‘Que la adversidad no nos haga perder la fe’
Inicia con celebración la Semana Santa
Hay muchas tragedias en el mundo, problemas, enfermedad y muerte, secuestros, extorsiones, manipulación, esclavitud… y los hombres de hoy claman a Dios por su ayuda, por su socorro, por su auxilio” Eduardo Neri, Sacerdote
Fieles católicos monclovenses participaron en el Domingo de Ramos, fecha que marca el inicio oficial de la Semana Santa, con la tradicional procesión desde la Iglesia de la Ermita hasta llegar a la parroquia de Santiago Apóstol, en el primer cuadro de la ciudad.
En el dogma católico, esta celebración conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén; y tiene lugar en el sexto domingo de la Cuaresma.
Y como lo marca también la tradición, en la ceremonia fueron distribuidas y bendecidas ramas de palma, que representan, precisamente, las ramas de palma que la multitud espació frente a Cristo mientras Él entraba a Jerusalén.
La ceremonia fue encabezada por el párroco de Santiago Apóstol, el padre Eduardo Neri; y la procesión salió del templo de La Ermita hasta la parroquia, en la Zona Centro.
Durante la misa fue leído el Salmo Responsorial (21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24), en el que se relata la tristeza de Jesús al considerarse abandonado por Dios, tras ser crucificado.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?… Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: ‘Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere’”, se menciona en la lectura.
“Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme”, prosigue el pasaje.
Durante la homilía, el padre Neri sostuvo que la última expresión del hijo de Dios, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, coincide, precisamente, con la expresión del inicio del Salmo.
Sin embargo, el sacerdote reiteró que Jesús tiene su confianza puesta en el Señor, y que a pesar de que les ofrece su espalda a quienes lo golpean, el Señor lo ayuda.
“Por eso dice, ‘no quedaré confundido, no quedaré avergonzado, él ha endurecido mi rostro como roca’”, prosiguió.
“Y este drama”, abundó el clérigo, “es creo yo el drama que hoy vive el hombre moderno, ante tantas adversidades y situaciones difíciles, ante la gran confusión de los valores morales y espirituales en las familias, en las comunidades, en las sociedades modernas, que hacen que perdamos los fundamentos, la raíces, precisamente, de nuestra fe, de nuestras convicciones y principios”.
“Nos sentimos frente al mal como barcos a la deriva, nos hacen sentirnos solos, abandonados (…) Hay muchas tragedias en el mundo, problemas, enfermedad y muerte, secuestros, extorsiones, manipulación, esclavitud… y los hombres de hoy claman a Dios por su ayuda, por su socorro, por su auxilio”, añadió.
“Y es cuando los creyentes tenemos que compartir nuestra fe, nuestra certeza, de que sólo mirando a Jesús crucificado, podemos asumir la vida con todo este mal, con esperanza”, agregó.
En este contexto, el padre Neri enfatizó que en la cruz mostró, por un lado, la misericordia de Dios, al perdonar los pecados de los hombres; pero también, por otro lado, demostró el poder de la gloria de Dios, al vencer a la muerte.