No caer en tentaciones, pide Iglesia a feligreses
La Iglesia Católica celebró el Primer Domingo de Cuaresma, en el que emitió un exhorto a la feligresía a vencer las tentaciones.
El padre Daniel Flores, Prefecto del Seminario de Saltillo, ofició la misa en la parroquia de Santiago Apóstol, donde se abordó la Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (1, 12-15).
En el pasaje, se relata que “en aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: ‘Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino De Dios: Conviértanse y crean en el Evangelio’”.
En la homilía posterior a la lectura, el padre Flores dijo ante los fieles que Jesús, sin perder su divinidad, se sometió a la tentación y nos enseña cómo vencerla.
En el mismo contexto, indicó que siempre, el primer Domingo de Cuaresma, es ‘el Domingo de las tentaciones’, y que San Marcos, caracterizado por ser muy directo, explica en pocas palabras el mensaje, cuya idea principal es que los fieles se conviertan y crean en el
La Cuaresma es este tiempo de desierto, de preparación… El Señor, para poder implementar este reino, se prepara intensificando la oración, el diálogo y el ayuno, y contemplando cómo se muestra esta situación de tentación a la humanidad, y lo vence, lo supera y humilla al diablo”,
Daniel Flores
Sacerdote de la parroquia de Santiago Apóstol
evangelio.
Haciendo uso de un lenguaje coloquial, el padre agregó que “es un spoiler y una realidad, que seremos tentados”.
Añadió que la tentación no es pecado por sí misma, sino que se convierte en pecado cuando es satisfecha.
“Jesús nos invita el día de hoy a vencer esa tentación, a no llegar a ese extremo de caída, de enlodarnos, de dejarnos llevar por las bajas pasiones, de no dejarnos llevar por los caminos del mal”, reiteró, acotando que, como seres humanos, podemos caer, y por ello, también es importante permitirle a Dios que nos ayude a levantarnos.