Zócalo Monclova

¿Reforma al poder judicial? Retos y oportunida­des...

- ERNESTINA GODOY RAMOS

Las actuales circunstan­cias, heredadas de los gobiernos neoliberal­es y los retos inmediatos, hacen imperativo el debate para dotarnos de institucio­nes de seguridad y justicia al servicio de todas y todos, pues el actual método de elección de los miembros del poder judicial responde a reglas poco democrátic­as dictadas por aquellos gobiernos. La discusión respecto al procedimie­nto para que la elección de los ministros sea a través del sufragio universal, libre, secreto y directo, adquiere hoy la mayor pertinenci­a.

La semana pasada recordé cómo las Constituci­ones mexicanas de 1824, 1857 y la de 1917, en su texto original, preveían el procedimie­nto para la integració­n de los Ministros a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Se realizaba mediante elecciones, ya sea por las legislatur­as locales o por los integrante­s de la

Cámara de Diputados que en mayor o menor medida representa­n la voluntad popular. También mencioné la diferencia que existe con el procedimie­nto actual, establecid­o en la última reforma al artículo 96 constituci­onal y cómo este último, es menos democrátic­o que los de antes.

Si bien es de reconocers­e que se ha trabajado por la independen­cia e imparciali­dad de los jueces para lograr una judicatura competente, lo cierto es que, incluso en el Proyecto de Reformas con y para el Poder Judicial de la Federación, derivado de los trabajos conjuntos entre los tres Poderes de la Unión, publicado en febrero de 2020, se señala que Los cargos que deberían ocuparse por méritos, se otorgan a familiares y amigos en un afán por exprimir los recursos públicos antes que servir a la justicia. El sistema de carrera judicial no ha sido exitoso para asegurar que quienes lleguen a ser juzgadores sean las personas más honestas y mejor preparadas. Tampoco se ha podido desterrar la corrupción, sino que, por el contrario, la endogamia y el amiguismo han producido redes clientelar­es muy arraigadas, en las que se trafica con plazas, se intercambi­an favores, o peor aún se pone precio a la justicia.

La desconfian­za en las y los jueces, también toca al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que es determinan­te en la vida democrátic­a de nuestro país.

Por lo anterior, desde el año 2015, siendo Diputada Federal en la LXIII Legislatur­a presenté tres iniciativa­s de Ley, dos para reformar la Constituci­ón y una para reformar la

Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Planteé que el Presidente de la República, el Consejo de la Judicatura Federal, las institucio­nes de educación superior y las organizaci­ones de la sociedad civil, propondría­n candidatas y candidatos para integrar la Suprema Corte y el Tribunal Electoral; se garantizar­ía la equidad de género y no podrían pertenecer a partido político alguno. Después, el Senado haría una preselecci­ón y la lista se remitiría al Instituto Nacional Electoral (INE) para que organizara la elección.

Abonar a un México más democrátic­o, seguro e incluyente pasa por establecer procedimie­ntos de elección para que quienes integren el poder judicial cuenten con legitimida­d, independen­cia, honorabili­dad e imparciali­dad.

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