“¿QUÉ ES ESTO? ESTE HOMBRE TIENE AUTORIDAD PARA MANDAR HASTA A LOS ESPÍRITUS INMUNDOS Y LO OBEDECEN”

En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!”. El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen”. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

REFLEXIÓN

Jesús es una persona a la que no le gusta quedarse de brazos cruzados cuando es testigo de injusticias; en este caso, Jesús es testigo de la opresión a las personas, como aquel hombre de la sinagoga poseído por un espíritu inmundo, es decir, el hombre tenía un aspecto sucio, asqueroso, impuro. Jesús no lo conocía, y si nos fijamos, nunca preguntó quién era, ni siquiera le preguntó si vivía de acuerdo con la ley que en ese momento se predicaba. A Jesús sólo le importó que se trataba de una persona sufriente, por eso con mucha autoridad expulsó aquello que aquejaba el cuerpo del hombre. La acción de Jesús se fundamenta en el poder liberador de Dios. Jesús nos invita a oponernos a todo tipo de acciones que sometan y denigren a las personas. ¿Cómo es mi actitud con quienes me rodean? ¿Qué situaciones explotan, someten y denigran a las personas?

Fuente: Reflexiones de Rubenia Figueroa y Myrza Barra Salgado.