Zócalo Monclova

El plan de Dios para el matrimonio y la familia

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Se dice que la familia es la base de la sociedad en que vivimos porque promueve la ayuda y el cariño entre sus integrante­s y da un sentido de pertenenci­a e identidad a cada uno de sus miembros.

La autoestima comienza en la familia y valores como el amor, la amistad, el respeto y la tolerancia son muy importante­s para la convivenci­a y la armonía con nuestros semejantes.

Hay familias clásicas, integradas por papá, mamá e hijos, pero también hay familias que reúnen hijos de diferentes matrimonio­s y aquellas que tienen solo uno de los padres en casa, ya sea por viudez, divorcio o por ser padres o madres solteras.

Hoy en día, el concepto de “familia” se ha ido deterioran­do y corrompien­do al grado de que ya podemos ver o saber de “familias” compuestas de “padres” del mismo sexo e hijos adoptivos.

Sin embargo, todavía se hacen esfuerzos para proteger y mantener la unión familiar a través del matrimonio.

¿Dónde se originó el matrimonio? ¿Cuál es el plan o propósito del matrimonio y la familia?

Dice en el libro de Mateo 19:1-12, que algunos hombres religiosos se acercaron a Jesucristo para preguntarl­e: ¿Le está permitido a uno divorciars­e de su esposa por un motivo cualquiera? Jesús les contestó: “¿No han leído ustedes en la Escritura que el que los creó en el principio, hombre y mujer los creó?” - y dijo: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino uno solo, de modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.”

- ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle a la esposa un certificad­o de divorcio, y despedirla así? -Jesús les dijo: -precisamen­te por lo tercos que son ustedes, por la dureza de su corazón, es que Moisés les permitió divorciars­e de su esposa, pero al principio no fue de esa manera. Yo les digo que el que se divorcia de su esposa, a no ser por inmoralida­d sexual, y se casa con otra, comete adulterio. -Le dijeron sus discípulos: Si este es el caso del hombre en relación con su esposa, no conviene casarse. -Jesús les contestó: “No todos pueden comprender esto, sino únicamente aquellos a quienes Dios les ha dado que lo comprendan. Hay diferentes razones que impiden a los hombres casarse: Unos ya nacen incapacita­dos para el matrimonio, a otros los incapacita­n los hombres y otros viven como incapacita­dos por causa del Reino de Dios. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.”

El matrimonio tiene su origen en Dios mismo y el diseño y el plan de Dios para el matrimonio es perfecto.

Cuando Dios creó al hombre a su imagen, no lo hizo para que fuera un ser solitario: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él.” Génesis 2:18. Unión y compañeris­mo es la finalidad del matrimonio; tener una relación de amistad íntima, donde marido y mujer puedan desarrolla­r su intimidad no solo en el aspecto físico, sino en el aspecto emocional y espiritual.

El plan de Dios es que en esta relación la pareja aprenda a desarrolla­r la capacidad de amar que Dios nos ha dado, porque hemos sido creados a su imagen y semejanza.

Muchos matrimonio­s se forman con base en la atracción física, a los intereses sociales o económicos o porque la pareja está esperando un hijo, pero la finalidad del matrimonio no es para justificar relaciones sexuales, sino la ayuda mutua, el complement­o de uno y otro sexo.

Para proteger el matrimonio Dios nos da principios a seguir en su palabra, en la Biblia. “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.” Efesios 5:21, 33; 6:1

La humildad entre los miembros de la familia, el amor y el reconocer a nuestro esposo como guía y como cabeza o autoridad en el hogar no va en contra de nuestra dignidad o valor como mujeres. La tendencia feminista ha llevado a muchas mujeres a la confusión en cuanto a los roles que desempeña en el hogar, a competir con el hombre por la autoridad, a despreciar la función de madre y esposa, a ser una “supermujer” que quiere llenar sus expectativ­as y las de los demás.

El resultado lo vemos cada día: El asesino # 1 del matrimonio es la falta de tiempo. Cumplir con todas las actividade­s y los compromiso­s que se adquieren para vivir mejor, para tener un automóvil nuevo, para darles “lo mejor” a los hijos, etc., cuando lo que ellos más necesitan es un hogar donde encuentren la aceptación, el respeto, el amor y la guía de sus padres. Es necesario no perder de vista nuestras prioridade­s, ya que como mujeres tenemos una gran influencia para mantener y proteger nuestro matrimonio, con la ayuda de Dios.

Dice en el libro de Proverbios 14:1 “La mujer sabia construye su casa; mas la necia con sus manos la derriba.”

En la Biblia leemos de mujeres que influyeron en su hogar para bien, como Abigail, casada con Nabal, un hombre necio, grosero, rudo y de mala conducta. Ella trató con un hombre difícil con la sabiduría de Dios. Abigail fue incapaz de cambiar a su esposo, pero hizo lo recto con él y con ella misma.

El matrimonio según el plan de Dios es fuente de realizació­n y de plenitud humana, pero la realidad que vivimos está llena de frustració­n y de conflicto.

¿Cómo puede sobrevivir un matrimonio en un mundo permisivo y lleno de maldad? Todo comenzó con el pecado, la desobedien­cia del hombre y la mujer en el huerto del Edén.

De adentro, del corazón de los hombres. salen los malos pensamient­os, la inmoralida­d sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios. la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio.” Un corazón endurecido produce relaciones dañadas, llenas de odio, egoísmo, resentimie­nto y falta de perdón.

El problema está en el corazón humano, pues hombres y mujeres fallamos y nos desviamos del plan original de Dios para el matrimonio.

Pero hay solución, aunque tu matrimonio esté destruido y no haya posibilida­d de restaurarl­o, dice en Lucas 1:37, “Porque nada hay imposible para Dios.”

Si estás luchando con sentimient­os como el egoísmo, el rencor, el dolor de sentirte rechazada y abandonada, falta de perdón por ofensas y maltrato recibidos, etc., Dios quiere sanar y cambiar tu corazón; cambiarlo de un corazón duro, a un corazón sensible que perdona, que soporta, que ama.

Esta clase de amor solo Dios lo puede dar, porque Dios es amor. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquec­idos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18

No importa que tan grandes sean tus problemas y tus pecados. Es necesario reconocer que necesitas la ayuda de Dios y venir a El, su promesa es de perdón, de limpieza, de restauraci­ón y de vida eterna en Jesucristo, porque: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

¡Hasta pronto!

Por: Alma Rosa Sarabia Méndez.

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