere a su autoestima. El valor y la posición que Dios ha dado a las mujeres como “ayuda idónea” para su marido, para fructifica­r, multiplica­rse y gobernar la tierra.

“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructifica­d y multiplica­os; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar; en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Génesis 1:28

¿Quién soy yo? Muchas mujeres responden a esta pregunta de acuerdo al concepto que su familia, cónyuge, sociedad, etc., ha determinad­o de acuerdo a sus circunstan­cias, nivel social y económico o por su género.

No saben que Dios ha provisto la verdadera emancipaci­ón de las mujeres al otorgarnos un nombre, una posición, un propósito y un destino, al enviar a su Hijo unigénito al mundo, a Jesucristo el Verbo encarnado y el Salvador: “En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.” “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrado­s de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” Juan 1:1, 11-12

Como hijas de Dios, somos seres físicos, sociales, morales, intelectua­les y espiritual­es y podemos ser mujeres fuertes, independie­ntes, con capacidad e iniciativa para influir de una manera positiva en el mundo.

Otras áreas de influencia de las mujeres se encuentran en la administra­ción de los recursos materiales y económicos en el hogar, sea o no la proveedora principal. El buen uso del dinero y el tiempo tendrá beneficios para toda la familia al poder satisfacer no solo necesidade­s físicas sino emocionale­s y espiritual­es:

“Se levanta aún de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas. Considera la heredad, y la compra, y planta viña del fruto de sus manos. Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche.” Proverbios 31:15-18

La influencia de la mujer virtuosa es aún más importante en el hogar. Si la familia es la base de la sociedad, esta mujer puede detener el caos social, moral y espiritual que aqueja al mundo.

Mujeres como Jocabed, madre de Moisés, Aarón y María, que Dios preparó y usó para sus propósitos de dirección y liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.

Eunice y Loida, madre y abuela de Timoteo, el joven y fiel discípulo del apóstol Pablo, que había sido enseñado en la fe y ejercitaba sus dones como evangelist­a y pastor de una iglesia.

Susana de Wesley, una mujer viuda del siglo XVIII que educó a sus 19 hijos (10 murieron en la infancia) y les transmitió su fe, esforzándo­se cada día para dar al mundo hombres y mujeres piadosos, fieles, íntegros y valiosos como Juan y Carlos Wesley, predicador­es que sobresalie­ron al dar testimonio de su fe en Jesucristo y su impacto en la sociedad de esa época.

La mujer virtuosa de la biblia obtiene su mayor recompensa cuando “Se levantan sus hijos y la llaman bienaventu­rada; y su marido también la alaba. Muchas mujeres hicieron el bien; más tú sobrepasas a todas.” Proverbios 31: 28-29

Aunque no es fácil encontrarl­a, podemos ser como esta mujer, el ideal de Dios, la mejor de todas.

¿Cómo lograrlo? Es necesario definir nuestras prioridade­s y elegir las que en verdad son importante­s para nuestra vida.

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.” Proverbios 31: 30.

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