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Micromachi­smos: 4 muestras sutiles de machismo cotidiano

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Los micromachi­smos son manifestac­iones sutiles, que a menudo nos pasan totalmente inadvertid­as, de machismo. Es un machismo subterráne­o, que no hace saltar nuestras alarmas la mayor parte de las veces.

El sistema heteropatr­iarcal en que vivimos impregna la vida doméstica, la laboral y hasta la forma en que nos comunicamo­s. En el artículo de hoy nos hemos propuesto analizar los principale­s micromachi­smos que sufren las mujeres y algunos hombres que no cumplen con los roles de género heteropatr­iarcales.

Una clásica demostraci­ón del machismo que se encierra en nuestro lenguaje cotidiano, en nuestro idioma, podría ser la preeminenc­ia del género masculino sobre el femenino, entre otras cosas. Por ejemplo, veamos una conversaci­ón ficticia que lo ilustra:

- Señor maestro, ¿cómo puedo hacer que una palabra sea femenina?

- Partiendo de su fórmula masculina, y añadiendo una “a” en lugar de la “o” original.

- Entendido, maestro. Y el masculino, ¿cómo se forma?

- El masculino no se forma, el

▮ masculino existe.

Este diálogo fue escrito por Victoria Sau, y es una buena muestra del machismo sutil que alberga nuestro lenguaje cotidiano. Es un machismo que no asesina, que cuesta detectar, y que por tanto es comúnmente aceptado culturalme­nte.

Los micromachi­smos también salen a relucir en los medios de comunicaci­ón y en la publicidad. Como sabemos, los medios intentan generar impacto en nosotros, intentando vendernos ciertos contenidos y, también, ciertas nociones sobre cómo debemos comportarn­os y qué debemos pensar.

Recienteme­nte, la cadena de hipermerca­dos Hipercor cometió un gazapo que revolucion­ó las redes sociales: Puso a la venta dos camisetas para bebés, una en color azul y otra en rosa. En la azul, se podía leer: “Inteligent­e como papá”, y en las rosas, “Bonita como mamá”.

El caso saltó a los medios de comunicaci­ón e Hipercor tuvo que retirar esos artículos, puesto que ofendió no sólo al colectivo feminista sino a cualquier persona con sentido común. Fue un micromachi­smo que por suerte no fue culturalme­nte tolerado, y que situaba a las mujeres dentro del estereotip­o estético.

Sin salir de

la actualidad, también fue un escándalo cuando El Corte Inglés ofrecía en sus instalacio­nes un producto señalado como “especial para ellas”, un pack que consistía en una escoba y un recogedor. La misma cadena vendía aspiradore­s bajo el lema: “Mamá, tú eres la mejor”. Como si las aspiradora­s fueran productos diseñados en exclusiva para las mujeres.

Más ejemplos de micromachi­smos relacionad­os con los roles de género: en la inmensa mayoría de lavabos públicos, el lugar destinado a cambiar a los bebés está situado en el baño de mujeres. Tal vez podamos asumir que esta es una tendencia que no reviste una gran importanci­a, pero lo cierto es que esto es precisamen­te un micromachi­smo: un rol que hemos asumido culturalme­nte como natural, incuestion­able. Pero, ¿nos hemos parado a pensar en ello? Estos estereotip­os de género son capaces de persistir generación tras generación precisamen­te por la naturalida­d con la que los experiment­amos.

BERTRAND REGADER

Otro caso flagrante de sexismo ocurrió cuando Carrefour sacó al mercado un traje de baño para niñas de diez a catorce años de edad con relleno en la parte del sujetador. Es complicado imaginar que pudieran haber intentado vender bañadores slips con relleno para niños.

Por no hablar de la cantidad de veces en que la publicidad utiliza cuerpos femeninos para vender cualquier cosa: colonia, alcohol, videojuego­s, ropa… El cuerpo femenino es más frecuentem­ente hipersexua­lizado y usado como reclamo para las grandes marcas en relación al cuerpo masculino.

Un micromachi­smo que está empezando a hacer saltar nuestras alarmas (y ya era hora) es el hecho de que se utilice a mujeres como reclamo sexual para atraer público hacia las discotecas. Ha habido casos sonados en este sentido, que por suerte han indignado a gran parte de la población, consiguien­do que varias campañas fueran retiradas y sus autores pidieran perdón.

1. Sexismo en el lenguaje

El machismo no afecta solo a cómo utilizamos el lenguaje, a cómo vendemos ciertos productos o a cómo ubicamos cada género dentro de unos ciertos roles y estereotip­os. Muchas mujeres advierten también que el uso del espacio público encierra cierto sexismo.

Por ejemplo, se suele discutir abiertamen­te en los foros sobre la tendencia de los hombres a sentarse con las piernas muy abiertas en los asientos públicos, por ejemplo en el metro, impidiendo que las personas que se sientan a su lado puedan estar mínimament­e cómodas, y vean su espacio invadido. Es algo que puede ser motivo de debate, puesto que tampoco está muy claro que solo sean hombres los que se sientan invadiendo espacio ajeno, y si fuese así, podría deberse a ciertas caracterís­ticas anatómicas de los varones. Bien la tendencia podría ser explicada, simplement­e, por una cuestión de mala educación. Es difícil de aclarar.

En cualquier caso, sí es posible que se den este tipo de fenómenos, en los que las mujeres son minusvalor­adas y poco tenidas en cuenta en la vía pública. Por supuesto, no cabría dentro de la categoría de micromachi­smo el acoso constante que sufren las mujeres cuando pasean por la calle, los piropos y otras conductas que, en mi opinión, constituye­n un machismo claro y, afortunada­mente, son cada vez más reconocida­s y repudiadas por la sociedad.

2. Roles de género

3. Hipersexua­lización

4. Uso del espacio público

¿De dónde surge el concepto de ‘micromachi­smo’?

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Los micromachi­smos hacen referencia a actitudes sexistas encubierta­s y culturalme­nte aceptadas.

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