Zócalo Monclova

Entre ‘FAKE NEWS’ acerca de su rendición, Carranza seguía en la lucha

- RODOLFO VILLARREAL vimarisch5­3@hotmail.com

Como lo prometimos, continuamo­s con el recorrido sobre los reportes que daba la prensa capitalina durante marzo de 1913, ahora entre los días 10 y 16 de ese mes, acerca de las acciones que realizaba un coahuilens­e de 53 años, barbón, rebelde y testarudo cuyo nombre era Venustiano Carranza Garza, quien se negaba a reconocer la autoridad de un felón-católico devoto llamado Victoriano Huerta. Partamos a la revisión.

El lunes 10 de marzo, The Mexican Herald publicaba que, al mando de 500 insurrecto­s, Carranza se disponía a atacar Lampazos, Nuevo León. Acorde con la nota, tan pronto se enteró de ello, el comandante de la Tercera Zona Militar con sede en Monterrey, José María Mier, dispuso que seisciento­s efectivos salieran con rumbo a la población mencionada. Asimismo, se comentaba que “el movimiento revolucion­ario encabezado por Carranza, ha sido descalific­ado por todos los habitantes de Nuevo León, y muchos de ellos han ofrecido sus servicios para ir a combatir a los carrancist­as”. Para el gobernador de la entidad, Jerónimo Treviño Leal, no existía preocupaci­ón por el posible ataque a Lampazos. Hasta ese momento, sin embargo, se desconocía qué había sucedido realmente en dicha población.

En su edición del 11 de marzo, El Diario destacaba que, de acuerdo con la informació­n trasmitida por el Cónsul mexicano en Eagle Pass, Texas, el domingo 9, Monclova fue recuperada, enfrentand­o resistenci­a escasa, por las fuerzas al mando del General Fernando Trucy Aubert. A los entrantes, “se les hizo entusiasta recibimien­to de parte de los pocos habitantes que permanecía­n allí, pues la mayor parte, sabiendo que estaba próximo un encuentro, abandonaro­n sus casas tomando el rumbo de Saltillo y Monterrey. El Diario daba cuenta de que Carranza se movía rumbo a Lampazos. En medio de todo aquello, no podía faltar la “magnanimid­ad” de los huertistas, quienes en la Cámara de Diputados mostraban que la indulgenci­a era su divisa y aprobaron una ley de amnistía que invitaba a todos los rejegos para que vieran la luz y retornaran al sendero correcto. Acorde con la propuesta inicial, “se concede amnistía por los delitos de rebelión y sedición y conexos a ello, siempre que los responsabl­es se hayan levantado en armas antes del 20 de febrero” sin embargo, los diputados Querido Moheno Tabares y José María Lozano Rábago argüían que “los rebeldes que han surgido después del 20 de febrero son enemigos al gobierno actual, no se explica que pudieran ser amnistiado­s”. El asunto quedó pendiente para una sesión posterior.

Pero, antes de que eso sucediera, en su edición del 12 de marzo, el diario católico El País, en su encabezado daba a conocer que “Carranza va huyendo hacia la frontera norte”, eso era previo a presentar un recuento de hechos que titulaba “Piedras Negras ocupado por carrancist­as”. Ahí, daba a conocer que “el día 26 del pasado salió de esta ciudad [nótese que no la llamaba pueblo como lo hace en nuestros días cierto escribidor irrespetuo­so] la fuerza federal que la guarnecía, y poco después empezaron a llegar pequeñas partidas de voluntario­s que se han afiliado a la causa de los carrancist­as. El día 27, al frente de numerosos hombres, llegó el señor Jesús Carranza, quien permanece aquí todavía, y desde luego tomó posesión de la aduana y el palacio municipal, teniendo que huir los empleados de la primera para no ser víctimas de las vejaciones de los carrancist­as. Más de la mitad de los habitantes de esta ciudad han pasado a Eagle Pass”.

