Candidato en el limbo
La soberbia del presidente Andrés Manuel López Obrador había logrado imponer a Félix Salgado Macedonio como futuro gobernador de Guerrero, pero el INE lo retiró de la contienda por no comprobar gastos de precampaña. Mas si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) revierte el acuerdo, el triunfo del candidato de Morena y exalcalde de Acapulco, a quien precede una cauda de escándalos y denuncias de acoso sexual y violación, puede darse por descontado el 6 de junio. Las razones son variadas, poderosas y en algunos casos irrefutables:
1. La falta de una oposición real y la cobardía e incapacidad del PRI, PAN y PRD para plantar cara al presidente López Obrador, derivadas, entre otros factores, de la corrupción y su rendición a Peña Nieto en el Pacto por México. Las cúpulas partidarias, cuyas bancadas en el Congreso aceptaron sobornos para aprobar un paquete de reformas -desmantelado parcialmente por AMLO-, aprovecharon el acuerdo para medrar.
2. Las diferencias sociales, políticas, económicas y culturales, cada vez más profundas, entre los estados del norte (Nuevo León, Coahuila, Chihuahua) y algunos del centro y el Bajío (Ciudad de México, Querétaro, Guanajuato) con los del sur y la costa (Oaxaca, Chiapas, Guerrero). A pesar de que casi todos han tenido gobiernos de distinto signo partidista, en la mayoría prevalecen los vicios del sistema autoritario y venal previos a la alternancia. Los congresos, tribunales de justicia, órganos supuestamente autónomos e incluso medios de comunicación, están sometidos al gobernador de turno.
3. El movimiento femenil contra el «pacto patriarcal» tiene más eco en las metrópolis y en los estados considerados «ricos». Incluso las protestas del 8 de marzo en Ciudad de México, en el marco del Día Internacional de la Mujer, tuvieron menos participación que otros años. La violencia frente a Palacio Nacional -donde el fuego alcanzó a mujeres policías- envió al país un mensaje equivocado. La agresión no borró la afrenta por las vallas para resguardar la sede del Poder Ejecutivo, pero en cierta medida le dio la razón a las autoridades federales y capitalinas.
4. Para un líder como López Obrador, formado en la escuela del PRI autoritario, «el presidente siempre tiene la razón; y si se equivoca, vuelve a mandar». Cambiar de candidato en Guerrero pudo haber subido los bonos de AMLO en sectores donde tiene pocas simpatías y escasos votos. Pero ceder habría significado una muestra de «debilidad», como Carlos Salinas de Gortari la tuvo cuando defenestró al gobernador de Tabasco, Salvador Neme (PRI), para aplacar al «Éxodo por la Democracia» encabezado por el candidato que denunció fraude electoral: López Obrador. Bajo esa lógica, si el líder de la 4T sacrificaba a Salgado, mañana, bajo presión, debería cambiar a cualquier candidato o funcionario.
La presunción de inocencia es una garantía universal, pero los antecedentes de Salgado bastaban para no postularlo. Si el TEPJF lo rehabilita, corresponderá a los guerrerenses decidir su futuro en las casillas. En la columna «¿Supremacía moral?» (19.02.21), se lee: «Cabría esperar que el castigo no dictado por los tribunales lo impongan las urnas, pero las maquinarias electorales, como la justicia, están del lado del poder, no de las víctimas. El mensaje al país, y en particular a los jóvenes, es terrible. La respuesta de los gobiernos federal y estatales a la espiral de violencia contra las mujeres es el desdén, cuando no la descalificación».