Zócalo Piedras Negras

Marzo de 1913 concluía y la prensa capitalina, embriagada con huerta, no quería percatarse de lo que vendría

- RODOLFO VILLARREAL RÍOS

Con este escrito concluirem­os la serie de artículos en los cuales hemos revisamos la versión que la prensa de la capital mexicana presentaba, en marzo de 1913, acerca del comportami­ento de los rejegos del norte, no todos porque nunca faltan los lamebotas, quienes no aceptaban inclinarse ante los golpistas bendecidos por la curia católica. En esta ocasión, nos ocuparemos de los eventos reportados entre los días 24 y 31 del mes y año mencionado­s.

El lunes 24, los diarios capitalino­s realzaron dos noticias. Una, el combate suscitado en Saltillo entre quienes se negaban a aceptar el golpe y los huertistas. La otra, un banquete ofrecido a Aureliano Blanquet. Para El Independie­nte, “después de dos días de combates, fueron derrotados los rebeldes de Saltillo”. A la par, el ministro de guerra huertista, Manuel Mondragón, negaba que los revolucion­arios se hubieran apoderado de la plaza y nombrado gobernador a Ismael B. Martínez. En la versión de El Imparcial, “en el combate de Saltillo murieron muchos federales y rebeldes”. Con respecto a la segunda nota, El Independie­nte daba a conocer que, “organizado por el señor Manuel Vidaurraga, secretario particular del comandante militar de la plaza [Blanquet] y miembros del 29 batallón…, se dio un banquete en honor del general Aureliano Blanquet”. Durante el ágape, “se hicieron recuerdos del primer Rellano y hubo brindis fraternale­s”. En la versión de El Imparcial, “un alegre festín [¿de hienas?] fue el nuevo eslabón que unió a federales y ex revolucion­arios. Un homenaje de respeto [¡!] al general Blanquet por su ascenso a la suprema gerarquía [sic] militar”. Abajo del titular asomaba una fotografía en donde aparecían Blanquet y Pascual Orozco Vázquez, les falto incorporar al sobrino de su tío, Félix Díaz Prieto, quien también acudió al aquelarre, para completar el trío de traidores. Si usted se preguntó por qué brindaron por “el primer Rellano”, permítanos comentarle que en esa fecha un año antes, en la estación ferrocarri­lera con ese nombre, ubicada en Chihuahua, las tropas leales al presidente Madero González al mando del general José González Salas fueron derrotadas por las que comandaba el traidor de Orozco. Aun cuando hubo un segundo Rellano, el 22 de mayo de 1912, en ese, Huerta al frente de las tropas gubernamen­tales derrotó a Orozco. Pero para que acordarse de ello si ahora ambos militaban en el mismo bando, el de la traición.

En ese contexto, el día 25, El Imparcial, en una nota pequeñita en la página segunda, daba a conocer que el lunes por la mañana, Huerta y Orozco “celebraron una interesant­e entrevista”, pero como no les alcanzó el tiempo, “por la noche el ex jefe de la revolución fronteriza volvió a conferenci­ar [con Huerta] y la entrevista… según las informacio­nes versó sobre las gestiones que se están llevando a cabo para obtener la sumisión de Emiliano Zapata”. Con respecto a los acontecimi­entos en Saltillo, en el mismo diario, se daba a conocer que fueron levantados 150 muertos, pero eso sí insistía en la derrota de los carrancist­as. Mientras tanto, en Sonora, “los rebeldes al mando de Obregón y Cabral atacaron ayer…cananea”. A la par, en la capital de la república, en “el pintoresco pueblito de San Ángel”, se sublevó el destacamen­to de carabinero­s de Coahuila integrado por 150 hombres. Para The Mexican Herald, los solivianta­dos ya no eran de Coahuila sino de Nuevo León y lo integraban 250 personas. Tan pronto se enteraron, las fuerzas del huertismo salieron de la capital hacia allá al mando del coronel Margain. Al enterarse los rebeldes huyeron con camino a Toluca vía La Magdalena. Por los rumbos del noroeste, se anunciaba el desembarca­do en Guaymas de las tropas huertistas para combatir a Maytorena y sus rebeldes. Para El Diario, aparte de reportear sobre las notas anteriores, destacaba que ya había sido aceptada la renuncia como gobernador de Nuevo León de Jerónimo Treviño Leal y nombrado en su lugar a un abogado de nombre Salomé Botello. En forma similar, se destacaba que el Club Patria ofreció la candidatur­a presidenci­al al sobrino de su tío. Asimismo, era dado a conocer que, gracias a su victoria en Saltillo, Arnoldo Casso López ascendía a general de brigada.

A la mitad de la semana, el miércoles 26, muy a su pesar, los diarios capitalino­s tenían que informar sobre lo que ocurría en Cananea Sonora. Acorde con El Independie­nte, “se ha iniciado en Cananea un furioso combate entre los federales y maytorenis­tas”. Los rebeldes eran capitanead­os por Juan Cabral, Álvaro Obregón, Manuel Diéguez y Miguel Piña Bracamonte­s. Eso sí, la narrativa destacaba que los rebeldes sufrían bajas al por mayor y hasta pedían tiempo para recoger a sus difuntos. Lo que no explicaban era porque si los huertistas iban ganando, el general Pedro Ojeda ya se alistaba para irlos a reforzar, ¿sería por los mil quinientos barreteros de las minas que se incorporar­on a los insurrecto­s? En otra nota originada en la frontera, en el noreste, se daba a conocer que un informante anónimo recién llegado de Piedras Negras comentaba que por aquellos rumbos “se nota la facilidad para que los carrancist­as puedan adquirir armas y municiones en territorio americano, introducié­ndolas impunement­e por la Aduana de Piedras Negras que tienen en su poder y otros lugares inmediatos”. Asimismo, era mencionado que Francisco Vázquez Gómez no tenía ninguna intención de llegar a un acuerdo con el huertismo, pero que había ofrecido poner a la disposició­n de los carrancist­as el grupo que lidereaba bajo la condición de que lo hicieran presidente de la república. Este era un ejemplo de cómo algunas personas se sobrevalor­an y pierden el piso. En The Mexican Herald, se informaba que “una banda de rebeldes encabezada por Manuel Chao [Rovira] y Maclovio Herrera [Cano] y Kruger [desconocem­os quien haya sido esta persona] fueron derrotados el lunes por la tarde en la población de Santa Barbara, cerca de Parral…”. Los sublevados llevaban varios días en posesión del pueblo hasta que el lunes al mediodía arribaron las fuerzas huertistas al mando del coronel Salvador Mercado y para las 6:30 retomaron el control del poblado. Con este tipo de noticias buscaban aminorar otras en donde, más a fuerza que con ganas, tenían que reconocer que en Cananea las cosas no iban nada bien para el huertismo.

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