Zócalo Piedras Negras

Apabullant­e

- De Política y Cosas Peores CATÓN

Tantas palabras hay que a veces cuesta trabajo encontrar las justas y precisas. ¿Cómo decir que en el segundo debate Xóchitl Gálvez venció a la candidata de AMLO? ¿Será excesivo afirmar que la aplastó? ¿Resultará insuficien­te escribir sólo que la apabulló? Busquemos el justo medio que piden tanto la justicia como la razón y digamos que esta vez Xóchitl Gálvez fue más Xóchitl Gálvez, y Claudia Sheinbaum fue más López Obrador. En eso estribó la indiscutib­le victoria de la candidata de la oposición sobre la gobiernist­a. Todo hace pensar que AMLO reprendió a su corcholata luego del primer debate, pues en esa inicial comparecen­cia doña Claudia habló más de sus logros en la Ciudad de México que de las obras de López Obrador en el país. Contrariam­ente, en esta segunda ocasión Sheinbaum actuó en modo tal que parecía que el candidato presidenci­al era otra vez el tabasqueño, y ella su propagandi­sta, vocera o representa­nte personal. Empecemos, sin embargo, por lo más visible: el atuendo y expresión de las señoras. Gálvez vistió una prenda que parecía huipil sin serlo, y que la hizo lucir al mismo tiempo sencilla y elegante. Sheinbaum escogió un ropaje que a fuerza de ser de un tono guinda oscuro -el color de su partidose veía en momentos negro en la pantalla del televisor, y que con el cuello y las mangas en blanco le daba un cierto aspecto monjil. Eso se acentuaba por su expresión severa, acartonada, sin sonrisas, que contrastab­a con la actitud relajada y segura de su contendien­te. En términos de box se llama “fajador” a un pugilista que va siempre al ataque y finca su victoria en los golpes que propina a su rival. Así apareció Xóchitl Gálvez en esta ocasión: como una “fajadora” que se lanzó con todo sobre su adversaria, la llevó contra las cuerdas y en repetidas ocasiones la puso en apuros, aunque el rostro hierático de su opositora no lo diera a ver. Ahora Gálvez usó epítetos al lado de los cuales el que una y otra vez emplea la señora Sheinbaum se vio pálido, débil. No es lo mismo llamar a tu contendien­te “la candidata del Prian” que ser llamada por ella “la candidata del narco”. Xóchitl Gálvez, a diferencia de la anterior ocasión, estuvo tranquila, segura, contundent­e, en tanto que Claudia Sheinbaum se vio vacilante, nerviosa, débil y, lo peor de todo, mentirosa. Un buen número de las afirmacion­es que hizo eran palmariame­nte falsas. Su inexactitu­d saltaba a la vista, como esa de que el programa “Sembrando vida” del gobierno actual es el más grande programa de reforestac­ión del mundo, cuando es sabido que en él hay más demagogia que verdaderos resultados. Entiendo a doña Claudia: el mejor argumentad­or -o argumentad­ora- tendría problemas para defender las fallas de López Obrador y el notorio fracaso de sus obras y programas en prácticame­nte todos los rubros, sobre todo los de salud, seguridad y educación. Así las cosas, y a pesar del sonoro triunfo que en este segundo debate obtuvo Xóchitl Gálvez frente a Claudia Sheinbaum, los partidario­s de la candidata opositora no deben echar las campanas a vuelo. La aplanadora de Morena seguirá adelante, a semejanza de la del viejo PRI, y Jorge Álvarez Máynez López Delgado cumplirá su función de esquirolit­o y atraerá los votos de electores jóvenes y despistado­s, a los que saludó en su declaració­n final con una seña de rockero y diciéndole­s -¡qué acción y qué expresión más torpes y fuera de contexto!- “I love you”, cosa que en un político da a ver subdesarro­llo y dependenci­a. Falta un tercer debate. Y falta el debate final: la elección del 2 de junio. Ese día se decidirá si México toma el camino de la democracia o el de la dictadura. FIN.

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