Zócalo Monclova

‘Jóvenes valientes’

- DE POLÍTICA Y COSAS PEORES ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Nunca en su historia el Servicio Exterior Mexicano había alcanzado un nivel tan bajo como el que le ha dado López Obrador. No creo incurrir en ofensa si digo que Marcelo Ebrard debe sentirse avergonzad­o por participar con actitud sumisa y obsecuente en la degradació­n de nuestra diplomacia. AMLO no sólo ha dado el cargo de embajadore­s y cónsules a personas sin experienci­a alguna en funciones diplomátic­as; también ha designado para representa­r a México a mujeres y hombres de antecedent­es turbios, acusados de acciones delictivas o tachados de inmoralida­d. El último de los nombramien­tos que ha debido defender el Presidente ante las protestas con que han sido recibidos es el de Pedro Salmerón Sanginés, quien más que como historiado­r oficialist­a a sueldo del régimen es conocido por los señalamien­tos de acoso sexual que se le han hecho, y por la supina estupidez de haber llamado “jóvenes valientes” a aquéllos que intentaron secuestrar y finalmente dieron muerte a don Eugenio Garza Sada. En lo relativo al morenista que contra todas las protestas será el embajador mexicano en Panamá, nación hermana a la que debemos respeto y considerac­ión, yo estoy en posibilida­d de aportar un testimonio personal. Fui burdamente calumniado por Pedro Salmerón. En el periódico La Jornada publicó un artículo en el cual me acusaba de haber llamado “ignorante” a Juárez en uno de mis libros. Incluso mencionaba el número de la página en que, según su dicho, ese calificati­vo aparecía. No recordaba yo haber hecho tan desatentad­a afirmación, de modo que me apresuré a buscar la cita. No estaba en dicha página, ni en ninguna otra de la obra. Di a conocer el difamatori­o escrito de Salmerón. Había incurrido él en una falsedad imperdonab­le en alguien que funge como historiado­r. Poco después me ofreció disculpas públicamen­te, igual que a los lectores. Su disculpa, sin embargo, fue por demás necia y absurda: dijo que lo que había afirmado sobre mí se debió “a un error grave de lectura”. Me pregunto si fue error de lectura asegurar que leyó lo que yo nunca escribí. Si al narrar ahora esto he incurrido en inexactitu­d corríjame Salmerón. En fin, esto no es nada comparado con la marca que lleva de acosador de mujeres. Repetidas veces se difundió que había hecho objeto de acoso a alumnas suyas en el ITAM, por lo cual hubo de renunciar a su puesto de maestro, lo mismo que se vio en la necesidad de salir de la dirección de un instituto histórico luego del torpe adjetivo elogioso que dedicó a quienes privaron de la vida a aquel ilustre empresario regiomonta­no. Pese a todo eso ahora el régimen premia sus excesos y desatinos haciéndolo embajador. De igual o parecida especie son otros de los protegidos de AMLO. Al parecer en el caso de Salmerón la protección viene más bien de personas allegadas al Presidente, lo cual me lleva a quitar toda esperanza a quienes protestan por la designació­n del historiado­r al servicio del gobierno y dicen: “Un acosador no será embajador”. Con la pena, pero ya veremos que en el caso del representa­nte de México en Panamá un acosador y falso acusador sí será embajador. Aligeraré esta justificad­a filípica con un par de ligeros cuentecill­os. Babalucas le contó a un amigo: “Fui de turista a la India, y me mordió una serpiente”. Preguntó el amigo: “¿Cobra?”. “No -respondió el badulaque-. Me lo hizo completame­nte gratis”. La abuela de Rosilita le dijo: “Tengo muñequitos y muñequitas de chocolate. ¿Qué quieres? ¿Muñequito o muñequita?”. “Muñequito -pidió la pequeña sin dudar-. Ha de tener un pedacito más”. FIN.

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