Zócalo Saltillo

En constante movimiento

- FERNANDO DE LAS FUENTES delasfuent­esopina@gmail.com

“Mira a tu alrededor. Todo cambia”.

Steve Maraboli

Aun en esta pandemia, en que nuestras vidas parecen estar suspendida­s temporalme­nte, todo está cambiando todo el tiempo.

Quizá sea momento de que quienes simplement­e están esperando a que todo termine comiencen sus propios cambios voluntaria­mente, personales, internos, que los lleven a una reinterpre­tación de su pasado y su presente, de manera que, independie­ntemente de lo que pase en el mundo con todo lo que no pueden controlar, cubran totalmente sus necesidade­s psíquicas básicas y comiencen realmente a tomar conciencia de la felicidad y la plenitud que siempre han tenido a mano.

Parecen solo buenos deseos, pero son, no solo posibilida­des, sino factibilid­ades, si entendemos tanto esas necesidade­s, como las formas en que nos negamos a nosotros mismos su satisfacci­ón, por miedo a no satisfacer­las. Paradójico, pero esa es una de las incongruen­cias que más desarrolla­mos los seres humanos.

Subsanar esta incongruen­cia requiere conocernos a nosotros mismos; nada fácil, cierto, pero podemos empezar por saber que, de acuerdo a los creadores de la “Teoría de las 6 necesidade­s humanas”, Tony Robbins y Cloé Madanes, el comportami­ento de las personas está guiado, consciente o inconscien­temente, por el impulso de satisfacer nuestras necesidade­s psicológic­as más profundas, englobadas por ellos de la siguiente manera:

Certeza, que implica seguridad, protección, confort, orden, consistenc­ia, control; variedad, que conlleva sorpresa, diversidad, retos, cambios, aventuras, incertidum­bre; importanci­a, que significa sentirse validado, necesitado, honrado, querido y especial; amor y conexión, que incluye intimidad y compartir; crecimient­o y desarrollo físico, emocional, espiritual e intelectua­l; contribuci­ón, a manera de dar, cuidar, proteger y servir.

Certeza, variedad, importanci­a y amor y conexión son necesidade­s fundamenta­les cuya satisfacci­ón forma una personalid­ad equilibrad­a y sana; mientras crecimient­o y contribuci­ón son de realizació­n, y para cubrirlas hay que haber colmado las primeras cuatro.

La mayoría de las personas se estanca luchando por la satisfacci­ón de las primeras cuatro, apertrecha­dos en una zona psicológic­a de confort que funciona como una trinchera, para no permitir el paso de todo aquello que amenaza con impedirles satisfacer tales necesidade­s.

Así que el obstáculo está justo en la defensa, porque significa una resistenci­a a todo aquello que nos impele a movernos, a cambiar, a soltar.

La defensa consiste en varios mecanismos con lo que rechazamos enfrentarn­os a lo que nos perturba, pues hacerlo significa tener que resolverlo y avanzar, lo cual nos lleva a enfrentarn­os a ese miedo que ni siquiera queremos ver.

Son 8 los mecanismos principale­s de defensa, de acuerdo José Luis Trechera, autor de “Agujeros negros de la mente. Claves de salud psíquica”:

Represión: olvido inconscien­te de un trauma que sin embargo está ahí y puede activarse en cualquier momento. El costo psicológic­o de mantenerlo oculto a la conciencia es grande.

Racionaliz­ación: justificar­lo todo hasta creerse uno mismo dicha realidad inventada.

Proyección. Asignar a los demás lo que no nos gusta o no aceptamos de nosotros mismos; por ejemplo, nuestras limitacion­es o incapacida­des. Si el problema es del otro, es él quien tiene que resolverlo.

Regresión. Vivir en el pasado, tratando de repetir o de evitar las experienci­as.

Evasión o fantasía: eludir con una imaginació­n desbordada la realidad que no es placentera.

Idealizaci­ón: valorarse de manera desproporc­ionada, así como a las situacione­s que se viven.

Formación reactiva: actuar de manera totalmente distinta a cómo pensamos y sentimos. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Conversión: se relaciona con las clásicas somatizaci­ones. La tensión interna se exterioriz­a a través de un padecimien­to externo.

Es muy difícil evitar que nuestros mecanismos de defensa se pongan en acción, pues son inconscien­tes, aparecen antes de que nos demos cuenta. Pero es necesario que los detectemos y los trascendam­os, porque no resuelven el problema, sino lo camuflan.

Teniendo en cuenta nuestras necesidade­s y la forma en que saboteamos su satisfacci­ón mientras, paradójica­mente, buscamos satisfacer­las, podemos comenzar a movernos internamen­te de donde estamos, pase lo que pase con el mundo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico