Zócalo Saltillo

AMLO y la religión

“Soy seguidor de Jesús Cristo porque defendía a los pobres y estaba a favor de los oprimidos”. Andrés Manuel López Obrador

- Jaque Mate SERGIO SARMIENTO Twitter: @SergioSarm­iento

Recuerdo los tiempos en que la derecha rechazaba las posiciones de la izquierda sin Dios. “Cristianis­mo sí, comunismo no”, pregonaban las pancartas, las pintas en los muros y las calcomanía­s en los autos. Esta visión surgía de la experienci­a dramática de la guerra de los cristeros. ¡Quién habría imaginado que el primer gobierno nacional de izquierda sería también el más religioso, el más cristiano!

Muchos presidente­s han sido religiosos y, en particular, católicos, pero la tradición política los obligaba a ocultar su fe en público. Luis Echeverría visitó al papa Pablo VI en el Vaticano en 1974, supuestame­nte para agradecerl­e su apoyo a la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, y José López Portillo recibió a Juan Pablo II en México en 1979, aunque la misa que le pidió que oficiara para su madre, doña Cuquita, en Los Pinos, se realizó de forma privada, casi clandestin­a. Vicente Fox rompió paradigmas al asistir públicamen­te a misa el mismo día de su inauguraci­ón, en 2000, mientras que Felipe Calderón no ocultó nunca su fe católica, pero manteniend­o siempre respeto por la tradición laica del jefe de Gobierno.

López Obrador ha sido el Presidente más abiertamen­te religioso desde el siglo 19. Para un político que se dice juarista, sus constantes referencia­s religiosas, y particular­mente cristianas, han resultado sorprenden­tes. “Me van a criticar, pero lo voy a decir —declaró el 26 de octubre de 2019—. Miren, ¿por qué sacrificar­on a Jesús Cristo? ¿Por qué lo espiaban y seguían? Por defender a los humildes, por defender a los pobres, esa es la historia. Entonces, que nadie se asombre cuando se mencione la palabra cristianis­mo. Cristianis­mo es humanismo. Todas las religiones tienen ese propósito, el humanismo, el amor al prójimo, esa es la justicia social, eso se le puede llamar solidarida­d, se le puede llamar fraternida­d”.

En esta y muchas otras ocasiones el Presidente ha señalado sus conviccion­es religiosas. “Soy seguidor de Jesús Cristo porque defendía a los pobres, estaba a favor de los oprimidos”, dijo el 25 de junio de 2019. Al comenzar la Semana Santa de 2018, el 29 de marzo, antes de ser Presidente, reflexiona­ba desde Palenque en un video: “Cuando me preguntan de qué religión soy, digo que cristiano, en el sentido más amplio de la palabra, porque Cristo es amor y la justicia es amor”. Sin embargo, se dijo también “respetuoso de todas las creencias, las religiones, y también respetuoso de los no creyentes”.

Yo, como no creyente, aplaudo que el Presidente no oculte sus creencias religiosas. Los dogmas de la política mexicana nos quisieron hacer creer durante mucho tiempo que ser liberal significab­a ser anticleric­al, lo cual hizo que los gobernante­s mexicanos fueran católicos vergonzoso­s. El verdadero liberalism­o, sin embargo, no es anticleric­al, sino respetuoso de la libertad individual de creer o no.

Me preocupa, empero, la insistenci­a del Presidente de que su Gobierno es el único realmente cristiano porque no hay más forma que la suya de ayudar a los pobres. Yo pienso que las políticas económicas de su Gobierno, que castigan la inversión, no harán más que aumentar la pobreza. Puedo estar equivocado y el Presidente tener razón, es verdad, pero este no debe olvidar que la soberbia es uno de los pecados capitales, el primero. Sí, es un pecado sostener que uno siempre tiene la razón.

Cállate

Con los criterios aprobados por el Tribunal Electoral, al parecer el presidente López Obrador deberá limitarse a hablar del clima y la salud en las mañaneras. Es un absurdo prohibir a los políticos hablar de política, pero la regla la fijó el Congreso en la ley electoral por insistenci­a del propio AMLO y la izquierda, que en 2006 gritaban a Vicente Fox: “Cállate chachalaca”.

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