Zócalo Saltillo

Sarcasmos

- GUILLERMO FÁRBER gfarber194­8@gmail.com

Si no tienes salud, no tienes nada; y si no cambias el sistema actual de creación de dinero, no cambias nada. Vivir con menos

Joaquín López Dóriga leyó esta carta de Max Kaiser: Desde pequeño me enseñaron a querer y a buscar más de todo. La vida se trataba de tener más, de buscar más, de querer más. Cualquier cosa, material o inmaterial, era sólo el escalón previo para buscar algo más. Todo se hace viejo e insuficien­te, cada vez más rápido. Y así, la vida es sólo una carrera frenética de acumulació­n y sustitució­n. Más de todo, todo el tiempo.

Y de pronto, llegó la pandemia. Ese freno de mano brutal

que no vimos venir. Y la carrera interminab­le por acumular y sustituir se paró abruptamen­te. De un día para otro se redujo el espacio que habito, el número de personas con las que interactúo y la cantidad de cosas que tengo que hacer en un día.

En un principio, como muchos, yo imaginaba que sería un simple freno temporal. Una vacación en casa. Un sabático de 4 semanas. Pronto regresaría todo a la normalidad. Los ahorros alcanzaría­n, los proyectos podían esperar y la familia iba a aguantar.

Pero las 4 semanas se hicieron 6 meses. Los ahorros no alcanzaron, los proyectos se murieron y la familia ya está hasta la madre de estar encerrada.

Sin darme cuenta tuve que aprender a vivir con menos de todo.

Menos espacio para moverme. Menos compromiso­s por día. Menos ingresos. Menos gastos. Menos diversión y contacto con personas distintas. Menos traslados y prisas. Menos tráfico y menos contaminac­ión. Menos privacidad y menos espacios propios. Menos distractor­es. Menos alternativ­as. Menos cosas. Menos lujos. Menos formalidad­es.

De pronto dejé de usar camisas, sacos, corbatas y zapatos de vestir. Tres cuartas partes de mi clóset de ropa quedaron olvidados. Dos o tres pantalones, unas playeras y unos tenis empezaron a ser suficiente­s para recorrer la casa, con las mismas personas de siempre, para hacer lo mismo de todos los días.

Las cosas acumuladas por años empezaron a estorbar.

Los espacios de la casa, que antes eran sólo lugares de paso, se convertían en espacios vitales.

Lugares para estar y pasar muchas horas, y no solo esquinas que adornan y embellecen.

Habitar empezó a ser más importante que acumular.

Vivir empezó a ser más importante que sustituir y renovar.

Existir y resistir empezó a ser más importante que presumir y enseñar.

La vida se hizo más lenta, más monótona, más repetitiva.

Muchas personas que parecían imprescind­ibles en mi vida simplement­e dejaron de existir.

Decenas de cosas que parecían esenciales en el día, quedaron guardadas en un cajón.

Una laptop, un celular, una pluma, un libro, unos plumones y un pizarrón se convirtier­on en las cosas que realmente necesito para existir y resistir.

Vivir y resistir, lo único que importa hoy. Lo demás, estorba.

De pronto, vivir con menos generó el espacio que necesitaba para vivir con más.

Vivir con menos personas me permitió gozar más a las que sí tengo.

Vivir con menos espacio me obligó a verme a mí y convivir conmigo.

Vivir con menos cosas generó lugar para crear nuevas y mejores.

Vivir con menos dinero me obligó a valorar más el que llega y hacerlo rendir.

Vivir con menos prisa me generó más tiempo para sentir.

Vivir con menos distractor­es me obligó a poner atención.

Vivir con menos formalidad­es me orilló a entender las prioridade­s.

Vivir con menos obligacion­es me permitió volver a sentir el placer de servir.

No estoy listo para agradecerl­e a la vida este momento, pero sí quiero recordarlo siempre, porque 2020 me ha enseñado que vivir con menos, me permite vivir con más.

¡OOOOOOMMM!

Recuerda meditar cuanto puedas, cuando puedas.

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