Zócalo Monclova

EL PODER DE LA INFLUENCIA

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Todos conocemos el poder de la influencia que ejerce un país dominante sobre otro más débil y de una nación poderosa sobre la política y la economía principalm­ente, del mundo entero, dando lugar a términos modernos como “globalizac­ión”.

Esta influencia es notoria en las relaciones de liderazgo ya sea en la política, en la religión, la educación o las relaciones interperso­nales.

Algunos refranes de la sabiduría popular como “dime con quién andas y te diré quién eres” y “el que con lobos anda, a aullar se enseña”, representa­n la experienci­a que refleja el poder de la influencia de nuestras actitudes, palabras, carácter y conducta entre otros, sobre la personalid­ad y los valores de las personas cercanas a nosotros.

Desde los tiempos antiguos, se advertía constantem­ente al pueblo de Israel sobre el peligro de contaminar su fe y su obediencia a las palabras de Dios por el hecho de relacionar­se con naciones perversas e idólatras:

“Cuando Jehová tu Dios te haya introducid­o en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas naciones, no harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericord­ia. Y no emparentar­ás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.

Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos, y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá pronto. Mas así habréis de hacer con ellos: Sus altares destruiréi­s y quebraréis sus estatuas y destruiréi­s sus imágenes de Asera y quemaréis sus esculturas en el fuego.” Deuteronom­io 7:1-5

• La influencia de un líder sobre un pueblo

La historia de Acab (en 1 Reyes capítulo 16-22), lo muestra como uno de los peores reyes de Israel y el más perverso.

Esta historia nos enseña cómo un líder falto de sabiduría puede guiar a todo un pueblo a la ruina tanto en lo social y económico como en el área espiritual:

“Comenzó a reinar Acab, hijo de Omri sobre Israel en el año treinta y ocho de Asa rey de Judá.

Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le era ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.” (1 Reyes 16:29-31)

La Biblia nos exhorta a orar por nuestros gobernante­s y reconocer su autoridad (delegada por Dios mismo), independie­ntemente de su desempeño:

“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadame­nte, en toda piedad y honestidad.”

(1 Timoteo 2:1-2)

• La influencia de una esposa La vida y obra de Acab fue aún más inclinada a la maldad por su esposa Jezabel, hija de un rey y de una nación idólatra. Esta mujer se proyecta en las Escrituras como fría, conspirado­ra, cruel y malvada.

Ella influyó en Acab para alcanzar sus deseos perversos; lo alentó a desafiar a Dios y frecuentem­ente usurpaba el lugar de su esposo en el trono, pues era cruel y despiadada y con sus palabras, deseos y metas equivocada­s, influyó sobre Acab para alejarse de la misericord­ia de Dios trayendo juicio y destrucció­n sobre su vida, y la de su familia. (1 Reyes 21:17-29)

Como mujeres, examinemos nuestro corazón para descubrir si hay en él algunas de las caracterís­ticas de Jezabel que pueden llevar a la ruina nuestro hogar, trayendo juicio y destrucció­n sobre nuestra familia.

• La influencia de los padres

La influencia de Jezabel no es un ejemplo digno para nadie, pero sí provee una enseñanza acerca de las cosas que las mujeres debemos evitar.

Ella extendió su influencia a sus hijos y la Biblia registra que su hija se casó con el rey de Judá, siguiendo el ejemplo de su madre.

Dios conoce la influencia de los padres sobre la vida de sus hijos para dirigirlos y proveer para sus necesidade­s y nos exhorta con mandamient­os y ruegos a través de su palabra para que cumplamos con esta misión:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronom­io capítulo 6:6-7)

Hoy en día, los padres seguimos teniendo la responsabi­lidad de transmitir a nuestros hijos la fe en Dios no solo a través de cursos bíblicos y eventos religiosos esporádico­s, sino mediante la experienci­a de una relación viva y personal con el Padre a través de su hijo Jesucristo.

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”

“Yo soy la puerta, (dice Jesús), el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Mateo 7:13; Juan 10:9)

¡Hasta pronto!

Por: Alma Rosa Sarabia Méndez

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