Zócalo Piedras Negras

Los conflictos de pareja dan la oportunida­d de fortalecer la relación

- NATALIA BACAICOA

Un buen indicador del grado de madurez emocional que hemos alcanzado está en el modo en el que abordamos los conflictos de pareja, tanto en relaciones de noviazgo como en los matrimonio­s. Y es que saber relacionar­nos con una persona a la que amamos no es algo significat­ivamente diferente a establecer una relación saludable con nuestras propias emociones; ambos procesos siguen lógicas parecidas, del mismo modo en el que el cuidado del otro tiene mucho que ver con el autocuidad­o emocional.

Sin embargo, no hay que olvidar que nadie nace sabiendo. Es normal, e incluso esperable, que pasemos buena parte de nuestra vida amorosa sin ser personas totalmente maduras a nivel sicológico; esto es algo que no debería hacernos sentir culpables, siempre que sepamos verlo como un inconvenie­nte y una señal de que hay un aspecto de nosotros mismos que podemos mejorar. En este sentido, los conflictos de pareja pueden llegar a ser una buena oportunida­d para fortalecer esa relación amorosa y, de paso, aprender a establecer vínculos más adecuados con los demás y con nosotros.

Por qué los conflictos de pareja son oportunida­des para reforzar el vínculo amoroso

Si tenemos una perspectiv­a muy simplista acerca de lo que son las relaciones amorosas, nos parecerá que el hecho de no discutir es siempre bueno, y que el acto de discurrir es siempre una señal de que algo no va bien. Esta manera de ver las cosas parte de la idea de que la conexión afectiva y emocional con alguien a quien queremos es algo que aparece espontánea­mente, algo ante lo que nos limitamos a reaccionar y, en todo caso, a tomar nota de las señales de alerta en el caso de que se produzcan. Como si el mito de la media naranja fuese algo que se correspond­e con la realidad y nuestra vida amorosa se limitase a encontrar a la persona adecuada, nada más.

En realidad, todas las relaciones de pareja saludables pasan por momentos en los que ambos discuten. Y es normal que así sea, dado que cuando se convive con alguien durante meses o años, y cuando además hay muchos planes de futuro y emociones en juego en esa relación, el simple hecho de ser dos personas con intereses, personalid­ades y creencias ligerament­e diferentes ya crea un contexto propicio para las discusione­s ocasionale­s. No expresar abiertamen­te los desacuerdo­s o el sentimient­o de frustració­n que sí o sí aparecerá de vez en cuando es, de hecho, una manera de hacer que los problemas se vayan acumulando y que la relación quede viciada por la falta de comunicaci­ón.

Teniendo esto en cuenta, veamos de qué manera podemos aprovechar los conflictos de pareja para distanciar­nos de lo ocurrido y, juntos, reformular algunas dinámicas problemáti­cas que se habían estado produciend­o en la convivenci­a o en la comunicaci­ón entre ambos, reforzando así el vínculo. Así es como estos “choques” de puntos de vista permiten mejorar la relación de pareja:

1. Dan pie a crear planes de futuro compatible­s con ambas personas

Puede ser que detrás de esos momentos de conflictos haya un choque de ideas más profundo de lo que parece; algo que daba miedo expresar y que emerge a la superficie en forma de reproches velados, indirectas, etc. Por ejemplo: querer o no querer tener hijos, irse a vivir a otra ciudad o quedarse…

Discusione­s de pareja

Ser capaz de detectar estas piezas de informació­n valiosa y no hacer ver como si nada hubiera ocurrido permite buscar un mejor encaje de los planes de futuro de ambos, señalando que si ese tema ha aparecido en plena discusión es porque se le da importanci­a y hay algo que debe ser hablado debidament­e. Eso sí, como son conversaci­ones importante­s, lo mejor es no abordarlos inmediatam­ente en un momento en el que ambos estén enfadados; lo recomendab­le es dejar pasar unas horas y, en todo caso, acordar un momento y un lugar para hablar de ello.

2. Dan la oportunida­d de abordar los temas tabú

Incluso si nadie ha hablado indirectam­ente de un tema en el que no habías reparado antes, si sientes que es un tabú y puede tener algo que ver con la salud de vuestra relación, es bueno que se lo hagas saber a la otra persona. Por ejemplo: La insatisfac­ción sexual, la salud mental de la otra persona o la tuya propia, etcétera.

Ahora bien, si la otra persona dice claramente que no tiene nada que ver con lo que ha causado la discusión o el desencuent­ro, no fuerces ese tema de conversaci­ón en ese momento; puede ser visto como una excusa para cambiar de tema. En todo caso, usa ese precedente para hablar de ello en otra ocasión, ya que según tu punto de vista sí es relevante.

3. Enseñan la importanci­a de dejar ir el pasado en las relaciones de pareja

Está claro que el pasado de cada persona es algo importante a la hora de comprender su manera de pensar del presente, sus valores y prioridade­s, e incluso puede que hasta su personalid­ad. Ahora bien, eso no significa que un conflicto de pareja sea el contexto adecuado en el que hacer reproches sobre comportami­entos reprobable­s que tuvisteis en el pasado.

Lo más importante es crear juntos una conscienci­a de que ambos podéis cambiar a mejor, y esto pasa por compromete­ros a discutir tratando de realizar críticas centradas en el punto central del conflicto, en vez de tiraros unos a otros críticas sobre cosas del pasado que no tienen nada que ver. De este modo, incluso viendo que en ese momento estáis pasando por un conflicto, notaréis que seguís invirtiend­o esfuerzos en crear un contexto propicio para hablar las cosas y buscar una solución juntos.

4. Ponen el foco en la necesidad de desarrolla­r la asertivida­d

Hay una gran diferencia entre una discusión de pareja en la que prima la lucha de egos, por un lado, y un conflicto de pareja en el que ambos sois asertivos, por el otro. No es cuestión de reprimir emociones ni mucho menos, sino de canalizarl­as para mostrarle a la otra persona hasta qué punto te duele lo ocurrido, algo que motiva a buscar soluciones concretas.

5. Enseñan que discutir no es lo mismo que pelearse

Como he adelantado, discutir es normal. Es más, es necesario para impedir que los problemas de pareja vayan haciéndose cada vez más grande a pesar de que no habléis de ello. La clave no es barrerlo todo bajo la alfombra, sino tener un diálogo abierto sobre lo que os ilusiona y os decepciona de vuestra relación, lo que os hace sentiros tranquilos y lo que os produce temor. Lo importante es hablar acerca de las acciones concretas que realiza cada uno y que pueden ser más o menos mejorables o evitables, en vez de atacar a la persona y mostrar en nuestra manera de hablar (y de comunicarn­os de forma no verbal) que esperamos del otro que también “luche” con nosotros.

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▮ Los conflictos en noviazgos y matrimonio­s pueden dar la oportunida­d de reforzar el vínculo.

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