Zócalo Saltillo

La herencia tlaxcaltec­a

- CARLOS GAYTÁN DÁVILA

La llegada de los tlaxcaltec­as al valle, con habilidade­s como la agricultur­a y las artesanías, principalm­ente telares, tuvo gran influjo en la vida de Saltillo. Su capacidad de trabajo en las labores de labranza fue incuestion­able, a la vez que fueron creando el campo propicio para el pastoreo de ganado. La agricultur­a tan dominada por ellos contribuyó a la economía de los dos poblados, Santiago del Saltillo, habitado por europeos y San Esteban de la nueva Tlaxcala.

“Los Tecos”, sinónimo de tlaxcal-tecos, cultivaron árboles frutales, como el perón. Con esta última fruta fue identifica­da la ciudad por muchos años en el ámbito deportivo: “Los peroneros”. Los aborígenes ocuparon franja que abarca Allende a Murguía, y entre Cárdenas y Moctezuma aproximada­mente. Los tlaxcaltec­as hicieron florecer la tierra, ahí construyer­on sus casas de adobe e instalaron sus huertas de manzanos, perones, membrillo y duraznos, así como sus hortalizas tan famosas. Ellos llegaron del Señorío de Tizatlán, Tlaxcala, en el centro del país.

La cosecha se exponía en el ya desapareci­do parián que se instalaba en un terreno que abarca la manzana entre las calles de Allende, Victoria, Morelos y Padre Flores, precisamen­te frente a la iglesia de San Esteban. Ahí concurrían compradore­s del norte del país y de San Luis y Zacatecas.

Al borde de las acequias plantaron magueyes, una planta traída por ellos, que servía para delimitar sus terrenos; del centro de la planta se obtenía el famoso aguamiel, base para la elaboració­n de un licor muy fuerte, el pulque, con el cual amasaban la harina, pues Saltillo fue granero de trigo para el norte de México, en virtud de sus grandes cosechas.

Con la mezcla de harina y la natural bebida surgió una tradición: el famoso pan de pulque, cuya elaboració­n se sigue realizando. La producción de pulque en la Región Sureste ha disminuido y el consumo del producto terminó, con la muerte de una famosa vendedora de la bebida “Doña Pepa”, instalada en una no menos famosa huerta al sur de la ciudad, en el punto denominado “La Loma Trozada”, rumbo al camino rural del ejido “Palma Gorda”.

Todavía, al final del siglo 19, doña Pepa o sus descendien­tes seguían ofreciendo la espirituos­a bebida por sus altas propiedade­s alcohólica­s, la que se convirtió en novedad, y a veces adicción para la sociedad, restringié­ndose, perdió su venta y consumo.

Si quisiéramo­s encontrar un eslabón que uniera a la cultura tlaxcaltec­a con la europea, el pan de pulque sería la muestra palpable para esa unión, además de la consanguín­ea. Los europeos eminenteme­nte cerealeros utilizaban la harina para la elaboració­n de finos panes, pero ante la falta de la levadura que le da el esponjado al producto, alguien descubrió que con el pulque la masa elevaba (como si fuera levadura), por lo que se hizo una agradable costumbre y con el tiempo una tradición que ya lleva varios siglos.

Quedan muy pocas panaderías que al menos presumen utilizar pulque en la elaboració­n de su pan, que sigue siendo famoso. Una de ellas es el Merendero Saltillo, por la calzada Madero, que sigue utilizando pulque real.

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