Zócalo Monclova

UNA VOZ EN EL DESIERTO

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Cada año los cristianos celebramos la Semana Mayor y los días en que recordamos la mayor prueba de amor para los hombres: Dios envió a su hijo Jesucristo al mundo a morir por nuestros pecados y darnos salvación y vida eterna, y aunque cada vez más se va perdiendo el significad­o de la crucifixió­n, muerte y resurrecci­ón de Cristo, la Iglesia cristiana lucha por mantener y avivar la fe de los creyentes y alcanzar a aquellos que no han recibido o aceptado aún este mensaje de redención.

Las vacaciones y el descanso que oficialmen­te avalan estos días para recordar la pasión de Cristo se han convertido para la mayoría de la gente en el cumplimien­to de ritos religiosos externos ante Dios y la iglesia, sin considerar sus caminos y estilo de vida.

Es necesario que ante esta apatía espiritual que invade los corazones no deje de escucharse la voz del Espíritu Santo y de todos aquellos que hemos recibido el perdón de nuestros pecados y experiment­amos una relación de amor, de paz y de gozo en Dios por el sacrificio de Jesucristo en la cruz y su victoria sobre la muerte en su resurrecci­ón, la base de nuestra fe y la esperanza de todo creyente.

“Porque si los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no vale para nada, ni tampoco vale para nada la fe que ustedes tienen.” (1 corintios 15:13-14)

Hubo un profeta de

Dios llamado Juan, hijo de Zacarías, con la misión de ser enviado al mundo para ir delante de la presencia del Señor y para preparar sus caminos; para dar conocimien­to de salvación a su pueblo para perdón de sus pecados, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte y para encaminar sus pies por camino de paz. (Lucas 1:76-80)

Este hombre, predicaba en el desierto el bautismo del arrepentim­iento para perdón de pecados y les decía, cuando la gente salía para que los bautizara:

“¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca? Pórtense de tal modo que se vea claramente que se han vuelto al Señor… “(Lucas 3:7-8a)

La exhortació­n de Juan el Bautista al pueblo de Israel para mostrar frutos dignos de arrepentim­iento se debía a la apariencia piadosa que estos mostraban al observar las fiestas y los ritos para agradar a Dios, usando la religión para ocultar su malvada manera de vivir; el lenguaje severo que utilizó para despertar a quienes eran espiritual­mente insensible­s tampoco fue bien recibido por aquellos que se aferraban a su condición y situación espiritual; sin embargo, tenemos que recordar que Dios juzgará el pecado y desea que nos volvamos a Él.

Sin arrepentim­iento no hay perdón, y esto significa que es necesario no solo confesar nuestros pecados y sentir pena por ellos, sino abandonar totalmente nuestra vieja manera de vivir y volvernos a Dios.

Juan predicaba en el desierto, en un ambiente frío y hostil a la palabra de Dios, lleno de pecado y de hipocresía religiosa y daba testimonio de Jesucristo, clamando: Este es de quien yo decía: El que viene después de mi, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia, pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. (Evangelio de Juan Capítulo 1)

Querido lector, la voz de Dios sigue escuchándo­se en el desierto de la apatía espiritual, de las diversione­s y los placeres de este mundo, la falta de paz y armonía en los hogares y en los corazones de la gente, pero Dios está llamando una vez más para que se vuelvan a él, pues no quiere que se pierdan, sino que vengan al arrepentim­iento.

Seguir rechazando la voz del Espíritu Santo endurecerá nuestro corazón y pudiéramos descubrir que ya no somos capaces de oír la voz de Dios. Sin embargo, grande es su misericord­ia y hoy espera con los brazos abiertos para perdonar a todos los que se vuelvan a El.

“Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana.” (Isaías 1:18)

¡Hasta pronto!

Citas bíblicas tomadas de la Biblia “Dios habla hoy”, versión popular.

Por: Alma Rosa Sarabia Méndez.

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