La herencia tlaxcalteca
La llegada de los tlaxcaltecas al valle, con habilidades como la agricultura y las artesanías, principalmente telares, tuvo gran influjo en la vida de Saltillo. Su capacidad de trabajo en las labores de labranza fue incuestionable, a la vez que fueron creando el campo propicio para el pastoreo de ganado. La agricultura tan dominada por ellos contribuyó a la economía de los dos poblados, Santiago del Saltillo, habitado por europeos y San Esteban de la nueva Tlaxcala.
“Los Tecos”, sinónimo de tlaxcal-tecos, cultivaron árboles frutales, como el perón. Con esta última fruta fue identificada la ciudad por muchos años en el ámbito deportivo: “Los peroneros”. Los aborígenes ocuparon franja que abarca Allende a Murguía, y entre Cárdenas y Moctezuma aproximadamente. Los tlaxcaltecas hicieron florecer la tierra, ahí construyeron sus casas de adobe e instalaron sus huertas de manzanos, perones, membrillo y duraznos, así como sus hortalizas tan famosas. Ellos llegaron del Señorío de Tizatlán, Tlaxcala, en el centro del país.
La cosecha se exponía en el ya desaparecido parián que se instalaba en un terreno que abarca la manzana entre las calles de Allende, Victoria, Morelos y Padre Flores, precisamente frente a la iglesia de San Esteban. Ahí concurrían compradores del norte del país y de San Luis y Zacatecas.
Al borde de las acequias plantaron magueyes, una planta traída por ellos, que servía para delimitar sus terrenos; del centro de la planta se obtenía el famoso aguamiel, base para la elaboración de un licor muy fuerte, el pulque, con el cual amasaban la harina, pues Saltillo fue granero de trigo para el norte de México, en virtud de sus grandes cosechas.
Con la mezcla de harina y la natural bebida surgió una tradición: el famoso pan de pulque, cuya elaboración se sigue realizando. La producción de pulque en la Región Sureste ha disminuido y el consumo del producto terminó, con la muerte de una famosa vendedora de la bebida “Doña Pepa”, instalada en una no menos famosa huerta al sur de la ciudad, en el punto denominado “La Loma Trozada”, rumbo al camino rural del ejido “Palma Gorda”.
Todavía, al final del siglo 19, doña Pepa o sus descendientes seguían ofreciendo la espirituosa bebida por sus altas propiedades alcohólicas, la que se convirtió en novedad, y a veces adicción para la sociedad, restringiéndose, perdió su venta y consumo.
Si quisiéramos encontrar un eslabón que uniera a la cultura tlaxcalteca con la europea, el pan de pulque sería la muestra palpable para esa unión, además de la consanguínea. Los europeos eminentemente cerealeros utilizaban la harina para la elaboración de finos panes, pero ante la falta de la levadura que le da el esponjado al producto, alguien descubrió que con el pulque la masa elevaba (como si fuera levadura), por lo que se hizo una agradable costumbre y con el tiempo una tradición que ya lleva varios siglos.
Quedan muy pocas panaderías que al menos presumen utilizar pulque en la elaboración de su pan, que sigue siendo famoso. Una de ellas es el Merendero Saltillo, por la calzada Madero, que sigue utilizando pulque real.