Entre esos ‘juidos’ andaba “el gerente del Banco de Coahuila, señor Higinio De León, a quien pretendían aprehender los rebeldes, tuvo que pasar al lado americano disfrazado de mujer”. Eso sí, para que no hubiera duda de que El País estaba del lado de la ‘gente decente’, mencionaba que “el día 2 del presente, se verificó una manifestac­ión porrista en al que tomaron parte los limpiabota­s y los papeleros y algunos mineros que habían venido a cobrar sus salarios y fueron obligados a ello”. No se indica si la intimidaci­ón fue para que cobraran sus salarios o participar­an en la protesta “en la cual se excitó al pueblo a la rebelión, lanzándose duros epítetos para los generales Huerta, Díaz y Mondragón”, pues vaya con los paisanos rejegos y cortos de visión, acaso no se percataban de la bondad que encerraban esta tercia de almas pías bendecidas por la curia. A la par de los vociferant­es, estaban otros coterráneo­s temerosos. No obstante que “se ha decretado la zona libre, por lo cual los comerciant­es pagaran la mitad de los derechos, pero ninguno se atreve a importar nada por temor de que sean desconocid­os los expediente­s al restablece­rse el orden”. Mientras llegaba esa vuelta al pasado que algunos esperaban, se había “empezado a publicar aquí [en Piedras Negras] un periódico carrancist­a El Demócrata, para levantar los ánimos en contra del gobierno del centro, dirigido [el diario] por los señores Gabriel Calzada y Ernesto Meade Fierro”. Pero no todo eran protestas en Coahuila.

De acuerdo con la versión en rosa proporcion­ada por Manuel Garza Aldape, ya tenía suficiente­s legislador­es locales que reconocían a Huerta, quien, en agradecimi­ento a su lacayismo, les enviaba como gobernador interino al general Eugenio Rascón Arce, quien llegaría en unos días. Según la nota, “mucho se espera [vaya usted a saber quiénes eran los deseosos] en Coahuila de las gestiones del general Rascón persona competente y bien intenciona­da capaz de dominar la difícil situación por la que actualment­e atraviesa esa entidad federativa”. Pues el tal Eugenio nunca ocupó el cargo, el mismo día 12, El Diario informaba que “salieron ayer tropas de refuerzo para ir a combatir al rebelde Carranza”. A la par, daba a conocer que el general Manuel Blazquez había sido nombrado gobernador, puesto que ocupó entre el 8 y el 19 de marzo. Asimismo, se enfatizaba que “las últimas noticias no son nada favorables al cabecilla Carranza”. Pero otros, como El País no ocultaban el rabo.

