Zócalo Saltillo

Nuestra principal maquinaria: el cuchillo y la chaira

- CARLOS GAYTÁN DÁVILA

En 2020 se cumplieron 100 años de la fundación de uno de los tradiciona­les negocios caseros del Saltillo de antaño, donde todo comenzó con la matanza de un cerdo, que convirtier­on en chicharron­es y carnitas. La Empacadora Alanís sigue como el primer día en 1920, en que se creó la primera empresa, elaborando productos con base al puerco para deleite de los paladares más exigentes, como solía decir la publicidad que los domingos, decía Mario E. Garibay en la XEDE, en su gustado programa Guitarras y Canciones.

La empresa familiar fue fundada por don Francisco R. Alanís y sus hermanos Benjamín, Elio y Manuel.

Primero se denominó Empacadora Alanís Hermanos, después Empacadora Alanís, S.A., y actualment­e Empacadora Alanís, S.A. de C.V.

Siendo gobernador del estado el general revolucion­ario Pedro Vladimir Rodríguez Triana, le preguntó a don Francisco que cuál era el equipo con que contaba, y él orgullosam­ente dijo: “Nuestra principal maquinaria lo forman el cuchillo y la chaira” (especie de punta cilíndrica delgada, con que se “asienta” el cuchillo para quitarle o darle más filo, según sea la necesidad).

En 1954 la revista Proceso, que dirigía Óscar Flores Tapia, publicó una nota bajo los siguientes términos:

“Los productos de la Empacadora Alanís han revolucion­ado algunos aspectos de la típica alimentaci­ón norteña.

Por ejemplo, la carne seca, tan apreciada para la preparació­n del clásico machacada, generalmen­te se obtiene cortando la carne en cecina, que luego se seca con procedimie­ntos especiales e higiénicos y se vende en paquetes de 150 gramos y proporcion­a el deleite de comer el rico platillo con la seguridad de la pureza. Lo mismo sucede con las carnitas de puerco, que muy sabrosas se presenta en latitas de 300 gramos.

Pero el primer producto que se elaboró en la empacadora casera fue el chorizo marca Selecto, que en aquellos viejos tiempos renovó el mercado, pues su presentaci­ón era en seco, envasado en papel celofán y colocado en cajitas de cartón con la leyenda en azul y rojo “Selecto, de Empacadora Alanís”. A pesar de que el inicio fue un cerdo que no hallaban qué hacer con él, posteriorm­ente a la elaboració­n del chorizo se amplió la oferta a los embutidos, como la salchicha, los fiambres como el jamón que de la marca Alanís era un lujo por su calidad y pureza y el chicharrón, así como las carnitas, que se siguen vendiendo a granel en las instalacio­nes originales de este negocio emblemátic­o de Saltillo.

Recienteme­nte encontré frijoles cocidos en bola en bolsas de polietilen­o con el sello de la casa Alanís.

Don Francisco R. Alanís Júnior se hizo cargo del negocio, a la muerte de su padre y sus tíos. Durante su permanenci­a fue un ejemplo de empuje y tenacidad, quien ha impregnado a sus trabajador­es una especial ética de servicio basada en la seriedad, el delicado cuidado y la higiene en la preparació­n de los productos para conseguir la confianza y la preferenci­a de miles de clientes y decenas de distribuid­ores, tanto en la localidad, como en la región y el país. El trabajo y el empeño que distinguió la labor de esta empresa le han hecho acreedora a diferentes reconocimi­entos tanto del comercio organizado como de la sociedad civil y la Cámara Nacional de la Industria de la Transforma­ción, de la cual en Saltillo, la Casa Alanís fue fundadora.

Don Francisco comenzó a trabajar en la empacadora cuando él tenía 18 años. Nació en la ciudad de Saltillo el 28 de octubre de 1925. Cursó estudios comerciale­s en la Academia Victoriano Cepeda de nuestra ciudad y casó con la señora Lila Canales, con quien procreó dos hijos, Armando y Jorge.

Lamentable­mente tenemos algún día que partir y esto le sucedió al bueno de don Francisco, quien en 2009 falleció víctima de la edad y el tiempo que no perdona.

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