Decisión de vida o muerte
Una decisión de vida o muerte es la que se debe tomar antes de Semana Santa entre las personas hartas del encierro y las limitaciones de movilidad y que quieren viajar a centros vacacionales en México.
La determinación de vivir o morir no solo tiene que ver con la posibilidad de contraer el Sars-Cov-2, sino también con los destinos turísticos que tratan de revivir después de que su actividad se paralizó hace un año en todo el mundo.
Contratar un viaje a cualquier punto de diversión y esparcimiento es aplicar una transfusión de sangre a la industria sin chimeneas, en donde hoteles, restaurantes, cocinas, y toda la cadena de valor se reactiva, la economía favorable fluye y millones de personas pueden recibir un ingreso.
Del otro lado está la otra realidad: la de un hospital, la de un cuarto de una clínica con equipos de respiración, con médicos y enfermeras cansados de atender personas infectadas. La de saber que de requerir ser hospitalizado por Covid-19 se va a necesitar al menos de 500 mil pesos para pagar la cuenta de un hospital privado, o ser atendido en una clínica pública en donde harán todo lo posible por su atención, pero ante un creciente número de pacientes infectados, la realidad es intimidante.
Hoy, el potencial viajero o turista tiene que considerar en su deliberación el grado de riesgo que implican sus vacaciones en Semana Santa o de Pascua.
El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC por sus siglas en inglés) aseguró que la crisis sanitaria de Covid-19 impactó a 53% de los empleos que genera el sector a nivel global, con una afectación de 174.4 millones de empleos durante 2020, por lo que considera que debe de existir un plan de recuperación de la industria, publicó el sitio especializado Reportur.
El WTTC plantea cuatro principios para la recuperación del sector, entre ellos, un protocolo de movilidad internacional para viajar de forma segura; las pruebas rápidas y de bajo costo para evitar la exportación e importación del virus, respaldadas por tecnología (detectores de virus), y certificados digitales.
Cree que la vacunación no debe convertirse en un requisito para viajar, ya que puede provocar discriminación y la oferta de vacunas a nivel mundial es limitada.
Es así que se tiene en las manos la resolución de hacer maletas, cargar con el traje de baño y el protector solar, abordar un avión o el auto y partir a un destino turístico aplicando todas las medidas de prevención sanitaria, tratando de minimizar el riesgo de ser infectado, o bien, el arrojo de quedarse en casa, confinado, aguantando el encierro o darse unas vueltas por la Alameda, la Ciudad Deportiva, acudir a los parques públicos de la ciudad, o quizá siendo más aventurado a las comunidades ejidales del municipio de Arteaga. Todo será una decisión de vida o muerte.