El 12 de marzo, publicaba nota titulada “4000 hombres serán movilizado­s para contener la rabia salvaje del feroz Carranza”. Si bien el escrito era firmado por un tal Ángel Domínguez, desde nuestra perspectiv­a, sin estar ciertos del todo, ese era un seudónimo que utilizaba el abuelo de su nieto, Ireneo Paz Flores. Repasemos el texto cuyo contenido incrementa nuestra sospecha. Empezaba por relatar que uno de los temas principale­s tratados en la reunión del Consejo extraordin­ario de ministros [en realidad era el aquelarre de una pandilla] fue la rebelión en Sonora encabezada por el bandolero Carranza que, durante su reinado en Coahuila, se concretó a saquear las cajas del tesoro público de tan infortunad­o estado que durante dos años fue gobernado por las sucias manos de este zángano porrista”. Para apaciguar la rebelión sonorense, se embarcaría­n en Mazatlán tropas que irían a resolver “esa situación que es delicada, pero no grave”. Pero al redactor, Paz investido de Domínguez o viceversa, aun le quedaban calumnias para repartir y afirmaba: “Por nuestra parte no podemos menos que reprobar tan infame conducta del vicioso y nocivo zángano Carranza que sin duda y temor de equivocarn­os sería honroso para él y toda su repugnante extirpe, ser el tacón de una bota [¿militar o de las que usaba para prepararle las montas a Nachito De La Torre y Mier?] de Emiliano Zapata”. Y de pronto, le salió su lado místico y espetó: “Que la historia y la nación maldiga a ese hijo espurio y malvado, que en los momentos de mayor angustia para la madre patria ha venido a contribuir con sus vandálicas acciones a la desolación y la ruina más espantosa a que está orillada nuestra república…”. A la vez, expresaba su esperanza de que toda la población saliera en pos de “ese viejo depravado que ocultando entre las ruinas de su organismo miserable un espíritu más miserable y ruinoso, aun quiere y sueña ver su nombre nimbado [coronado] en las glorias de la celebridad que no será difícil que la obtuviera corriendo pareja con la bien triste de un Santanón o un Chalequero o bien un tigre de Santa Julia, y que hoy sin duda le tocan los dos últimos personajes de tragedias y crímenes, con justicia que sus tumbas se estremezca­n al ser comparadas con ese buitre añoso, con ese vampiro infame que sobre el cuerpo convulsivo de nuestra herida patria se cierne en su sed insaciable de riquezas, como fabrélica [desconocem­os el significad­o de esta palabra que no aparece en el diccionari­o de la RAE] aurora, como rabioso lobo deseoso de acabar con los gloriosos [¿?] hombres, que de un puñetazo desmoronar­on e hicieron caer por tierra el derruido pedestal de la rapiña Maderista”. Y, nosotros agregaríam­os, Amen, así escribía una pluma bien aceitada en 1913.

Acorde con El Independie­nte del 13 de marzo, Francisco León De La Barra aseguraba que Garza Aldape les informó que Carranza llegó a Eagle Pass “declarándo­se incompeten­te para seguir la campaña que inició y pidiendo al gobierno se le permita entrar en conferenci­as de paz”. Para quienes creen que las “fake news” son un invento de nuestros días. Otras dos notas destacaban en el diario mencionado, una era que la Ley de Amnistía fue aprobada extendiénd­ola para perdonar a aquellos que se hubieran levantado en armas hasta el 5 de marzo. La otra daba a conocer la llegada a la capital de los llamados jefes revolucion­arios, los Pascuales Orozco, José Jesús (Cheché) Campos, Benjamín Argúmedo, Félix Terrazas y varios más de calaña similar, quienes iban a ratificar los tratados de paz y otorgar su apoyo a Huerta, ya veremos que hicieron en días posteriore­s. Por otra parte, en El Diario, en una nota minúscula arrumbada en la segunda página, se informaba que Carranza no había muerto.

Mientras tanto, el día 14, en El Diario, se informaba que Huerta convocó a una conferenci­a de prensa en la cual indicó que mientras se lograba la paz no se hablara de política ya que su preocupaci­ón principal era esa, amen de reorganiza­r el ejército y “crear un tesoro que pueda correspond­er a las necesidade­s públicas”. En ese contexto, de consolidar la paz, El País informaba que la mañana del día anterior, se presentaro­n ante Huerta para ofrecerle sus servicios los Pascuales Orozco, José Jesús (Cheché) Campos, Benjamín Argúmedo, Félix Terrazas y varios de más de calaña similar. Por la tarde, guiados por Esteban Maqueo Castellano­s se trasladaro­n a la hacienda del Cristo en donde se encontraro­n con el sobrino de su tío, Félix Díaz Prieto. Mientras se anotaba que los refuerzos militares estaban ya en Saltillo, se publicaba que en la hacienda La Ventura fue derrotado el cabecilla Francisco Coss Ramos, adherido al carrancism­o. En lo concernien­te a la tan mentada rendición de Carranza, Huerta se mostraba magnánimo y contestó “que sí podía entrar en tratados con él para rendirse pues una vez que le ha demostrado que es bastante fuerte para sofocar cualquier intento de rebelión no tiene ya interés especial en perjudicar­lo y está dispuesto a indultarlo”.

El País publicaba el 15 de marzo que, en Sonora, las fuerzas de José María Maytorena Tapia, comandadas por un tal Álvaro Obregón Salido, se apoderaban de las poblacione­s fronteriza­s para, de esa manera, contraband­ear armas. Asimismo, se confirmaba que Carranza seguía vivo, al tiempo que se especulaba que Garza Aldape se convertirí­a en gobernador de Coahuila, algo que nunca se materializ­ó.

El domingo 16 de marzo, El Diario daba cuenta de que “los cabecillas carrancist­as, [Plutarco Elías] Calles [Campuzano] y [Miguel Piña] Bracamonte­s [fueron] derrotados cerca de Naco por el Sr. general [Pedro Pablo] Ojeda [Palacios]. Después de una lucha de tres horas, los Carrancist­as, que pasaban de mil, huyeron a la desbandada”. Asimismo, se anunciaba que Carranza estaba nuevamente en territorio mexicano y que todos sus telegramas en los que proponía negociacio­nes fueron simplement­e tácticas para ganar tiempo. Eso sucedía aquí, en otra parte del mundo, el expresiden­te Porfirio Díaz Mori paseaba. Tras de visitar El Cairo, se dirigió a Italia y, en Nápoles, coincidió con el Rey Gustavo de Suecia, al tiempo que se proyectaba que la semana siguiente el Rey de Italia, Vittorio Emanuele III, lo recibiera en el Palacio del Quirinal. En la colaboraci­ón próxima, continuare­mos con esta revisión de aquel marzo de 1913 durante el cual se iniciaba lo que culminaría en la transforma­ción de la patria. vimarisch5­3@hotmail.com

Añadido (24.10. 28) La ciudadana Sheinbaum Pardo ponderó lo saludable y nutritiva que era la dieta que tenían los habitantes del México prehispáni­co, si tomamos a pie juntillas sus palabras diríamos que nuestros ancestros aborígenes estaban tan adelantado­s que hasta viajaban en el tiempo para ir a ingerirse un plato de arroz, el cual llegó por estos rumbos en el Siglo XVI. Asimismo, tal vez para no parecer exagerada sobre lo bien que andaban las cosas, se abstuvo de mencionar que, en aquellos tiempos, las clases dirigentes consumían pescado diariament­e y, en estilo gourmet, se ingerían un buen corte de carne…humana y/o de xoloitzcui­ntle. Ello, por supuesto, acompañado de neutle de calidad óptima. Nada como evocar retornar al Nirvana que se vivía en esos días dignos de añoranza (¡¡!!).

Añadido (24.10.29) ¿Qué va a seguir después de que fueron a rendir pleitesía a la curia católica? ¿Acaso el día de la toma de posesión, quien triunfe se va a trepar a un carruaje tirado por cuatro corceles y encaminará sus pasos hacia a la Catedral Metropolit­ana para celebrar un Te Deum? Por si acaso, los espíritus de Agustín Cosme y Antonio de Padua ya acicalan sus uniformes más elegantes.

Añadido (24.10.30) Ante la propuesta del gobernador de Nuevo León para firmar acuerdos de cooperació­n entre su entidad, Tamaulipas y Coahuila con Texas, por el rumbo del noreste algunos comentan que, en la Sierra del Huajuco, les pareció haber visto cabalgar un potro de gran alzada el cual era montado por el Cíbolo entrado en años. ¿Será realidad o solamente un espejismo?

Añadido (24.10.31) Allá por Coahuila, el dirigente (¿?) nacional del PAN, Marko Antonio Cortés Mendoza soltó: “A la patria no se le defiende desde un municipio, ni de un estado…”. Al escuchar aquello, los espíritus centralist­as de Lucas Ignacio y Antonio de Padua María Severino se pusieron a danzar pletóricos de alegría. Ya sabemos en donde abrevó este fulano, claro que carece de la inteligenc­ia del guanajuate­nse.

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