Pensamiento femenino
Hoy hablé otra vez con Jesús
Ha pasado mucho tiempo desde que lo hice por primera vez, quizás ahora por ser tiempo cuaresmal me atrevo a hacerlo de nuevo.
En mi memoria llevo guardados innumerables momentos de recogimiento, en los que improvisaba sencillas oraciones para mis peticiones y agradecimientos.
Espacios de prodigiosa adoración en la soledad de mi recámara, mismos que muy seguido culminaron con enternecedoras lágrimas.
He sido muy afortunada porque mis plegarias siempre han sido escuchadas, y gracias a esa fraternal convivencia se convirtieron en parte fundamental en mi vivir.
Todavía mientras escribo, mi corazón se estremece al recordarlos y mis ojos se humedecen.
Lo curioso es que nunca he podido rezar en voz alta, ni siquiera cuando asisto a misa, me acostumbré a cerrar mis ojos, unir mis manos y en silencio imaginar cada frase transitando por mi mente.
Conversar con Él ha llenado todas mis expectativas, mi espíritu se renueva y mi corazón se llena de su amor, compruebo que es fuente de vida de sanación y de amor incondicional en cada una de nuestras entrevistas.
Siempre está conmigo, me protege del mal, me fortalece en la adversidad, me devuelve la alegría tras una enorme pena, recarga de bondad mi corazón ante las ofensas que recibo.
Me apoya para resarcir el daño que hubiera causado y me insta a enmendar los errores cometidos, pero sobre todo considera mi gran esfuerzo por ser mejor persona.
Ya no me inquieta el tiempo que se acorta, sé que en su momento tocará mi alma y la colmará de infinita paz y con cariño, me colocará en el sendero que me llevará ante Dios.