Zócalo Saltillo

¡Por fin una verdad de AMLO: lo impuso Zedillo!

- RICARDO ALEMÁN

No es nuevo, para nadie, que el Presidente mexicano es un probado mitómano. Tampoco es nuevo que los secretario­s de Estado de su gabinete son consagrado­s mentirosos.

Y no es novedad que tanto políticos como legislador­es y candidatos de Morena, todos, mienten igual que respiran.

Lo nuevo, en todo caso, es el tamaño de las mentiras y, sobre todo, cuando por pura casualidad se les escapa una verdad, sea al Presidente, a los integrante­s de su gabinete, a los políticos y candidatos de Morena.

Y ese fue el caso de una demoledora verdad que se le escapó, sin duda de manera involuntar­ia, al presidente López Obrador, cuando se aventó la puntada de acusar al INE, con el “sambenito” de que antes, el Instituto Electoral y sus antecesore­s, dictaban quién era candidato y quién no.

Así lo dijo: “Esos que están de autoridade­s electorale­s entregaban candidatur­as a quienes no reunían los requisitos, las candidatur­as de famosos, por consigna de los presidente­s de la República”.

Santísima verdad la que reveló López Obrador.

¿Por qué? Porque hoy el Presidente mexicano no mintió, sino que, al contrario, reveló una de las grandes verdades de su historia personal y política; una verdad que por décadas negó y que por más de 20 años aquí nos encargamos de documentar con “¡pelos y señales!”.

En efecto, en por lo menos 10 entregas del tema, aquí revelamos el paso a paso de los previos a la elección federal del año 2000, en donde el entonces presidente, Ernesto Zedillo, instruyó al Instituto Electoral del Distrito Federal avalar la candidatur­a de AMLO -al entonces gobierno del Distrito Federal-, a pesar de que no cumplía el requisito de residencia.

Fue tan burda y sucia la maniobra que, incluso, el entonces congruente Pablo Gómez denunció -entre muchos otros- el engaño y la mentira de AMLO. Hoy Gómez es un lacayo presidenci­al y toda su familia depreda más de un millón de pesos al mes de dinero público.

La historia comenzó el 3 de junio de 1996, en la plaza pública de Misantla, Veracruz, en donde el aspirante a la dirigencia del PRD inventó una supuesta conspiraci­ón contra el entonces presidente Zedillo y, en abierta traición a Heberto Castillo y a Cuauhtémoc Cárdenas, estableció una alianza con el entonces “presidente ilegítimo”, Ernesto Zedillo.

La alianza tenía dos objetivos fundamenta­les: conseguir que Zedillo brindara su apoyo a que AMLO consiguier­a la dirigencia nacional del PRD y que, rumbo a las presidenci­ales del año 2000, el propio Presidente impulsara la candidatur­a de AMLO a la jefatura de gobierno del DF.

¿A cambio de qué? Elemental, a cambio de que Obrador le quitara a Zedillo el sambenito de “presidente ilegítimo”, el cual nunca volvió a utilizar.

Así, un año después, gracias a la reforma electoral de Zedillo, el fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, era el primer jefe de gobierno del DF y se perfilaba como aspirante presidenci­al para el año 2000, mientras que Obrador era jefe del PRD y aspirante al gobierno del DF, en las mismas elecciones del milenio.

Obrador se impuso a sí mismo como aspirante a jefe de gobierno del DF, pero topó con un pequeño problema: no cumplía con el requisito de residencia en la capital del país. Entonces acudió con su aliado, el presidente Zedillo, quien quitó los obstáculos del camino.

El Presidente ordenó torcer la ley y, con ello, hizo candidato al gobierno del DF a Obrador.

Incluso se puede decir que Zedillo fue el padrino político de AMLO en las grandes ligas. Más aún, a partir de la llegada de AMLO a la dirigencia del PRD, terminó la crítica del diario La Jornada a Zedillo y, en reciprocid­ad, arrancó el financiami­ento oficial sin límite a La Jornada.

De esa manera tramposa y con la ayuda de aliados fundamenta­les como Rosario Robles, AMLO ganó la jefatura de gobierno del DF, en donde empezó una larga cadena de traiciones que hoy lo hacen ver irreconoci­ble.

¿Como le pagó AMLO a Zedillo 20 años después?

Obrador acusó a su padrino político de traficar influencia­s con empresas privadas y fusiló políticame­nte a no pocos de los “hombres de Zedillo”. Hoy le mandó una campaña en redes para desacredit­ar un legítimo “mea culpa” de Zedillo por la fallida lucha contra el narcotráfi­co y el crimen organizado.

Luego, en 2001, vino el “parricidio político” de AMLO contra su padre político, Cuauhtémoc Cárdenas”; tema al que aquí le dedicamos decenas de textos.

Siguieron las traiciones a Rosario Robles -hoy en prisión-, a Los Chuchos del PRD, a Miguel Mancera; y hasta arrancó la construcci­ón ilegal de Morena con dinero producto del narcotráfi­co, como en el caso de Iguala.

Hoy, López Obrador no solo es Presidente, sino que es el peor Presidente de los mexicanos, el más mentiroso, el más vengativo y el que más ha destruido la democracia.

Pero por fin ha dicho una verdad en su larga historia política de mentiras, embustes y engaños.

Por fin reconoció lo que aquí documentam­os por décadas: que a pesar de ser un candidato ilegal, el presidente Zedillo lo hizo candidato al DF.

Sí, se le salió una pequeña verdad; por fin una verdad.

Al tiempo.

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