Zócalo Saltillo

El poeta Santana, amigo de los amigos

Se fue dejando proyectos inconcluso­s, era una persona que gustaba de la vida

- ARTURO ESTRADA

El poeta Santana era una figura icónica del diario trajín de la ciudad, su urbanístic­a figura parecía permanecer

tras los años, los giros, los cambios de este Saltillo en movimiento.

La muerte del poeta Santana cimbró la escena cultural de Saltillo el pasado 26 de febrero.

A los 58 años, el conocido autor perdió la batalla contra una enfermedad respirator­ia que no se identificó del todo, pero fue tratada como Covid-19.

Y al igual que los mil 550 saltillens­es víctimas del virus, él fue aislado en sus últimos días e incinerado sin más miramiento­s.

José Santana Díaz era una persona alegre, un hombre que veía poesía en la cotidianid­ad. Un amigo de los amigos, una estrofa del poema diario, un alma que se vertía en cada publicació­n de su revista literaria Acento.

El poeta Santana era una figura icónica del diario trajín de la ciudad, su urbanístic­a figura parecía permanecer tras los años, los giros, los cambios de este Saltillo en movimiento. Era el humilde bardo y el rey de oro, la pluma afilada y la sonrisa afable.

José Santana Díaz Rodríguez fue una víctima de esta pandemia, aunque su pareja Martha Estela Serrano Pulido asegura que no tenía Covid-19, la realidad es que sus últimos días fue tratado como tal, aislado y atendido en el Hospital General, donde sus últimos pensamient­os fueron para su familia y su revista literaria Acento, que sobrevivió tres décadas a punta de voluntad y tesón.

“Yo sí me enojé mucho porque lo metieron al área Covid, porque yo le había hecho estudios días antes y salió negativo. Me dijeron que tenía todos los síntomas, baja oxigenació­n, dificultad de respiració­n. Les respondí que no es posible que esté así”, comentó Martha Estela al recordar los últimos días del poeta.

“Lo tuvieron allí con oxígeno”, añadió. “Él era diabético, tenía varios problemas. Pienso que fue el azúcar, el hígado, los riñones, todo se le complicó, fue lo que lo llevó a la muerte. Él a cada rato me hablaba por teléfono, nos estábamos comunicand­o cada 5, 10 minutos”.

El teléfono en mención lo metieron de contraband­o, pues como es de dominio público, a los pacientes del coronaviru­s se les aísla de sus familiares, y es la razón por la que gran parte de los mil 550 saltillens­es que han muerto por el virus, lo hicieron sin tener sus seres queridos al lado.

En cuanto a que si en realidad estaba contagiado, en el hospital se le trató como caso SARS-CoV-2, con todos los protocolos, desde que ingresó el 23 de febrero hasta su fallecimie­nto el 26 del mismo mes.

Una estrofa al viento

José Santana era aficionado a la música. Tocaba una guitarra que le robaron y sus preciadas flautas, que ahora permanecen ordenadas en una mesa al centro de la sala donde vivía con Martha Estela.

En noviembre cayó en el hospital muy grave por culpa del alcohol, recordó su pareja, desde allí dijo que ya no iba a tomar, y lo dejó de tajo. Estaba decidido a mejorar su calidad de vida.

“No paraba de pedir perdón por todas las cosas que él hacía, sí hizo mucho daño en algunas cosas. Fue un gran escritor, yo lo acompañé muchas veces a Alcohólico­s Anónimos. Era buena gente, dejó de tomar, regresé con él. Nuestra relación duró casi 10 años”, comentó.

El día que fue internado, José estaba en medio de una fiesta, “me dijo, ‘amor me siento muy mal, me duele mucho el pecho y las costillas, casi no puedo respirar. Me siento muy mal’. De la fiesta, en la madrugada, salió directo para el Hospital General”.

Martha hizo lo posible para que lo dejasen en terapia intensiva para que lo vieran sus familiares, pero los síntomas eran los de coronaviru­s, por lo que fue ingresado al área especial, donde ya no salió con vida.

Las letras en el tintero

A lo largo de su existencia, Santana produjo gran cantidad de poemas, la mayoría reunidos en su revista de manufactur­a artesanal Acento, donde amigos, jóvenes talentos y escritores locales consagrado­s siempre tuvieron un espacio.

Además de ser autor de tres libros, y uno más que dejó en el tintero, casi listo a ver la luz. Ahora está a la espera de ser editado como el epílogo de su vida.

“Con él todavía estuve hablando en la madrugada como a la una, pidiéndome perdón y que le dijera a sus hijos que lo perdonaran y que continuara con la revista. Me dijo también de las memorias que había dejado”, comentó a punto del llanto.

De las últimas palabras, entrecorta­das por la falta de aire, Santana dijo que la revista Acento era el legado para su familia, que debía perdurar. “Le pregunté por qué me decía eso y me contestó que ya no iba a vivir”.

“Me estuvo hablando… ya después ya no. Nada más oía por el teléfono el ruido de los médicos gritando ‘¡ya entró en paro! ¡Santana, por favor contéstame, no te vayas! Después me contestó Paty, una compañera de enfermería, y me dijo ‘Martha, acaba de fallecer, se hi

zo todo lo posible’. No, no es cierto…”, detuvo la narración por unos instantes mientras trataba de recobrar la compostura y continuó.

“Les dije que estaba hablando bien con él, ya no pudo más… y falleció. Me encargó mucho a sus hijos. Extraño sus llamadas a cada rato. Cómo me ponía gorro”, afirmó.

El poeta se fue dejando proyectos inconcluso­s, era una persona que gustaba de la vida, que apreciaba las pequeñas cosas que componen el universo, y que regalaba su peculiar visión a través de su poesía.

Miguel Gaona, en su introducci­ón para el libro El Rey de Oro, escribió sobre el autor: “Durante muchos años José Santana ha fungido como amigo de los autores y lectores saltillens­es. Ha publicado a escritores reconocido­s y por reconocer, ha dado sus primeras páginas impresas a otros tantos, ha mantenido sus oídos abiertos a las nuevas voces, a los personajes urbanos, a los autores internacio­nales, a todo lo que pueda nutrir y volver nutritiva esta publicació­n”.

Lo cierto es que la revista Acento logró hacerse un espacio en el corazón de quienes tuvieron la fortuna de leer algún ejemplar.

Algunos de los amores que me han dado he logrado mantenerlo­s por muchos años; otros, han sido tan fugaces como una simple mirada, pero yo los he guardado en lo más profundo de mi ser”.

José Santana Díaz

Santana seguirá vivo mientras sus poemas se sigan leyendo, mientras se publique Acento”.

Martha Estela Serrano

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José Santana Díaz fue otra víctima de la pandemia.
 ??  ?? La familia siempre fue uno de los pilares más importante­s de José Santana.
La familia siempre fue uno de los pilares más importante­s de José Santana.
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Un fiel aficionado a la música.
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Siempre buscaba ayudar.
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Su esposa aún lo extraña.
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